Los hombres están desorientados. No saben si pueden mirarle el culo a una chica en la calle, si está bien decirle un halago a una compañera de trabajo ni cuánto insistir –¿insistir?–, frente a un no de una mujer en un boliche. En tiempos de denuncias en redes sociales por acoso y abuso sexual, cuando se definen como expresiones de violencia de género situaciones que antes no se reconocían como tales, los códigos de seducción están en proceso de transformación. Los cambios los imponen ellas. Entre el desconcierto, el temor a los escraches y la toma de conciencia por conductas machistas que ahora son reprobadas, hay varones que están dando pasos para atrás y buscan fórmulas para el levante acordes a la ola feminista. La insistencia se puso en cuestión y se escriben nuevas normas sobre el consentimiento. ¿Hay que preguntar para dar un beso? ¿Se pierde espontaneidad? En escuelas secundarias empezaron a armarse colectivos de Varones Antipatriarcales o En Deconstrucción y desde los centro de estudiantes se promueven talleres de Nuevas Masculinidades, mientras florecen espacios llamados No es No, donde las mismas alumnas reciben denuncias de otras compañeras cuyo “no” fue avasallado. Los pibes y las pibas llevan la delantera, pero no son los únicos: varones de otras generaciones buscan escribir otros estatutos para la conquista. Seducir pero sin machismo. Ese es el desafío.

Claro que quienes tienen dudas en torno a las nuevas maneras de cortejar en la era de los movimientos #NiUnaMenos y #MeToo, conviven con fervientes seguidores del Manual de la AFA con consejos para conquistar rusas durante el Mundial. “Si yo no hubiera insistido, si yo no hubiera forzado la relación, quizás no estaría casado. Las mujeres de mi generación fueron socializadas para decir que no, cuando quieren decir que sí”, dice un contador de más de 50 años, casado y con varios hijos.

“Estamos aprendiendo que hay cosas que son políticamente incorrectas decirlas. Los hombres estamos caminando a tientas”, reconoce el periodista y escritor Pablo Perantuono. En su flamante novela, Teoría del derrape, se mete, tangencialmente, con el tema. El protagonista, Diego Correchea, un abogado que en sus cuarenta se separa, está inmerso en una crisis en su vínculo con las mujeres, no sabe cómo posicionarse y empieza a relacionarse a través de las redes sociales, en una especie de zapping sexual. “Se siente interpelado por los cambios de las mujeres y a la vez, se encuentra perdido. Siente que está amenazada su masculinidad, su poder”, cuenta a PáginaI12 Perantuono, de 47 años. Ficción y realidad interactúan, se mezclan. En sus veinte, dice el escritor, culturalmente estaba depositada la presión sobre los varones a la hora del levante. “El hombre tenía que tener la iniciativa, la valentía, la seguridad y era un salto al vacío. El boliche se convertía en un lugar de caza, donde los hombres tendíamos redes. Ahora se democratizó, por suerte, y tiene otros matices. Los varones sienten que el acercamiento se da de forma más natural. Es beneficio puro”, destaca. De todas formas, observa, ese cambio de reglas, en realidad, no se manifiesta uniformemente. “Hay muchos varones que no reconocen que tienen que salir de ese lugar de machos. No discuten ni hablan entre sí del tema. Ven el avance de las mujeres como amenaza y no como una posibilidad que nos va a sacar esa presión a las que nos somete el patriarcado a nosotros también. Trabajo con gente a la que le llevo 10 o 12 años, y no noto que ellos estén haciendo cambios”, advierte.

Varones en deconstrucción

Quienes sí están en plena reflexión para encontrar nuevas formas de seducción, sin machismos, son los adolescentes. El tema les preocupa y los ocupa. En la Escuela de Educación Media N° 7 Claudia Falcone, del barrio porteño de Palermo, un grupo de estudiantes hace un mes armó un taller de Nuevas Masculinidades. Al primer encuentro fue una decena de alumnos, de entre 14 y 17 años. La segunda reunión, el viernes 24 de agosto, estuvo “estalladísima”, se entusiasma Pancho Martínez, de 16 años, porque casi triplicaron la cantidad de participantes. Martínez es uno de los promotores del espacio. Decidieron reunirse cada dos semanas, entre varones, para no sentirse intimidados por la presencia de mujeres. Espacios similares están funcionando en otros colegios porteños, como la Media Nº 1 Julio Cortázar, del barrio de Flores, el Nicolás Avellaneda. “Los pibes se nos acercan y nos dicen que sigamos”, destaca. Hasta le están pidiendo asesoramiento estudiantes de otros colegios privados para crear el mismo taller. 

