Héctor Francisco del Valle sonríe cuando se le pregunta cómo se pueden prevenir los incendios, si muchas veces son catalogados como una plaga bíblica. “Bueno, no pueden prevenirse todos los incendios, pero sí hay un amplísimo terreno para trabajar.”

–¿Cómo se atacan los incendios?

–Se pueden prevenir o mitigar. Y también, por supuesto, combatirlos una vez que se desatan. La prevención involucra la planificación y la coordinación para el control de áreas críticas, que son aquellas en que todos los años (o casi todos) se producen incendios. Y para prevenirlos hace falta un plan de prevención, aunque suene redundante.

Del Valle es investigador principal del Conicet y del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales. Estaba en Alemania cuando se produjo el devastador incendio de Puerto Madryn, en 1994, en el que murieron 25 bomberos mientras lo combatían. 

–El incendio de Madryn fue tan terrible que apareció en la primera plana de los diarios de todo el mundo. Yo ya me dedicaba a la investigación de los ecosistemas continentales y empecé a “especializarme” en el fuego y en el manejo de los incendios de comportamiento extremo.

–¿Cuáles son? ¿Qué tienen de especial?

–Las áreas críticas son aquellas que reúnen características determinadas de humedad, de volumen de vegetación, de temperatura y de viento. El papel del viento es fundamental. En principio, hay que tener en cuenta que el viento hace dos cosas: seca la vegetación (las hojas, los pastos) y ayuda a la propagación de las llamas. Y además, es determinante en los incendios de comportamiento extremo.

–¿Por qué?

–A veces, los vientos de superficie van en dirección contraria a los vientos de altura. Cuando eso pasa, y hay un incendio, estamos en un momento muy peligroso. Los bomberos deben prestar especial atención a la columna de humo. Si en algún momento parece que la columna se quiebra, sólo tienen tiempo de salir de la zona en la que estaban trabajando. Apenas hay tiempo para escapar. 

–¿Qué pasa si la columna se quiebra?

–La columna se rompe cuando chocan las dos corrientes de viento. Es como si la de altura fuera una inyección de oxígeno en la base del fuego. Es el mismo efecto del fuelle en una fragua. El fuego se aviva y se expande muy rápidamente.

–¿Cómo de rápido? ¿De cuánto tiempo hablamos?

–Mire, hubo guanacos atrapados mientras intentaban escapar. ¿Sabe a qué velocidad corre un guanaco?

–No tengo ni idea.

–A 60 kilómetros por hora. Y sin embargo quedaron atrapados en el fuego. Además de la velocidad de propagación de las llamas, hay otro aspecto a tener en cuenta. En el momento en que se produce el choque de las dos corrientes, al bombero que está sobre el terreno le parece que el fuego se está extinguiendo. Las llamas decrecen por un momento y cae una especie de rocío y da la sensación de que se va apagando. Ese es el momento de mayor peligro y cuando lo único que se puede hacer es escapar.

–¿Y cómo se detecta ese momento? El bombero no ve la columna de humo mientras está trabajando...

–No, claro. El bombero sobre el terreno está atento a otras cosas. Aquí es donde entra a tallar el observador externo. 

–Ah, no habíamos hablado de él todavía.

–No, pero sí habíamos hablado de un plan de prevención. Y ahora hablaremos de un protocolo para el trabajo de los bomberos. A partir del estudio sobre los incendios de comportamiento extremo que empezamos luego de la tragedia que se produjo en Madryn, elaboramos un protocolo que incluye como imprescindible un observador externo cuya misión principal es la observación de los vientos y las variaciones de las condiciones climáticas en la zona de fuego. Este observador es el que da la voz de alerta para que los bomberos salgan inmediatamente de la zona de peligro. 

–Claro. La prioridad en el combate del fuego es proteger la vida de los bomberos.

–Por supuesto. Hasta tal punto es así que en muchos lugares del mundo, si la vida de los bomberos está en riesgo, se limitan a controlar los daños, evitar que el fuego se propague, y nada más. Por ejemplo, en Estados Unidos, si se produce un incendio en un bosque y hay gente que vive en ese bosque, no se permite a los bomberos arriesgarse para rescatarla. Se considera que la gente eligió ese lugar para vivir y se hace cargo de los riesgos. La protección del bombero es lo fundamental. 

–Muy bien. El observador da el alerta y los bomberos se van. ¿Por dónde?

