Hoy, justo hoy, Sandra, hace una semana que te despedimos en el cementerio de Moreno. Parecen meses ya...

Nos dejaste por la desidia de un Estado al que cada vez le importan menos las personas. Somos números, mi amor.

¡Lo diste todo y más!

Nos queda un vacío enorme. Nos quedan tu pujanza, tu fuerza, tu solidaridad, tu inmenso amor por toda tu familia, por tus padres, por tus hermanos, por tus tíos, por tus cuñados, por tus suegros y especialmente por todos tus sobrinos, los de sangre y los políticos, por los que te desvivías.

También nos queda tu amor por la escuela pública, por los programas de Patios Abiertos y por los Coros y Orquestas para el Bicentenario. 

Siempre dejándolo todo y más.

Estamos inmensamente dolidos todos, pero fuertes en la búsqueda de justicia por vos. 

Porque no cesaremos es esa búsqueda.

De parte del Estado, no veo que los responsables asuman ni siquiera la verdad de lo que pasó.  

Yo, como el gran utópico que siempre fui, aún creo en la Justicia. No debo dejar de hacerlo. Pero no voy a dejar de observar cada paso que la Justicia dé o se abstenga de dar. 

La gobernadora dice que el Estado invierte. Yo sé, Sandra, que toda tu vida pusiste dinero de tu bolsillo para fotocopias, para tinta, para papel, para elementos de limpieza, para comida... Como lo hacen todos los docentes. El Gobierno dice que le interesa la educación pública. Pero la vida no son declaraciones. La vida es lo que hacías vos. Si a un Estado le interesa la educación pública debe traducirlo en sus actos. En inversión. En cuidado de las escuelas, de los docentes y de los chicos. En orquestas y en construcción. En control del gas y en calefacción. Si no pasa eso, yo debo sacar una conclusión: a este gobierno no le interesan, en los hechos y de verdad, ni la educación pública ni los chicos ni las chicas. No le interesan ni los docentes ni las docentes. Hace como que sí. Disfraza las cosas.

La gobernadora dice que hay una utilización política de tu muerte, Sandra. 

Que me lo diga en la cara.  

Yo no quería tu partida. Pero ya que la desidia te mató, quiero que por lo menos tu partida sea un quiebre y que las cosas cambien. Para que la escuela no sea el lugar del pánico y para que no haya más Sandras y Rubenes. 

¡Es otro Nunca Más, mi amor!

Te amamos, Sandra. Estamos orgullosos de vos como antes. Y estaremos orgullosos de vos por siempre. 

Maxi, Lu y Agus

(Texto escrito por Maximiliano, esposo de la vicedirectora de la Escuela 49 de Moreno Sandra Calamano. Fue leído en la marcha del silencio de los docentes frente a la Casa de la Provincia de Buenos Aires   el viernes 10 de agosto.)