PáginaI12 En rusia

Desde Moscú

Francia alcanzó la cima del mundo y empezó a pedir permiso para mezclarse con los grandes del fútbol. Alemania, Italia, Brasil, Argentina e Inglaterra le hacen un lugar para que ese grupo de elite sume al sexto integrante. El seleccionado ganó su segundo título mundial después de veinte años de haber obtenido el primero, y el éxito lo conservará hasta el torneo de Qatar. El cielo de Rusia lo reconoció como el mejor de la Copa, más allá de que no llegó a ser un conjunto brillante. Con un estilo similar al de 1998, le alcanzó para cumplir un certamen inolvidable.

El estadio Luzhniki vio caer las lágrimas del rostro de Antoine Griezmann, el más destacado del encuentro decisivo ante Croacia, mezcladas con la lluvia que apareció en el momento de la premiación. El delantero tenía una emoción enorme al sentir el éxito de cerca nuevamente, después de los títulos que lleva ganados en el Atlético de Madrid español. El fue uno de los líderes de este plantel, que también tuvo puntos muy altos con Pogba, Mbappé, Kanté, Varane y Umtiti. Juntos, comandados por Didier Deschamps, el capitán de aquel campeón en su propio país, no se equivocaron y aprovecharon su momento para repetir el podio en esta ciudad. 

Croacia superó el tercer puesto conseguido también en 1998, y si bien tuvo un instante de lucidez para adueñarse de la situación, no tuvo capacidad para mantenerlo y se fue desvaneciendo a medida que pasaron los minutos.

La primera sorpresa del partido la produjo precisamente Croacia, que le quitó la pelota a su rival para tener el control del partido. La intención era mantener lejos de su arco a los hombres de ataque de Francia, e imponer un ritmo más pausado, a diferencia del que utiliza el conjunto de Deschamps. El encargado de distribuirla era Modric, quien abría la cancha hacia los costados, habilitando con precisión al compañero que llegara por ese sector. El jugador del Real Madrid tenía claridad suficiente para cambiar de frente y desconcertar a los mediocampistas franceses.

Lo que le faltaba a Croacia era profundidad para poder exigir a Lloris. Las acciones se diluían en el borde del área, y no podía rematar al arco. Pero cuando Francia buscaba salir de ese asedio croata, se encontró con una acción detenida que cambió la continuidad del juego. Griezmann ejecutó un tiro libre sobre la izquierda, lanzó la pelota al área, y Mandzukic, en su intento por rechazar, terminó cabeceando hacia atrás y convirtió el gol para los franceses.

La reacción de Croacia llegó rápido, y en la primera jugada que pudo combinar de manera colectiva igualó el encuentro. Perisic enganchó en el área, remató de zurda, y la pelota ingresó luego de rozar en un rival. La paridad era total cuando se produjo la acción polémica de la final: Perisic tocó la pelota con la mano dentro del área, después de que rozara en un adversario. El árbitro Néstor Pitana verificó con el VAR y decidió cobrar penal. Griezmann se encargó de convertirlo.

Croacia salió a jugar el segundo tiempo con mayor decisión, y se volcó hacia el campo rival con mucha gente. Cuando apenas habían pasado dos minutos estuvo cerca de empatar, pero Lloris respondió sacando el remate de zurda de Rebic por arriba. Lo que vendría después sería un aluvión de los franceses, que en seis minutos convirtieron dos goles (Pogba y Mbappé), para sentenciar el desenlace del duelo. La velocidad y la contundencia fue el arma que exhibieron los franceses en las dos definiciones, y lograron sacar una ventaja que se hizo difícil de remontar para los croatas.

El control pasó a ser total de los franceses, que no sólo lo tenían en lo futbolístico, sino también en lo anímico. El error del arquero Lloris, que terminó en el descuento de Mandzukic, le imprimió un poco de suspenso al final del partido, aunque Croacia no tenía las ideas necesarias para llegar a la hazaña del empate. 

La luz que le dieron los fuegos artificiales a la tarde gris de Moscú fue para reconocer a un campeón que estuvo iluminado durante todo el torneo. Los hinchas franceses tardaron en retirarse del estadio. La escena que protagonizaron tuvieron que esperarla durante dos décadas.