El Negro Fontanarrosa escribió sobre La Mesa de los Galanes del bar El Cairo, en Rosario, y sonó genial y absolutamente creíble, como todo lo que bajaba de su mente y era tipeado casi literalmente por sus dedos. Entonces, esta historia que nos llega desde el bar Rosario, en El Cairo, ¿por qué no podría sonar, al menos, verídica? La globalización -detalles más, detalles menos- es inclusiva con bares, mesas, galanes y conversaciones sabrosas en cualquier parte del globo terráqueo. ¿Acaso pueden ser tan diferentes las calles de El Cairo respecto de las de Rosario? Las dos ciudades están cerca de un río (el Nilo y el Paraná), hace un calor húmedo de a ratos insoportable, y hay mucha pero mucha gente, sobre todo en la capital de Egipto. En el bar rosarino se tomarán más "cortados", pero en aquel boliche egipcio también se reúnen las personas a tomar café y a hablar de bueyes perdidos. "Ahwa" le llaman al café los egipcios, y entre anécdotas de tono marcadamente varonil sobre política, religión o deportes van sucediéndose los "ahwa sada" (fuerte y negro) o los cafés más dulces, como los "ahwa arija", los "ahwa mazboot" o los "ahwa ziyada". Son 12 mil kilómetros los que separan a Rosario de El Cairo, pero la situación es similar. Un grupo de personas/amigos/conocidos/colegas. Un bar, con mesas y sillas. Un mentiroso. ¿Códigos? Muchos, hasta que se rompen. Y una necesaria relación prohibida.

A grandes rasgos, esta historia nació de la imaginación de Fontanarrosa. Amigos sentados en un bar que ven llegar a otro, ése que siempre tiene algo para contar, a menudo inventado o, de mínima, salpimentado con exageraciones. El versero se sienta, pregunta si alguien conoce al fotógrafo de una revista rosarina que, al parecer, lo agarró de refilón pero en offside con un hembrón impresionante. Necesita que esa imagen no se haga pública para que el marido de la mina, digamos, no lo cague a tiros. Como en las viejas comedias de enredos, cuando se va preocupado este fabulador, aparece el fotógrafo, terminan viendo la foto en cuestión y resulta que... No vale la pena entrar en detalles para no spoilear la brillante narrativa del Negro que, por suerte para él, nunca debió conjugar este verbo moderno que refiere a adelantar o anticipar la trama o el final de una obra (cuento, libro, serie o película).

Lo cierto es que, a un par de meses del Mundial, en el bar "Rosario" de la capital egipcia ocurrió este episodio. Chirise Igbinomwanhia y Abubakar Ayelo son dos periodistas deportivos sentados a la mesa del café que está en la Abdel Aziz St. y cuyos amplios ventanales dan sobre Ataba Square. Justamente desde esa esquina venía llegando otro periodista, Chafulumisa Mañeru, el más carismático y, claramente, el más mentiroso. Vale reconocerlo: será lo que será, pero en verdad es el que mejor data tiene de la selección egipcia que se clasificó al Mundial tras ganarle a Congo 2 a 1. Chirise y Abubakar se estaban preparando para ver con qué fábula abriría el debate esta vez el tercero en cuestión. Tenían los oídos más atentos que nunca para intentar discernir qué parte sería la real y cuál la que vendría con el IVA incluido.

Chafulumisa (nombre cuyo significado es "rápido") entró de prisa y con cara de preocupación. Cuando se daba esta situación podía ocurrir que trajera alguna noticia preocupante del seleccionado (alguna lesión más grave de lo que se pensaba) o una citación que no estaba en los planes de nadie. Esa tarde parecía ser más serio de lo habitual porque nunca lo habían visto llegar tan pero tan angustiado. Aquella reunión tripartita (ocasionalmente se sumaba algún otro hombre del gremio) era para cotejar información y, fundamentalmente, para pasarse chismes que tal vez nunca serían publicados. Que un representante le afanó un jugador a otro que antes era su socio. Que el médico de tal equipo operó mal a un delantero. Que a la mujer del 8 del Wadi Degla la vieron en un shopping con el hermano del kinesiólogo del plantel. En este caso, se sentó casi sin saludar y disparó: "Necesito ubicar urgente a un fotógrafo de Misr Gazette. Urgente. Puedo estar metido en un gran problema". Misr Gazette es un semanario de chismes faranduleros muy leído por el ambiente del fútbol.

La del "Rosario" es una mesa de galanes con ciertos códigos. Si alguien llega con una primicia tiene el derecho implícito de decirla al aire o escribirla antes que el resto, pero al menos los demás ya están en conocimiento como para atajarse ante el probable reclamo de algún jefe. En general comparten mucha información y no siempre se trata de primerear al resto, sino de trabajar mancomunadamente y espalda contra espalda para cubrirse en un medio tan caníbal como éste. La llegada del argentino Héctor Cúper a la dirección técnica de Egipto, allá por marzo de 2015, la publicaron los tres casi al mismo tiempo luego de chequearla entre todos. Ellos son la "mesa chica" de la prensa egipcia destinada a cubrir a "los Faraones" o "los chicos del Nilo", como se la conoce a la selección nacional.

