Cuando hace unos meses la periodista y escritora Gloria Steinem cumplió los joviales 84, una publicación le preguntó cómo podían sus lectoras celebrar con ella el gran día. Sugirió entonces la muy estimada y muy icónica feminista algunas posibles actividades: “Lean The Continuum Concept, de Jean Liedloff”, “Reúnanse en persona: apretar ‘send’ no es suficiente, necesitamos estar juntas usando nuestros 5 sentidos”. Y luego: “Vean Yours in Sisterhood, amoroso tributo a las cartas que nos llegaban a Ms Magazine en los primeros años”. “Recuerdo la misiva de una mujer de 70 que nos contaba con orgullo que había decidido retomar su apellido de soltera; o la de una nena de 7, escrita en crayón, que relataba cómo con sus compañeritas de grado estaban ganando terreno en la sala de juegos”, cuenta Steinem sobre las epístolas que recibía la rompedora revista norteamericana que ella cofundó en la década del 70, creada y enteramente operada por mujeres. Una revista que devino una institución, canalizando el movimiento de la segunda ola, abriendo el grifo desde su primer número a tópicos como los afligimientos de las amas de casa, la despenalización del aborto o la desexualización del lenguaje, en vez de las notas sobre recetas, cosméticos o fórmulas para atraer hombres que superpoblaban las publicaciones para la mujer de aquellos años. Las 300 mil copias del primer número de Ms Magazine, por cierto, se agotaron en apenas 8 días y más de 20 mil cartas de lectoras arribaron solo en las primeras semanas… Y las epístolas siguieron llegando a borbotones. Y fueron tantas pero tantas que, claro, la vasta mayoría no pudo ser publicada en sus páginas. 

Más de 4 décadas más tarde, sin embargo, algunas de esas misivas inéditas de mujeres ignotas han sido recuperadas; develadas las historias, consultas, interrogantes, confesiones que yacían dentro de los sobres, y los sobres, dentro de cajas. Todo cuidadosamente conservado en la Biblioteca Schlesinger, dedicada a la Historia de la Mujer en Estados Unidos, en la Universidad de Harvard. Enjundioso archivo al que la directora de cine Irene Lusztig accedió, amén de confeccionar un largometraje experimental: el susodicho Yours in Sisterhood, elogiado por la propia Steinem. 

“Pasé el verano de 2014 leyendo miles y miles de epístolas enviadas en los 70 a Ms, la primera revista feminista mainstream del país. Entre 2015 y 2017, invité a más de 300 personas desconocidas de 32 estados a leerlas en voz alta, y a responder a esos mensajes que habían sido mandados casi medio siglo antes desde sus ciudades”, explica la realizadora sobre un film que se propone como catalizador de una honda conversación entre generaciones de feministas, como puente para aunar preocupaciones actuales y problemáticas de antaño (que, mal que nos pese, no han perdido ni una pisca de actualidad). Un film que lejos de solemnizar un modo único de entender al feminismo, abre el juego para un diálogo que, en ocasiones, se tensa, cruzando voces del pasado (las autoras de las cartas) y el presente (las mujeres que las leen en voz alta) que no siempre concuerdan. Claro que Yours in Sisterhood oficia también de carta de amor… a las cartas; el poderoso, confesional, reflexivo género epistolar que permitió a tantas mujeres expresarse sin pruritos en un espacio seguro y sororo. 

“La película sirve como recordatorio de que el tiempo no es naturalmente progresivo. La gente simplemente asume que a medida que pasan los años las cosas mejoran. Y ese no es el caso. No es el caso en absoluto”, subraya Irena, que lejos del completismo material, seleccionó una treintena de misivas al momento del montaje final, amén de fusionar inventivamente el ayer con el hoy, recordando cuánto camino queda por andar en materia de derechos de la mujer. Finalmente, abordan las cartas tópicos de absoluta vigencia: violencia de género, acoso sexual, violación, racismo, homofobia, aborto, inequidad salarial, falta de oportunidades laborales… 

Entre la correspondencia seleccionada, leída, debatida en el docu, está la carta de 1973 de una niña de 13 años, apenada por la bronca que le echó una señora en el autobús al escucharla decir que quería ser presidenta cuando fuera grande (Estados Unidos, sobra decir, no ha tenido aún una presidenta mujer). La epístola de una damisela en sus treintas que, en 1975, relataba cómo había abandonado a su familia para encontrarse a sí misma, agobiada por un día a día claustrofóbico, enajenante. La misiva de 1976 de una jovencita de 16, angustiada por no saber cómo salir del closet. En otro mensaje (¡futurista!), una lectora pide a la revista que la apoye en el término neutral que ha acuñado: ni she (ella) ni he (él), para todxs: ahon… 

“Colectivamente, las cartas parecen una enciclopedia de los años 70 y del movimiento de mujeres, una invocación casi literal del famoso lema feminista de la segunda ola: lo personal es político”, advierte Lusztig, galardonada realizadora de películas de no-ficción, cuyas obras pasadas (entre ellas, el ensayo fílmico The Motherhood Archives) se han proyectado en festivales, museos, universidades del globo. “Desde todas partes del país, mujeres citadinas o rurales, gays, héteros o trans, conservadoras o radicales, de clases trabajadoras o acomodadas, gordas, flacas, negras y blancas, todas tenían algo que decir sobre los problemas de género, y mandaban sus reflexiones a un mismo lugar, donde la conversación era grande, ruidosa, compleja”, suma la directora, que fichó a un equipo ciento por ciento femenino para rodar la cinta. Cinta que, cabe mencionar, ya se ha paseado con éxito por festivales y entidades educativas de Estados Unidos, Alemania, Polonia, España, Australia, Lituania. Los pasados días fue presentado en el Camden International Film Festival y presume de venidera parada en el reputado Festival de Cine de Londres, el evento cinematográfico más importante del Reino Unido, donde se proyectará en octubre.