El papa Francisco recibió ayer en el Vaticano a los máximos responsables de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, luego de las recientes revelaciones sobre décadas de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes en Pensilvania. Francisco mantuvo una audiencia privada con el presidente de la conferencia episcopal estadounidense, el cardenal Daniel DiNardo, con el vice, el arzobispo José Horacio Gómez y con el secretario general, el obispo Brian Bransfield. También estuvieron acompañados por el arzobispo de Boston, Sean O’Malley, presidente de la Comisión pontificia para la protección de menores y consejero cercano de Francisco. “Estamos agradecidos al Santo Padre por recibirnos en audiencia. Compartimos con el papa Francisco nuestra situación en los Estados Unidos, cómo el Cuerpo de Cristo es lacerado por el mal del abuso sexual. Escuchó profundamente desde el corazón. Fue un intercambio largo, fructífero y bueno”, indicó el cardenal Daniel DiNardo, en un comunicado. “Al salir de la audiencia, rezamos el Angelus juntos por la misericordia y la fuerza de Dios mientras trabajamos para sanar las heridas. Esperamos continuar activamente nuestro discernimiento para identificar juntos los próximos pasos más efectivos”, concluyó. 

En Estados Unidos, siete Estados ya iniciaron investigaciones sobre abusos a menores ocurridos por parte de religiosos católicos en ese país. Desde la Red Nacional de Supervivientes de los Abusados por los Clérigos (SNAP), su presidente, Tim Lennon, comentó que en el país se confirmaron investigaciones en Massachusetts, Illinois, Florida, Nuevo México, Nebraska y Missouri, además de Nueva York y Nueva Jersey. Asimismo, Lennon aseguró tener informaciones sobre pesquisas en Maryland, Alaska, Rhode Island y Nuevo Hampshire. En paralelo, el Vaticano informó que Francisco aceptó la renuncia del obispo estadounidense Michael J. Bransfield, quien en el pasado fue acusado de abusos sexuales en la diócesis de Filadelfia. “El papa aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Wheeling-Charleston presentada por monseñor Michael J. Bransfield” informó el Vaticano en un comunicado. En su lugar y a la espera del nombramiento de un nuevo obispo, el Vaticano nombró a William Edward Lori, arzobispo de Baltimore, a quien encargó una investigación sobre las acusaciones contra  Bransfield. “Prometo llevar a cabo una investigación exhaustiva en busca de la verdad en las preocupantes acusaciones contra el obispo Bransfield y trabajar en estrecha colaboración con el clero, los religiosos y los líderes laicos de la diócesis hasta el nombramiento de un nuevo obispo”, dijo el arzobispo Lori, en una nota. Bransfield comenzó su carrera como sacerdote en la archidiócesis de Filadelfia y fue nombrado obispo de Wheeling-Charleston en 2005. En 2012, en el juicio a otros clérigos de Filadelfia, Bransfield fue acusado de haber abusado sexualmente de diez niños a finales de la década de los 70 y principios de los 80. Desde entonces el obispo negó las acusaciones. 

A los conocidos escándalos de Pensilvania, se sumaron ayer datos filtrados por diario alemanes que revelan más de 3000 casos de pedofilia perpetrados por sacerdotes de la Iglesia Católica de Alemania. El documento revela abusos en los últimos 70 años y detalló que más de la mitad de las víctimas eran menores de 13 años. Uno de cada seis casos fue una violación y hay al menos 1.670 curas implicados. Además ayer, el Vaticano anunció la convocatoria a los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo para los próximos 21 a 24 de febrero. El encuentro se realizará con motivo de tratar la problemática de abusos sexuales a menores, luego de los escándalos que sacudieron la reputación de los altos representantes de la Iglesia católica en Estados Unidos y Chile. Desde el pasado mayo y en respuesta a una política del pontífice, 34 obispos chilenos presentaron su renuncia luego de reconocer sus delitos. 

Este miércoles, la cadena de televisión CNN divulgó una encuesta que revela una disminución en la popularidad del papa en Estados Unidos. Sólo la mitad de los estadounidenses, 48 por ciento, lo avala, contra un 72 por ciento en 2013, primer año a la cabeza del Vaticano.