“Mi vida va a continuar así, con algo que me falta. Me falta la mitad”, susurró en voz bajita Mirta Coria, sin poder contener el llanto. Mirta tiene 53 años y es de San Luis. Llegó el martes de la semana pasada para exigir las respuestas que les niegan hace casi 8 meses: ¿Dónde está su hijo y los otros 43 tripulantes que iban a bordo del ARA San Juan? ¿Qué pasó con ellos?

Desde el 15 de noviembre del año pasado le falta su hijo, Fabricio Alejandro Alcaraz Coria. Fabricio era miembro de la Armada y tenía 27 años cuando subió al submarino. Había trabajado como mecánico de barcos y luego de un curso que realizó en 2015 empezó a trabajar en el submarino como maquinista. 

“Mi hijo había venido a la Armada, a Mar Del Plata, hace tiempo. Mi hija, que tiene 20 años, también se había ido con él para poder estudiar. Yo me quedé en San Luis con mi marido, pero aprovechaba para venir a verlos cada dos o tres meses. Además, él iba también para San Luis en vacaciones de invierno, de verano y en Semana Santa”, explicó corriendo un poco la manta con la que se cubre del frío, en un intento de tapar toda la superficie de sus piernas del viento helado que corre por Plaza de Mayo.

Temblando, recordó cómo era su vida hace unos 8 meses: “Yo estaba bien, tranquila, ya no trabajaba, estaba en otra etapa. De repente, llegó la mala noticia. Nos quedamos parados, estancados. Cambió todo, totalmente. No tenes vida, estás solamente esperando una noticia, una buena noticia que nunca llega. Ya van a cumplirse 8 meses y estamos en la misma, esperando y esperando”. Junto a otros familiares, decidieron encadenarse a las rejas de Plaza de Mayo “porque vemos que se está dilatando mucho la contratación de una buena tecnología que pueda buscar al submarino.  Ahora está trabajando la Armada con algunos familiares para armar el pliego de licitación. Cuando tengamos algo que realmente nos asegure que los van a buscar, que los van a encontrar, ahí nos iremos de acá”, explicó.

El 25 de octubre vio a su hijo por última vez. “Viajé para Mar del Plata a visitarlo,  porque sabía que se iban de navegación. Estuve 10 días, desde el 15 hasta el 25, compartiendo cosas con él, cosiéndole la ropa, dejándole todo en condiciones para que pudiera partir. El último abrazo fue el 25 a las 7 de la mañana. Luego, cuando llegó a Ushuaia, me escribió. Me mandó fotos, estaba contento”, relató Mirta. 

Después de 8 meses, no entiende por qué sigue sin novedades sobre su hijo. “El estado no responde, no nos acompaña como debería. No sabemos por qué, si hay algo más que no quieren que se sepa. La Armada 0tendría que saber cómo estaba el submarino, si estaba en condiciones. Esa embarcación ya había tenido problemas. Y no hicieron nada. No los cuidaron, no verificaron que todo estuviera bien. Los dejaron a la deriva, los abandonaron”, señaló, apretando con sus manos las cadenas que la unen a Plaza de Mayo.