Chirise hace honor al significado de su nombre: "secreto". Trabaja en un diario local y es el que mejor conserva aquel dato que no puede salir a la luz hasta que la mesa de los galanes así lo decida. Sus editores insultan al aire cuando deben firmarle las notas por lo complejo de su apellido: Igbinomwanhia. Es un cronista que suele proteger por de más a los jugadores: los justifica siempre y los alaba en demasía, a tal punto que los demás le critican eso: "Tirás más centros que Babafemi, el wing del Zamalek. No hace falta tanto, Chiri". Es, claro está, el que más notas consigue de parte de los jugadores. Abubakar ("noble") es el típico bonachón del grupo, el solidario, el que piensa en los demás antes que en él. Cronista de un canal deportivo de El Cairo, es capaz de avisar un dato importante por whatsapp al colega que faltó, justificada o injustificadamente, al entrenamiento.

Y Chafulumisa, bueno, lo que ya está dicho: veloz para obtener noticias y buen generador de escándalos, tiene cero drama en tirar bombas en la radio en la que trabaja. Cómo será de tirabombas que, cuando lo presentan en la tira deportiva, le ponen una cortina musical de suspenso y, cuando suelta la información, le meten un efecto de sonido símil explosión. Le encanta eso al chanta de Chafulumisa, al que lo pierden las minas y, según cuenta, en ese rubro le va muy bien. No hay martes que no cuente alguna anécdota referida a una conquista. A un levante. A un golazo seductor, a un polvazo al ángulo. Aquella vez, antes que hablar de la nueva convocatoria de Cúper o de contar a quién se había comido el fin de semana, preguntó por el fotógrafo de Misr Gazette.

"El sábado estaba en el bar del Ramses Hilton con una veterana hermosa -describió con su oratoria algo más apagada- y apareció un tipo a sacar fotos a los de la mesa de al lado, unos pendejos que son de un programa de tele, no sé bien cuál. No presté mucha atención porque estaba medio borracho haciéndole el verso a esta mina, pero después me puse a pensar que pudimos haber salido en alguna foto. El problema, y les pido máxima discreción, es que ésta es la mujer de uno de los vicepresidentes del Alassiouty. Si por esas casualidades sale publicada, estoy arruinado".

El Alassiouty es un club de la Premier League egipcia y el dirigente, se comentaba, andaba en cosas turbias. Chirise y Abubakar optaban por creerle siempre, aunque la historia bien podía ser guionada, tergiversada, exagerada y hasta falsa. De todos modos, tratándose de un amigo en apuros, decidieron ayudarlo. Sobre todo Chirise, que por trabajar en un diario tiene contactos con muchos fotógrafos. "No le cuentes nada al tipo. Conseguime el contacto que lo llamo yo directamente: la situación es muy delicada". Chafulumisa apenas se tomó un ahwa sada, dejó unas libras egipcias sobre la mesa y se fue con la misma cara de susto que tenía al llegar.

Al día siguiente, después de haber preguntado en Fotografía del diario, Chirise dio con el fotógrafo de Misr Gazette. Para ahorrarle el trabajo al amigo en problemas, le habló de parte del jefe de fotógrafos del periódico y le explicó la situación. A la media hora, le llegó vía celular la imagen que desvelaba a Chafulumisa. En primer plano, los integrantes de un programa juvenil posaban divertidos para la foto. Atrás, de fondo, se adivinaban las imágenes de dos personas hablando amigablemente. Al hacerle zoom, uno era sin dudas Chafulumisa: la camisa rayada y fea, como las que le dan por canje, lo delataba. Su interlocutor no parecía la mujer del vice del Alassiouty: directamente no era una mujer. Chirise le mandó la imagen a Abubakar, quien le hizo otro zoom, largó la carcajada y activó el chat.

Abubakar: --¿Sabés quién es? Teremun, el hijo del preparador físico de la selección.

Chirise: --¿Teremun? ¿El que decían que era novio de un camarógrafo de Nile Sports?

Abubakar: --Ése. ¿Me parece a mí o están demasiado juntos en la foto?

Chirise: --No se ve bien, pero pareciera. No lo puedo creer.

Abubakar: --Qué caradura este Chafulumisa. ¿Lo estará seduciendo para sacarle la lista de los jugadores que van al Mundial?

Chirise: --No sé, pero con tal de conseguir una primicia, éste siempre avisó que era capaz de cualquier cosa. ¿Qué hacemos? El fotógrafo me dijo que no va a salir publicada, que eligieron otra donde los chicos están afuera del bar, con mejor luz. ¿Le mandamos esta foto a nuestro galán?

Abubakar: --No, decile que no lo pudiste ubicar al fotógrafo. Que sufra un poco. El martes en el "Rosario" vemos cómo la seguimos.

Y cerraron el chat con un par de emoticones. Carita con lágrimas de risa. Gatito con ojos de corazones. Y algunos otros emojis más pícaros. Más ordinarios. Bastante más discriminatorios.

 
* Periodista. Trabajó en Rosario/12, LT8, Clarín y TN. Actualmente trabaja en Telefe Noticias.  Este texto pertenece al libro Puro chamuyo (Planeta).