Los festivales de cine Clase A más importantes del mundo son escenarios ideales para el glamour y el marketing planetario, pero desde hace un tiempo también para la guerra cada vez más cruenta entre los distintos sectores de la cadena tradicional de la industria audiovisual y Netflix, que con su servicio de streaming amenaza con llevarse puesta una lógica de negocios instaurada hace más de un siglo. Un año después del escándalo en Cannes, donde la presencia de dos títulos de su factoría en la Selección Oficial obligó a modificar las reglas de participación, la batalla se traslada ahora al Festival de Venecia, que desde el 29 de agosto y hasta el 8 de septiembre llevará adelante su 75a edición. Habrá, como siempre, películas de grandes realizadores de todo el mundo, con la particularidad de que seis de ellas tendrán como destino final las pantallas hogareñas vía Netflix. Los exhibidores italianos, claro está, pusieron el grito en el cielo.

La primera bomba estalló en abril del año pasado, cuando se conoció que dos contendientes por la Palma de Oro del Festival de Cannes (Okja, de Bong Joon-ho, y The Meyerowitz Stories, de Noah Baumbach) no tendrían estreno en cines sino directamente en Netflix, algo para muchos inaudito tratándose del evento más importante del globo cinéfilo. Hubo varias declaraciones cruzadas de un bando y del otro, incluidas las del presidente del jurado, Pedro Almodóvar, quien defendió la experiencia de la sala, y las del director de contenidos de Netflix, Ted Sarandos, que dijo más o menos lo mismo de siempre: que la plataforma no hace cine para la pantalla grande sino para la pantalla en general. El resultado de la contienda fue un cambio en reglamento de Cannes a partir de este año, por el cual todos los filmes que quieran competir están obligados a pasar por los cines del país del gallo. La escalada aumentó cuando el director del evento francés, Thierry Frémaux, confirmó que la plataforma podría presentar sus películas, pero fuera de competición. Lejos de achicarse, Sarandos redobló la apuesta hablando de “intransigencia” y avisando que sin tratamiento igualitario se irían a otro lado. “Es hora de que Cannes se modernice”, disparó antes de pegar un portazo.

Más allá de la indiscutible atención mediática, estrenar allí era un problema para Netflix, pues la ley francesa impone una ventana de 36 meses entre la exhibición en salas y el lanzamiento hogareño. En Italia, en cambio, no existe tal restricción. El Festival de Venecia aprovechó el río revuelto para intentar sacar su ganancia. Apenas se conoció la modificación reglamentaria en Cannes, el director de la Mostra, Alberto Barbera, afirmó que su relación con la plataforma era “óptima” y que “tratar de parar la marea con una mano es ir contra el tiempo”. Así, la compañía tendrá seis de películas en la próxima edición de Venecia, tres de ellas en la Selección Oficial: Roma, el regreso de Alfonso Cuarón a México; el thriller 22 July, del británico Paul Greengrass, y The Ballad of Buster Scruggs, un nuevo western de los hermanos Coen después de Temple de acero. Fuera de competencia estarán The Other Side of the Wind, el proyecto inconcluso de Orson Welles; y el documental sobre su figura They’ll Love Me When I’m Dead. El sexteto se completa con On My skin, del italiano Alessio Cremonini, programado en la sección Horizontes.

Barbera reconoció abiertamente su alegría por quedarse con títulos que originalmente tenían destino francés –todos los pronósticos previos al conflicto señalaban a las películas de Cuarón y Welles como fijas para la Croisette– y afirmó que las ventanas de exhibición “no tienen sentido”. “No veo razones por las que se deba excluir de la competencia una película solo porque haya sido producida por Netflix”, justificó. Su sonrisa de oreja a oreja durante la conferencia de prensa en la que anunció la programación sería la contracara al fastidio posterior de los exhibidores italianos. Dos de las principales entidades del rubro, la ANEC (Asociación Nacional de Exhibidores de Cine) y la ANEM (Asociación Nacional de Exhibidores Multiplex, emitieron un duro comunicado contra los lanzamientos simultáneos online y en salas, algo que ocurrirá con On My Skin el 12 de septiembre.

Sin mencionar directamente a Netflix, afirman que este tipo de estrenos solo “beneficia los intereses a corto plazo de una de las partes, en detrimento de las otras”. “La modalidad de distribución consensuada entre los sectores ha permitido el desarrollo íntegro de toda la cadena de valor. Es un tema muy sensible que debe tratarse con todos los integrantes de la industria, especialmente en un período de grave crisis para la exhibición”, continúa la declaración, en referencia a la caída del 11,6 por ciento de recaudación de la taquilla italiana entre 2017 y 2016, según la según la Asociación Nacional de Industrias Cinematográficas, Audiovisuales y Multimedia (Anica). El comunicado concluye asegurando que las organizaciones “se opondrán a los estrenos simultáneos por cualquier medio”. ¿Habrá boicot entre las góndolas? Sea como sea, la alfombra roja tendrá a la N mayúscula como gran protagonista.