El duelo de argentinos en la primera ronda del Abierto de los Estados Unidos fue para Diego Schwartzman, que se impuso ayer en tres sets a Federico Delbonis. En dos horas y 41 minutos de juego, el porteño aseguró la victoria 6-2, 7-6 (8-6), 6-2, en un cruce que tuvo al calor y la humedad como un factor relevante a la hora de analizar el desarrollo. Schwartzman, más liviano y con mejor condición física, se adaptó a la situación climática extrema, y consiguió rápidas ventajas moviendo a su rival por toda la cancha.

Delbonis consiguió de todas maneras un quiebre en el segundo set, que cambió el panorama y que terminó forzando un tie break decisivo, que no pudo concretar. A pesar a contar con tres chances para ganar el set, el héroe de la Copa Davis ganada por Argentina en 2016 no pudo cerrar el parcial, y Schwartzman ganó cinco puntos seguidos para extender su ventaja.

La historia empezó a cerrarse allí, con el décimotercer favorito lanzado a la victoria, en busca de reeditar los cuartos de final que logró el año pasado.

Leonardo Mayer, por su parte, tuvo que abandonar el partido que perdía 6-4, 6-4, 4-6, 2-1 ante el serbio Laslo Djere, después de sufrir mareos y recibir atención médica durante el primer set, como consecuencia del intenso calor. “Creo que fue un golpe de calor”, dijo Mayer, que aseguró que era “imposible” jugar bajo esas condiciones. “Nunca me había pasado algo así. Es impresionante”, explicó el correntino, que comentó que cuando llegó al vestuario vio a otros jugadores acostados en el piso, por las condiciones que había en las canchas.

“Hay que parar esto. Hasta que no se muera alguien no van a parar. Después de que me fui al baño en el tercer set, cuando volví era imposible. No podía más”, añadió Mayer, que durante el encuentro le repetía constantemente a su entrenador Mariano Hood que no podía continuar.

El intenso calor en Nueva York resultó el principal protagonista de la jornada diurna. Con el termómetro superando los 35 grados y la alta humedad elevando la sensación térmica hasta los 40, el cemento de Flushing Meadows se convirtió en un verdadero infierno para los jugadores. Mucha hidratación, toallas con hielo colgadas como bufandas, moverse en cámara lenta, y hasta aprovechar los espacios con sombra en la cancha fueron imágenes que se repitieron a lo largo de la tarde.

Los estadios más grandes, con tribunas que ofrecían un poco de sombra hasta que se fue nublando con el correr de la tarde, ayudaban un poco a los jugadores, como remarcó la danesa Caroline Wozniacki. “Hacía mucho calor, seguro, pero tuvimos un poco de suerte”, dijo la segunda favorita. “Normalmente, con la sombra, no me siento tan cómoda, pero fue realmente útil para poder enfriar un poco. Definitivamente, estaba mucho más fresco en el lado con sombra, así que eso ayudó”, comentó la danesa, que le ganó en dos sets a la australiana Samantha Stosur.