Desde Porto Alegre

Uno de los momentos más conmovedores del panel sobre el preponderante papel que tiene hoy el movimiento feminista en América Latina, fue la intervención de Laura Zúñiga Cáceres, la hija de Berta Cáceres, asesinada en Honduras cuando estaba luchando contra la construcción del proyecto hidroeléctrico de Agua Zanca. En el encuentro de mujeres, en el marco del Segundo Foro Latinoamericano de La Poderosa, se destacó en todo momento la fuerza del movimiento feminista argentino, que el 8 de agosto tendrá su prueba de fuego cuando el Senado trate el proyecto de aborto legal aprobado en Diputados. En ese marco, la uruguaya Lilian Celiberti dijo que es posible cambiar de idea sobre el aborto entre quienes estén en contra como producto de “la lucha colectiva para superar los fundamentalismos que imponen en nuestros barrios las iglesias”. Sostuvo que ese cambio de actitud se produce “cuando se activan y desatan las cabezas copadas por esas organizaciones fundamentalistas”. 

Celiberti precisó que “en los barrios populares están las iglesias fundamentalistas y pentecostales para conquistar nuestras cabezas y generar el inmovilismo, el sometimiento, el descreimiento en la lucha colectiva”. Por eso consideró que es importante reunir “miles de organizaciones de poderosas en cada barrio, por eso es importante que esas voces estén acá, construyendo algo que es muy importante, como lo es fortalecer la lucha de las mujeres de Argentina que están llevando adelante una lucha por defender nuestro cuerpo, porque nuestro cuerpo es nuestro territorio y en nuestro territorio tenemos que liberarnos porque eso tiene que ver con la autonomía, tiene que ver con la soberanía, porque el feminismo es el movimiento que tiene más que aportar a la causa emancipatoria”. Llamó a enfrentar “a esos fundamentalismos que hacen que en Chile tengamos a tres mujeres acuchilladas por marchar en favor del aborto legal y para eso es necesario estar más unidas que nunca”. 

El encuentro de mujeres de doce países de Latinoamérica se inició con la proyección de un video en el que se rindió homenaje a la brasileña Marielle Franco, a las argentinas Lohana Berkins y Diana Sacayán, y a la hondureña Berta Cáceres, quien fue recordada por su hija y militante feminista, Laura Zúñiga Cáceres. “Nos costó mucho desentrañar las razones del asesinato de mi mami, pero una de las primeras cosas que logramos visualizar fue que se trató de un mensaje directo hacia los movimientos sociales en Honduras y específicamente hacia COPPINH, que es una organización que durante cinco años ha enfrentado y muchas veces a derrotado las políticas del Estado, un Estado golpista, dictatorial”. De todos modos, admitió que “nos costó desenmarañar qué significaba para las mujeres que estamos luchando en el territorio, nos cuesta mucho, incluso todavía ahora, qué carga tenía para Berta Cáceres ser una mujer en lucha frente a una empresa privada que representa a todas las empresas privadas que   actúan en mi país, hasta que finalmente pudimos llegar a entender que uno de las principales motivos para que la asesinaran fue que fuera mujer”. 

Precisó que “en un Estado militarizado y dictatorial, que una mujer se enfrente a sus políticas es inaceptable para ellos y el asesinato acciona sobre otras mujeres libres dentro de Honduras y dentro de la región, para neutralizarlas y poder así parar gran parte de las voces, porque no pasa desapercibido el papel que están jugando las mujeres lencas, las mujeres indígenas, que para la lucha ocupan un lugar fundamental”. 

En la primera etapa de la investigación del crimen de Berta Càceres, se intentó disfrazar la motivación política calificando el hecho como “un crimen pasional”, mediante la detención de un hombre que había sido testigo y que fue herido por los sicarios que cometieron el asesinato. La hija de Berta señaló que “todo eso quedó atrás cuando se determinó, y esto no es casual, que uno de los implicados, David Castillo Mejía sea un ex militar”, que además, era director ejecutivo de la empresa DESA.