–Ahí entramos en la zona del plan de prevención. Es un plan para la acción coordinada de muchas instituciones.

–¿En la Argentina existe ese plan?

–Yo le diría que no, o que sólo hay un embrión... Hay que hacer un trabajo en serio, más en profundidad que lo que se hizo hasta ahora. Por ejemplo, un aspecto que parece menor, pero no lo es. Hay que organizar equipos de relevos para los que están trabajando. Antes. iban todos a apagar un fuego y después de cuatro días de trabajo intenso estaban todos agotados y no había nadie que pudiera reemplazarlos. Recién ahora se organizan los equipos teniendo en cuenta la protección y la necesidad de relevos.

–¿Cómo se está trabajando en el país?

–Tenemos el Plan Nacional de Manejo del Fuego, que está trabajando muy bien, con muchos y muy buenos esfuerzos, pero no es suficiente.

–¿Qué falta?

–Hay que entender que no se pueden corregir inmediatamente los errores de décadas. Pero hay que ponerse ya a trabajar.

–¿Por dónde empezar?

–Empezamos por identificar las zonas críticas y por estudiar sus características. Por ejemplo, sabemos que la Patagonia es un caso especial, único en el mundo. El viento no para de noche y cambia de dirección. Eso la hace una zona muy peligrosa para el manejo de los incendios. 

–¿Cómo es el plan que proponen?

–Es un sistema de alerta (nacional y provincial en las zonas críticas) temprana. Entre otras cosas, incluye por ejemplo el uso de fotos digitales.

–¿Para qué se usan las fotos?

–Los satélites pasan cada media hora sobre una zona y sacan una foto que permite saber los valores de humedad y temperatura, entre muchos otros aspectos de una zona. Entonces, identificando una zona crítica, cuando se alcanzan determinados valores de muchas variables ya estudiadas, se puede emitir un alerta antes de que empiece el fuego, o apenas empezado, antes de que se propague.

–Y entonces se podría concentrar esfuerzos y recursos...

–Sí. Y eso es muy importante. Pero recuerde que hablamos de un plan de prevención. Y eso no es sólo llegar a tiempo a combatir el fuego.

–¿Qué más incluye?

–Hasta ahora hablamos de la función del Servicio Meteorológico Nacional, con el aporte y estudio de los datos meteorológicos, y de la Comisión Nacional de Energía Atómica, por el uso de los satélites. Faltan otras instituciones, como el INTA, por ejemplo.

–¿Cuál sería su papel?

–El plan de prevención incluye también el trazado y la conservación de los caminos vecinales. Son importantes porque por esos caminos saldrán los bomberos de las zonas críticas y también entran y circulan las máquinas viales que hacen los cortafuegos, que son esas picadas en las que se remueve la vegetación y la tierra para que al llegar ahí el fuego no se propague. Se despeja una zona ancha para que el fuego no encuentre más combustible.

–Y el INTA está en una condición inmejorable para controlar eso...

–Sí. Puede controlar la ubicación y el tamaño de los caminos y los senderos para que sea más fácil acotar un incendio. 

–Coordinar el trabajo de tantas instituciones es una tarea complicada...

–Es cierto. Y hay más áreas involucradas. 

–¿Cuál falta?

–Vialidad Nacional. Fíjese que nosotros tratamos de distinta manera los incendios forestales que los que se dan en los pastizales. 

–¿En qué se ve la diferencia?

–En los bosques, las áreas de descanso y en las que se permite acampar están perfectamente señalizadas. Y hay una gran cantidad de carteles de prevención, para que la gente tenga cuidado con sus fogatas, se cercioren de que estén bien apagadas cuando se van, se indica dónde está prohibido hacer fuego... En cambio, sobre la Ruta 3, que es donde se produce la mayoría de los incendios, no hay nada que apunte a la prevención.

–Que sería la parte correspondiente a Vialidad.

–Claro. Es cierto que si está mal señalizada la ruta, es medio utópico esperar que se ocupen de la prevención de incendios. Pero hay que hacer las dos cosas. Estos incendios, que son los que se producen por negligencia (colillas que se tiran desde los autos, fuegos en cualquier lado que se dejan abandonados sin apagarlos bien, envases de vidrio que se tiran y luego funcionan como lupas) sólo se previenen con educación y un trabajo concienzudo.