"Se está abriendo una brecha para la centroizquierda, se nota en muchos lugares. En Portugal, lo que ha pasado en España. Y creemos que aquí también va ir creciendo la demanda hacia una alternativa política que ponga eje en la gente, en los valores, en la transparencia? Parece una declaración de ocasión, deseos de buena voluntad, pero en contexto suenan diferentes. Las palabras pertenecen al gobernador Miguel Lifschitz y las pronunció ante la prensa en el agasajo por el día del periodista en Rosario el jueves que pasó. En ese mismo breve discurso el mandatario no hizo ni una sola referencia a su proyecto para reformar la Constitución provincial. Habló como posible candidato nacional del socialismo de cara a los comicios del año que viene. Una cosa va de la mano de la otra: sin reforma la ruta de Lifschitz se aleja del territorio santafesino y su partido -un tanto desgastado aquí- emprende nuevamente el largo camino de una construcción nacional que en su momento lo tuvo a Hermes Binner en el centro de la escena.

Una vez más el socialismo cree en la tercera posición. Sabe, y por eso actuó como actuó en los últimos comicios, que hay una porción grande del electorado que sigue enojado con el kirchnerismo. Y ahora empieza a convencerse de que ya existe -y se ampliará sin duda- otra gran parte de votantes decepcionados del macrismo.

Justo en ese contexto, apareció un problema que tiene nombre y apellido: Luis Contigiani. El único diputado nacional que tiene el espacio, de clara orientación progresista en lo económico y en lo político; vota en contra de la despenalización del aborto. Una convicción personal, una enraizada formación católica, lo llevan a ese posicionamiento irreductible. La cuestión se nacionalizó y ayer se conoció una carta de conocidos intelectuales que le piden al legislador del Frente Progresista que cambie de postura en un tema tan crucial en el que los votos están muy ajustados. Beatriz Sarlo, Hinde Pomeraniec y Emilio De Ipola encabezan la nómina que dirigió la carta al gobernador Lifschitz y al presidente del Partido Socialista, Antonio Bonfatti. "Aún cuando el diputado no proviene de las filas del PS (Contigiani tiene origen radical), no es posible soslayar el hecho de que ha sido elegido con el respaldo de un partido que, como socialista, incluye en su plataforma programática el derecho al aborto", dice el texto que es certero en la crítica.

A decir verdad y salvando las diferencias, no le han salido bien al PS sus últimos candidatos a diputados nacionales. Contigiani aparece con este problema, pero Hugo Marcucci, que accedió a la banca por el espacio, se pasó rápidamente a Cambiemos y ahora duda -o al menos eso es lo que expone- sobre qué votar respecto de la despenalización del aborto. Es claro que ambos legisladores no son lo mismo.

Pónganse de acuerdo.

Volviendo a la provincia y ya sin posibilidades de reelección para Lifschitz, en el sector interno del PS que lideran Antonio Bonfatti y Rubén Galassi siguen pensando en un frente con sectores del peronismo, particularmente de orientación kirchnerista, como para ser más competitivos en las elecciones que vienen. Sin embargo esta semana los dos referentes socialistas se descargaron con furia contra el gobierno nacional de Cristina Kirchner al que le adjudicaron la "operación" para desestabilizar la gestión de Bonfatti mediante la detención de su jefe de Policía provincial Hugo Tognoli, en 2012.

Dijeron que la edición nacional de este diario, la Procuradora Alejandra Gils Carbó, los fiscales Juan Patricio Murray y Adolfo Villate, armaron la "operación" que terminó con el arresto de Tognoli y el consecuente perjuicio para el gobierno socialista.

 

Andres Macera

 

La "revancha" se escuchó estos días cuando la Justicia federal decidió otorgar el beneficio de la duda a Tognoli, que pasó cinco años y medio detenido, acusado de una empresa criminal conjunta por haber protegido a narcotraficantes del sur provincial. Por supuesto, también hubo un recuerdo para el ex diputado de La Cámpora, Andrés "Cuervo" Larroque que acuñó el término "narcosocialistas" en una sesión en el Congreso de la Nación.

Es curioso o no tanto, que Tognoli haya utilizado el mismo argumento que usó en su momento el líder de la banca Los Monos, Ramón "Monchi" Machuca: Ambos argumentaron ser víctimas de un enfrentamiento político entre nación y provincia, es decir entre el kirchnerismo y el socialismo.

Por un lado, es poco creíble que la influencia del kirchnerismo en la Justicia se haya prolongado dos años y medio más allá del final del mandato de la presidenta. Y por el otro, el "beneficio de la duda" no implica en ningún aspecto la inocencia de Tognoli. Lo que marca es que las pruebas halladas -que fueron muchas y significativas‑ no fueron suficientes para arribar a una condena efectiva. Obvio que los jueces también tomaron nota de que el ex jefe policial ya había pasado más de cinco años en prisión.

En lo político, la decisión judicial le permite al socialismo evitar hacerse cargo de haber nombrado como jefe máximo de la policía a un personaje que ya venía fuertemente cuestionado por su actuación al frente de la ex Drogas Peligrosas. Las consecuencias de tales decisiones se prolongan hasta el presente en una provincia en la que cada vez que la Justicia federal -siempre criticada por las autoridades locales- se mueve, encuentra algún ex jefe o policía santafesino en ejercicio liderando una banda criminal. Pero para las autoridades el problema es el narcomenudeo y por eso es que proponen una ley que lo único que hará es llenar las cárceles de pobres y perejiles, mientras el tráfico de estupefacientes seguirá robusteciéndose en todo el territorio.