La Justicia francesa dio la razón al productor portugués Paulo Branco en el conflicto que lo enfrenta al director británico Terry Gilliam por la producción de The Man Who Killed Don Quixote, que cerró el pasado Festival de Cannes. El Tribunal de Apelación de París confirma una decisión judicial de mayo de 2017, que señalaba que el contrato entre Alfama Films –productora de Branco– y Gilliam no está roto, lo que, según el portugués, supone que le pertenecen los derechos de explotación en todo el mundo. Branco explicó que la única excepción autorizada es España, donde el coproductor, Tornasol Films, posee los derechos del film para ese país. Sin embargo, Mariela Besuievsky, de Tornasol, señaló que el fallo en apelación solo se refiere al contrato entre Gilliam y Branco y que nunca se ejecutó.  Ese tribunal rechazó hace un año la demanda de Gilliam, que reclamaba que su contrato con Alfama ya no estaba en vigor, y también permitió que el rodaje del film continuara. El 9 de mayo, cuando se conoció que la película iba a poder proyectarse en la clausura de Cannes, Branco anunció que denunciaría al certamen por “daños colaterales”.