Gente de todo el mundo se pregunta por el fenómeno Zanón, la fábrica de cerámicos de Neuquén que se convirtió en un modelo de empresa recuperada por sus trabajadores. Una historia de organización colectiva y resistencia obrera a casi todo: el vaciamiento, los despidos, las intrusiones de Gendarmería, los desalojos. Fue inaugurada en plena dictadura por Luigi Zanón, el italiano que hizo el Ital Park, y luego de una larga batalla fue tomada por sus laburantes veintidós años después, precisamente tras el colapso de 2001. Tal interés generó este proceso en el planeta que el primer trabajo que lo narró e historizó fue de un italiano, el cineasta activista Daniele Incalcaterra, quien lanzó el documental Fábrica sin patrón en 2004.

Luego vinieron otros de factura nacional como Corazón de fábrica (2008) o Zanón, el hilo rojo, de este año, todos muy buenos para aproximarse e introducirse en esta historia.

Sin embargo, ninguno hasta ahora pudo profundizar demasiado en una veta a lo mejor no tan importante para el manejo de la fábrica en sí, pero muy poderosa desde lo simbólico: el intenso apoyo que durante años recibieron de artistas, fundamentalmente de músicos de rock argentinos y foráneos que empujaron acciones o incluso viajaron hasta Neuquén para tocar. El caso más emblemático fue el de La Renga con sus inolvidables tres shows en la fábrica, aunque también se arrimaron desde Ska-P hasta Manu Chao. El rock hizo de la batalla obrera en Zanón una propia batalla cultural, casi obligándose a tomar posición por una fábrica de 200 empleados que en la Patagonia busca todo lo que a ese rock debería gustarle: evitar que eso que podemos llamar sistema, orden establecido o McCree nos siga pisando la cabeza.

Todo ello pretende relevar Música por Zanón, un documental que un interesante equipo neuquino está produciendo y por el cual se inició una campaña de financiamiento colectivo en la plataforma Idea.me. La acción ocurre en un momento crítico de la fábrica. “Hoy, por primera vez desde la recuperación, hay menos obreros que entonces. La fábrica arrancó el proceso de autogestión con 220 empleados y llegó a tener 450. Ahora apenas quedan 208. Es el peor momento no sólo de Zanón sino de todas las fábricas recuperadas”, aporta Nicolás Bustamante, cabeza del proyecto sobre el documental en cuestión.

Nicolás es un periodista neuquino que se alió con colegas, fotógrafos y realizadores audiovisuales de la zona para llevar adelante Músicos por Zanón. Comenzaron haciendo entrevistas, la primera a La Renga tras un show en el estadio Ruca Che, en octubre de 2016. Por efecto dominó se fueron sumando otros artistas. Así apareció Rocambole. “Se solidarizó siempre con Zanon y se enganchó con el documental”, cuenta Bustamante. Y luego se agregó el artista Pablo Serafín, de la vecina Gral. Roca e ilustrador de El delito americano, el libro del Indio Solari. Ambos hicieron diseños para gorras, remeras y cerámicos que figuran entre las recompensas que, vía Idea.me, se entregan a quienes aporten donativos. Este arte popular a precio ídem se puede checar en http://musicaporzanon.org/

La campaña termina el 29 de este mes, en tres semanas, y además se planea una actividad para el 27 de octubre en el centro de Neuquén, con Rocambole y Serafín entregando las recompensas. En principio toca La Moto (una “banda legendaria de Neuquén que siempre colaboró con la fábrica”, subraya Bustamante), aunque mientras tanto siguen las gestiones para arrimar más voluntades. “Tenemos la buena onda de grupos como La Renga, desde ya, o Attaque 77. Y ese mismo día toca Divididos en el Ruca Che, el estadio principal de la ciudad. Recorrieron la fábrica en 2008, hace ya diez años, y prometieron hacer algo, aunque luego no prosperó. Nos gustaría llegar a ellos.”

Motorizados por la fuerza de este proyecto, Nicolás Bustamente y el equipo trabaron más lazos con los obreros de la fábrica. Y de ahí se desprendió un proyecto posterior, ante la necesidad de la fábrica por sobreponerse a esta embestida ajustadora y devaluante que pone en crisis los esquemas de las organizaciones autogestivas. De ahí surgirá Zanón resiste, otra campaña más integral que comenzará en octubre. “Nosotros quisimos aportar relevando los apoyos artísticos a la fábrica, pero eso activó otras cosas, entre ellas a los mismos obreros. El documental se convirtió en algo vivo: la idea es que no quede todo en el recuerdo y volver a gestionar nuevas acciones”, concluye Nicolás.