El poder adquisitivo de los salarios se redujo en 14,7 por ciento. La cifra corresponde al período acumulado entre noviembre de 2015 y septiembre de este año. Este retroceso del la capacidad de compra fue el más pronunciado desde la crisis de 2002. Así lo detalló un informe del Instituto Estadística de los Trabajadores (IET) de la UMET. En el documento se analizó en profundidad la evolución de los precios y la caída del salario real de los trabajadores registrados. 

El traslado a precios de la devaluación de agosto y el aumento de las tarifas seguirá diluyendo la capacidad de compra de los asalariados en los próximos meses. El estudio indicó que “la inflación se disparó al 6,7 por ciento en septiembre y este año será la más elevada desde 1991”. Consultoras del sector privado también registraron un fuerte salto de los precios el mes pasado. Elypsis, por caso, computó un alza de 7,3 por ciento (ver aparte).  

Las proyecciones del IET adelantaron que la inflación de 2018 se ubicará por encima del 45 por ciento y será la más elevada en casi tres décadas. El proceso inflacionario fue un problema constante en los últimos tres años y provocó un efecto regresivo sobre la distribución del ingreso. El documento registró que desde noviembre de 2015, cuando se empezaron a realizar las estimaciones de precios de la UMET, la inflación acumulada del decil de menores ingresos fue 33 puntos más elevada que la del decil de mayores ingresos. Uno de los rubros que más impactó en la capacidad de compra de los segmentos vulnerables fue el de alimentos. Los precios del sector se aceleraron en los últimos meses por la devaluación. Los alimentos subieron 7,5 por ciento en septiembre, con avances superiores al 10 por ciento en aceites y cereales. 

Los referentes sindicales y académicos vinculados al informe de la UMET se mostraron muy críticos de la situación. “Los números demuestran claramente que los asalariados son los que están más sometidos, de manera brutal, a la lógica del ajuste”, dijo el secretario general de la CTA, Hugo Yasky. La política económica del Gobierno no sólo no moderó el proceso inflacionario sino que lo fomentó. La consecuencia fue la redistribución regresiva de la riqueza. El documento precisa que “la inflación fue del 43,8 por ciento para los asalariados con menores ingresos, al tiempo que se ubicó en el 38,1 por ciento para los de mejores ingresos”. La investigación detalló que “esto demuestra que la crisis de precios perjudica en mayor medida a quienes destinan un porcentaje mayor de sus gastos a servicios públicos y alimentos. Esto equivale a decir que la inflación está perjudicando a los más humildes”.

El rector de la UMET, Nicolás Trotta, aseguró que los números de la economía, entre los que destaca la inflación, muestran una fuerte tensión estructural. “Estamos ofreciendo un estudio académico y estadísticas con una metodología clara, transparente y certera. El resultado macro y microeconómico de la política económica fue desastroso y debe ser tenido en cuenta por el Gobierno para modificar el rumbo”, planteó. Trotta aseguró que el documento no se basa en opiniones críticas contra el Gobierno, sino en un análisis meticuloso de las tensiones generadas por las decisiones de política. La pérdida del poder de compra de los asalariados y la aceleración inflacionaria, con picos que no se observaban desde los noventa, son algunos de los principales problemas que deberán enfrentarse en el mediano y largo plazo. 

“El país se dirige a la destrucción del mercado interno por la vía de la licuación salarial. Y sin mercado interno quebrarán cientos de miles de pymes que hoy generan más del 70 por ciento del empleo. Es una rueda viciosa en la que se ha ingresado y si no se sale a tiempo, la crisis económica y social será brutal”, cerró Trotta. El IET, con el apoyo logístico de la UMET y el respaldo de 45 gremios de la CGT y la CTA, subrayó que la pérdida del poder adquisitivo de los salarios acumula casi el 15 por ciento desde noviembre de 2015, una pérdida que no se anotaba desde el inicio de la década pasada, con el estallido de la convertibilidad.

Guadalupe Lombardo
Desde el estallido de la convertibilidad, el salario no había sufrido una depresión tan grande como la padecida desde diciembre