Anotaba Virginia Woolf en su novela Orlando que “en la noche los reflejos del oscuro lago de la mente brillan con más claridad que durante el día”. Y en la noche oscura, madre de todos los pensamientos, se zambulle la deslumbrante Virginia Innocenti en su más reciente pieza. Donde, hilvanando finamente poesías de puño y letra, anécdotas personales, fotografías familiares, canciones de niñez y adolescencia, esta reconocidísima actriz, cantante y poeta abre las arcas de los recuerdos para reconstruir un pasado doloroso, sin complacencias, “en un intento por ordenar las heridas”. Tal es la valentía y el arrojo de Traducción de las noches, título de la obra que la tiene por intérprete, y de la que es además dramaturga y codirectora (junto a Leandra Rodríguez, que hace también un preciosista trabajo en el diseño de luces). Estrenada en el marco del ciclo Agosto Poético, del Centro Cultural de la Cooperación, continúa en cartel hasta fines de septiembre, los domingos a las 19.30. 

“Como Alicia en el país de las maravillas, voy cayendo en distintos pozos (risas), los personajes se me agigantan en estos recorridos…”, concede la artista que el año pasado descollara con su “concierto amoroso” En la luna, y que ahora hace lo propio con esta “ficción biográfica descarnada”, como la llama. Una obra que intenta responder tamaño interrogante: ¿Cómo sobrevive una niña entre seres voraces que se sienten acreedores de su luz? “Después de transitar, de hacer su paso por el bosque, esta mujer vuelve a apropiarse de las herramientas que empezó a desarrollar en la infancia, mete las manos en el barro, y con ese barro, hace obra. A través del arte, puede refundarse”, cuenta Innocenti a Las12.  

Acompañada en escena por Sergio Zabala (guitarra y voces) y Gaspar Tytelman (percusión), Virginia pone su voz cálida, libre de manierismos, a ecléctico repertorio: Azafata del tren fantasma, de Invisible; Volver a los 17, de Violeta Parra; La gaviota, de Silvio Rodríguez; Chiquita, de ABBA, Cuando comenzamos a nacer, de Sui Géneris; Preciso me encontrar, de Cartola... También a canciones infantiles como La foca Ramona y Sale la luna (primer tema que, siendo muy chiquita, aprendió a tocar en la guitarra). Músicas que coinciden con el período temporal del relato (que llega hasta el ’83, cuando ella egresa del secundario) y que contribuyen a la tensión dramática, que jamás afloja. Con Sergio Zabala, vale decir, Innocenti hace dúo hace ya un par de años: “Editamos un disco, En la luna, que salió este año por Acqua Records, con parte del material que estábamos haciendo en el Camarín de las musas”.

Nadie ausente / Nada ausente / Observo la tarde / Observo caer el tiempo / La arboleda empieza a sostener la noche / Menos mi fuego, todo atardece, dice en una de sus poesías Innocenti, capaz de declararle la guerra a los dioses impotentes de su madre; capaz también de recordar los 9 meses de silencio de su padre, o episodios border de sadismo de hermanos, en tono confesional, catártico. “Para poder sobrevivir, siempre me abracé a lo mejor que me dieron mis seres queridos. Pero también ha habido mucho daño. Necesité drenar, ponerlo en palabras y darle una forma teatral para armar un ritual de comunión con la gente. Con la genuina intención de que se convierta en un cuento con el que las personas puedan sentirse identificadas y puedan hacer también un proceso de sanación conmigo. Poner en palabras es sanador, compartir es sanador, socializar es sanador. El silencio no es salud (risas). El silencio que implica un acto introspectivo, a los fines de inspirarse, de entender, de encontrar fuerzas, sí puede ser reparador. Pero el otro, el que calla u oculta, ese es dañino y puede enfermarte”, ofrece Innocenti, que –solo como actriz– suma memorables trabajos (en cine, Gatica, el Mono; en tevé La defensora, Vidas robadas; en teatro, La oscuridad de la razón, entre tantos otros laburos).  

“Lo personal es político”, declama Virginia en escena, tras enumerar una fulminante seguilla de mandatos, imposiciones que le han espetado seres queridos a lo largo de su vida; padres, hermanos, exnovios… “Es un discurso absolutamente esquizofrenizante. Porque el mensaje es contradictorio, las demandas opuestas… ‘No te pintes la cara ¿Por qué no te pintás la cara’. ‘Egoísta, no se puede contar con vos. Te amo, ¿cuándo nos casamos?’. A las mujeres nos hacen responsables de las satisfacciones de los otros, de su felicidad, de sus frustraciones… ¡No sé cómo se puede tener tanto poder sobre la vida de los demás, es una cosa increíble! Se ha naturalizado la locura, y en esas aguas nadamos. Y a mí me agarró como un hartazgo, ¿sabés? De la hipocresía de los otros; también de la propia. ¿Qué es todo este disparate que yo también, sin querer, alimento? Por eso digo en uno de mis poemas: Urge quemarlo todo / Urge quemar el daño / Urge también quemar el fuego falso. Ya no resisto nada que no sea verdadero, y espero no comerme nunca más –en nombre del amor o de la necesidad de afecto– el más mínimo acto de violencia”.   

Subraya, por cierto, que Traducción… no deja de ser “una ficción biográfica” donde lo doméstico y el afuera danzan en una cruel sintonía avalando lo siniestro; en tanto texto poético, tiene múltiples signos “y la idea es que los sentidos se multipliquen”. “El texto está ‘dirigido’ para contar el ahogo, la soledad más tremenda de una niña a la que largaron al mundo sin explicarle nada, sin darle las herramientas para cuidarse, para preservarse. Y el horror del afuera, heredado, se replica en el adentro. Yo quería relatar este adentro, porque –obvio es decirlo– una familia es el resultado de asuntos no resueltos de los ancestros, y venimos de generaciones muy dañadas… Dicho eso, creo que mis padres han tenido un espíritu libertario, pero lo asfixiaron con sus propias contradicciones, sus miedos, sus problemáticas. El germen de mi amor por la música y la palabra sin duda proviene de ellos; parte de los dones que me han dado.” 

Suele decirse que cuanto más oscura la noche, más radiantes las estrellas. Y la gran Virginia Innocenti, que desde 2000 comenzó a protagonizar espectáculos musicales y a grabar discos, brilla mientras navega entre aguas turbulentas en una pieza superadora que emociona y resuena íntimamente. Porque como anota la artista, “echar luz sobre lo trágico siempre salva”.