Lola Cufré es lesbiana e integrante de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Durante la marcha del 4J se la podía ver, megáfono en mano, organizando la gigantesca columna verde. Destaca el aporte de las lesbianas a este cambio de perspectiva señalando que “en un comienzo se hablaba de aborto como algo de mujeres y ahora nos referimos a ‘cuerpos gestantes’. Porque tanto nosotras como los varones trans somos cuerpos gestantes. Muchas lesbianas que participamos en esta lucha empezamos a nombrarnos y a manifestarnos con nuestra identidad. Y se dieron las condiciones para que también nos pongamos al frente de esta lucha. Hoy siento que tenemos voz y que nuestros reclamos son escuchados. Pudimos salir del binarismo de la identidad normativa y también se visibilizaron otras identidades disidentes”.

Aunque advierte que si bien se pudo avanzar en el feminismo, el conjunto de la sociedad es hostil cuando ve a las lesbianas manifestándose en las calles. “La gente sigue dándose vuelta cuando ven que nos besamos en la calle o vamos agarradas de la mano en el subte. El común de la gente nos ve como enemigas. Tampoco hay que aflojarle a la lucha dentro del propio movimiento feminista que está muy héteronormado”.

Magui Fernández Valdez milita la legalización del aborto y también por su “desdramatización”, en la agrupación Mujeres, Tortas, Putos, Travas y Trans de Nuevo Encuentro. “Militar el aborto desde nuestra perspectiva lesbiana aporta a pensarlo como una práctica más en la vida. Eso contribuye a su desdramatización. Si hay algo de lo que las lesbianas sabemos es del estigma y la vergüenza que se nos ha impuesto históricamente y de cómo revertir eso. Esta práctica política rompe con la hegemonía de la heterosexualidad como régimen político que regula y norma qué podemos hacer, decir, pensar y qué no. En esta línea, las tortas y el aborto somos aliadas para seguir fisurando esa hegemonía y para pensar sociedades en las que todxs estemos adentro”.

Respecto de lo que ocurre en las calles en estos días, Magui prefiere poner el acento en los avances. “Noto un momento en el que hay un cuestionamiento claro a la obligatoriedad de la heterosexualidad, sobre todo en las nuevas generaciones, hay mucho futuro torta. Veo un deseo cada vez más grande de las pibas de tortear con una carga menor en relación al prejuicio o el señalamiento del afuera. Tortean y se la bancan fuera del closet, en la calle, con sus amigas. En ese sentido, el tortismo va teniendo más lugares que ocupar en el feminismo aunque, claro, siempre en esa tensión histórica con el feminismo clásico que aún resulta expulsivo y sigue resistiendo para que el feminismo blanco y heterosexual ocupe los lugares de poder y visibilidad”.