Su misión es dar los peores consejos, y sí que la lleva adelante con total devoción, intentando convencer a nadadores de lanzarse al mar usando jeans, de beber varias cervezas antes de la zambullida (“para ahogarse en estado de relax”), de lanzarse por cascadas usando ridículos (e inseguros) flotadores, de no llevar salvavidas en el bote al navegar, de usar los peores bronceadores para calcinarse al sol… Lógico el mensaje viniendo de quien viene; después de todo ¿qué otro tipo de recomendación podría esperarse de la Muerte? Muerte playera, valga la aclaración, que aguarda cada día en la orilla anhelando que algún tonto haya tomado una pésima decisión y él pueda cosechar una almita más. “A veces me miro a mí mismo y pienso: ¿Será que estaré viviendo el sueño dorado? Después me acuerdo que ni siquiera estoy vivo”, se lee en el epígrafe que acompaña a una fotografía donde se lo ve de lo más pancho, bajo una sombrilla, tomando un aperitivo pero sin soltar la guadaña; una de las tantas imágenes de su popular cuenta oficial, I Am The Swim Reaper.  Vale decir que los mórbidos chistecitos y las pésimas exhortaciones dispensadas por la jactanciosa Muerte, siempre luciendo su capa negra y máscara pesadillesca a siniestro tono, no son creación de un avispado que quiso crear una cuenta Instagram de humor absurdo y estética afilada. The Swim Reaper es obra y gracia de una organización pública de Nueva Zelanda, Water Safety New Zealand, que trabaja nacionalmente para evitar que los bañistas se ahoguen en el mar. Lo hace a través de clases, un sitio web repleto de consejos (útiles) y una campaña para ayudar a mantener abiertas las piscinas en las escuelas. También con el personaje mortuorio, sonado éxito kiwi, ejemplo de que la socarronería y el sarcasmo también valen para concientizar sobre los peligros del agua. O cualquier otro peligro, para el caso.