A la última reunión con el equipo de María Eugenia Vidal, para discutir salarios, el Suteba llevó a Hernán Pustilnik, un maestro que fue compañero de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, los muertos el 2 de agosto por una explosión de gas en la Escuela número 49 de Moreno. Los funcionarios del encargado de Educación Gabriel Sánchez Zinny no lo aceptaron. 

–Si no entra él conmigo no hay reunión –dijo el secretario general Roberto Baradel.

Y agregó:

–Es mi asesor. 

Al final Pustilnik fue autorizado a entrar, e incluso habló de sus amigos muertos. Pero tanto él como los dirigentes coincidieron en un relato del encuentro: ningún funcionario mencionó a los muertos ni les preguntó por ellos. Solo el silencio. 

Al principio el flan Casero que cocinó el cómico delante de Alejandro Fantino apuntó solo a dos lugares: el reclamo infantil de lujos en una casa quemada, supuestamente por la herencia recibida y la corrupción, y la puesta en duda de la recuperación de identidad de los nietos robados durante la dictadura. Horas después el autor y otros referentes del oficialismo sumaron como blanco los docentes. 

En una segunda aparición que buscó asemejarse a una disculpa Casero mencionó a Baradel, el secretario general del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires, el Suteba. “Queremos flan es Roberto Baradel pidiendo el 21 por ciento de aumento”, dijo. El Frente de Unidad Docente bonaerense, integrado por varios gremios y no solo por el Suteba, acababa de rechazar la oferta de María Eugenia Vidal de elevar el salario un 20,7 por ciento cuando la inflación prevista por todos los analistas para este año tendrá un piso del 32 por ciento. El sueldo inicial de un maestro o una maestra apenas supera los 12 mil pesos. No tienen lugar, al menos en el inicio, para muchos flanes.

El diputado del PRO Waldo Wolff completó la idea de Casero. “Para mí, el flan es Baradel haciendo paro porque explotó una garrafa, cuando no le podés echar la culpa a otro si gobernaste 30 años”, dijo. 

La escuela no usaba garrafa sino Zeppelin, el tanque grande, y el problema de las escuelas son las instalaciones enteras de gas y de electricidad. El hecho importante no fue la explosión sino que la explosión causó dos muertes.

La educación aparece como el blanco y el punto que desentraña la realidad entera de la Argentina. Cuando surgieron los episodios del flan, una ciudadana de La Matanza envió un mensaje a este diario: “Buenas tardes. Hace unos días me acordando de usted. Si hablamos de flanes no puedo olvidarme de esta nota”. Y ponía el link: https://bit.ly/2PzTYoV

La nota fue publicada el domingo 17 de julio de 2016, hace más de dos años. En una escuela de La Matanza los chicos estaban contentos porque ese día comerían flan con dulce de leche. Todos comieron salvo uno. Dice la narración: “Serio, saca un pequeño tupper de la mochila, toma el flan y lo guarda. Uno de los directivos de la escuela justo camina en ese momento por el comedor y ve la escena de reojo. ‘Seguro está guardando el flan para repartirlo en la casa con los hermanitos’, supone. Y llora”.

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