La invocación a la familia es típica en debates como el de esta semana. Afloran emociones y las pasiones. Imposible, calcula uno, no llorar o no indignarse escuchando determinados discursos. Juega la subjetividad, de representantes y personas representadas. Al cronista, por ejemplo, lo tocó especialmente la alocución de la diputada rionegrina Silvia Horne, del Movimiento Evita quien recordó a Liliana Chiernajovsky, luchadora y militante popular. Las dos compartieron cárcel durante la dictadura. Liliana, creo recordar, rehusaba definirse como feminista. Lo era, en un sentido amplio, con convicciones y firmeza notables. Tiempo ha (no taaanto), el obispo castrense Antonio Baseotto especuló con la idea de poner una piedra en la cabeza y arrojar al mar al entonces ministro de Salud Ginés González García. El sanitarista había cometido el pecado capital de decir que debía discutirse la despenalización del aborto. Ante la invectiva, Liliana publicó en Página/12 una columna de opinión titulada “Yo aborté”, https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-48853-2005-03-23.html-

Con franqueza e inteligencia extremas reflexionó sobre el terrorismo de estado, la desaparición de su hermano posiblemente arrojado al mar y la experiencia subjetiva del aborto. Cabe recomendar su lectura ahora.Viene a cuento, para honrar la memoria de una compañera inolvidable tanto como para rememorar el sentido ecuménico y la tolerancia de la Jerarquía de la Iglesia Católica cuando se dirimen estas polémicas.