El gobierno de Mauricio Macri tomó créditos en moneda extranjera por aproximadamente 100.000 millones de dólares durante 2 años y medio de su mandato. No deja de sorprender el voluminoso financiamiento a un gobierno que agravaba el rojo externo de la economía con la apertura importadora, un fuerte déficit de turismo, pagos de intereses en aumento intenso y una fuga estructural que no cedía. Mucho más cuando los resultados en reducción de inflación y del déficit fiscal, que suelen usar los ortodoxos como termómetro de sound policies, también fueron decepcionantes. Pero la tan buena disposición de los “mercados” a prestarle plata al insolvente proyecto económico de Macri se va corriendo.

El crédito recientemente solicitado por Argentina al FMI es una consecuencia del repentino límite al endeudamiento que bancos y fondos extranjeros pusieron al gobierno. Ante la “saturación” del mercado de papeles argentinos, los acreedores mandaron al país a golpear la ventanilla del FMI, organismo internacional cautivo del lobby de los mismos bancos y financistas que hasta ayer prestaban alegremente dólares a la Argentina. 

El acuerdo de un crédito en cuotas por 50.000 millones de dólares a lo largo de 36 meses, equivale a los vencimientos de capital de la deuda pública en divisas hasta 2020. Es decir, el FMI va a poner los verdes para que los bancos y financistas que prestaron “irresponsablemente” al gobierno de Macri cobren puntualmente sus vencimientos de capital y disminuyan el “riesgo argentino” de sus carteras y las de sus clientes.

Para la Argentina, el acuerdo con el FMI implica una “estatización” del acreedor, que deja de ser un amplio número de bancos, financieras y fondos de inversión internacionales, para transformarse en un organismo público internacional que entremezcla la influencia informal esos grupos financieros, con la formal de los gobiernos de las potencias (especialmente Estados Unidos). 

El tipo de crédito otorgado es el clásico “stand by” que habilita la injerencia del FMI en el diseño de la política económica del deudor, sujetando el desembolso del crédito al cumplimiento de una serie de metas. Además de esos condicionantes explícitos, existe otras varias condiciones que se cierran por fuera del convenio del crédito, en negociaciones particulares con las potencias que, a cambio, brindan su apoyo dentro del organismo. 

Un ejemplo de ello es la reciente reactivación de la base “de ayuda humanitaria” del Comando Sur de las fuerzas armadas de Estados Unidos, ubicada estratégicamente en el corazón logístico de Vaca Muerta. “Casualmente” el endeudamiento insustentable de Macri implicará que, en el futuro, las exportaciones de hidrocarburos de ese yacimiento no sean utilizadas para potenciar el desarrollo económico argentino, sino pagar los intereses de las deudas contraídas. Esto es una muestra de cómo el imperialismo financiero se apropia de los recursos de los pueblos del Tercer Mundo en el siglo XXI

@AndresAsiain