¿Qué supone el acoso callejero? ¿Qué harías si un compañero tuvo una situación de abuso? ¿Cuál sería el rol de aliado feminista?, son algunas de las preguntas que intentan responder. A la última reunión fue un alumno de 5° año que había sido denunciado y escrachado por una compañera, que era su novia, que lo acusó en una publicación de Instagram de abuso sexual y psicológico. “Al principio le costó reconocerlo. Pero después empezó a pensar que tenía que hacer algo e intentó cambiar. Ahora, nos contó, le cuesta mucho acercarse a una chica”, dijo Martínez, que es integrante del Centro de Estudiantes. Ella terminó pidiendo el cambio de turno.

Martiniano Figoli va a 3° año, en el turno tarde de la Falcone y fue uno de los participantes del taller. Está muy enganchado con la actividad extracurricular. “Nos enseñan desde chiquitos que para conseguir algo hay que insistir. Un nene caprichoso le insiste a la mamá y consigue lo que quiere. Tenemos que desarmar esa idea, que también aplicamos al deseo sexual. Cuando le insistís a una chica hasta que conseguís que te diga lo que querés en realidad estás logrando que ella haga algo que no quiere”, señala Figoli. De eso también hablaron en el taller.

En varias escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires se conformaron además, espacios llamados “No es No”, donde las mismas adolescentes reciben denuncias de compañeras que denuncian a compañeros por distintas formas de violencia machista en sus acercamientos amorosos o sexuales. “El principal cambio es que nosotras incorporamos rechazar esas conductas. No tenemos por qué someternos a eso. Ellos también notan esa incomodidad y toman registro de esas normas que nosotras empezamos a imponer”, cuenta a PáginaI12 Ofelia Fernández, de 18 años, dirigente estudiantil y estudiante de 6° año del Colegio Nacional Pellegrini. En general, dice Fernández, los hechos denunciados son previos a la apertura de los espacios “No es No”. “Están funcionando a modo de prevención”, dice. Ya sea por el temor al escrache o porque realmente internalizaron la diferencia entre seducción y violencia. “Los pibes aceptan el ‘no’ más rápidamente: hay un cambio muy notorio. Están muy atentos, lo van incorporando”, destaca la ex presidenta del Centro de Estudiantes del Pelle.

En el Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE), que también depende de la UBA, hicieron este año varios talleres de “Deconstrucción”, en los que participaron “personas directamente oprimidas por el patriarcado”, en un grupo y “personas no directamente oprimidas por el patriarcado”, en otro. Y están armando un colectivo de Varones en Deconstrucción.  

–¿Qué pensás que tenés que deconstruirte? –le preguntó este diario a Lucas Grimson, de 17 años, alumno de 5° año y miembro de la Secretaría de Género del Centro de Estudiantes. 

–Personalmente, micromachismos, que son muchos y conocemos uno nuevo cada día. 

–¿Notás cambios en las formas de seducción y levante en estos últimos años?

–El feminismo llegó a los códigos de seducción a partir del año pasado. Hay algo que cambió y es el tema de la insistencia. Si querés salir con alguien, antes le insistías muchísimo. Ahora, no. No se tolera más un acoso o un abuso. Con las páginas “No es No” se generaron contextos diferentes en cada colegio. Creo que a muchos varones se les prendió la lamparita que había algo que hay que modificar y otros lo hacen para no terminar escrachados. Hace poco estuve en el viaje de egresados y en los boliches nos mezclamos con chicas y chicos de otras escuelas. Lo que vi en esas situaciones es cómo estábamos nosotros, los de mi colegio, hace cuatro años: la insistencia que no se termina y lo manoseos a las chicas. No sabés si meterte o no. Estamos implícitamente buscando nuevas formas. El inicio yo lo veía antes más de parte de los varones. Ahora hay una seducción más equitativa.