Como buen abogado, Juan Dogliani piensa bien dónde ubicar cada palabra y con qué puntuación acompañar la oración. Una coma puede cambiar una sentencia. La escritura, para un profesional del Derecho, es clave. Ya despojado del rigor judicial y con una separación de pareja recién derramada, Dogliani se ocupó de Central, en su pasión por el fútbol, y se burló de todo. De sí mismo, del propio fútbol como escenario de tragedia, de las caricaturas que hacen los hinchas de sus ídolos canayas y llegó a destino con 17 relatos de los cuales se identificarán inclusos aquellos que padecen el fútbol por convivir con un fanático. “Uso el fútbol como microscopio para ver otras cosas y el recurso del humor para ver los absurdo”, sintetiza el escritor como carta de invitación para introducirse en Cuentos Canayescos, editado por Homo Sapiens.

Dogliani demuestra ser un canaya osado. En tiempos donde el cuento como expresión narrativa está en crisis –“nadie lee cuentos”, refunfuñan editores en cada convención librera--, se refugia en su soledad para reírse del fútbol que lo apasiona y compone cuentos atravesados por la redonda con el telón auriazul de fondo. Tan osado es Dogliani como Homo Sapiens, que hace de esos relatos un libro y lo edita para llevarlo al gran público. Y sí, la referencia es ineludible: Roberto Fontanarrosa. “El lugar común es pensar en el Negro Fontanarrosa y tantos otros autores, si hablamos de humor, fútbol y Central. Pero el humor y el fútbol son excusas excelentes para concretar lo que es un paradigma de la literatura: contar una cosa para decir otra, decir una mentira para decir una verdad, sobre todo con el fútbol, que desnuda nuestras pasiones, contradicciones, idiosincrasia, lo bueno y lo malo”, reflexiona el abogado devenido en sarcástico cuentista.

Para ingresar a Cuentos Canayescos no se exige ser hincha de Central.

Dogliani, claro, expresa devoción por sus ídolos, con Aldo Pedro Poy en el cetro mayor. “Poy es el rosarino más querido por afano, por la lección de vida que nos dio a todos, decidió vivir bien en vez de vivir mejor”, puntualiza.

Pero no es una figura en particular ni el resultado de un partido de fútbol el hilo conductor del libro, sino sus imágenes entre líneas, marcadas por la risa espontánea de ver todo lo ridículo que gira junto a una pelota de fútbol a lo largo de la vida. “En Rosario, con una sociedad tan huérfana y desamparada, el fútbol creo que cumple una función sociológica similar a la que cumple la religión en otros lados: esa sociedad común de pertenencia a algo que nos hermana. A Central, como en la vida, lo voy viendo desde diferentes perspectivas a medida que uno madura y se pone grande. Para mí Central era ver a mis viejos y mi familia eufóricos si había ganado y de malhumor si había perdido. Uno de chico eso lo absorbe como una esponja sin que nadie te lo explique. Me acuerdo que en los primeros partidos me llevó mi abuelo a la cancha, ex albañil, y yo con esa ansiedad de llegar corriendo y asomarte por el agujero que te lleva a la platea o la popular para que te reciba ese Coliseo romano, ese clamor y colorido y abrir el ojo como el 2 de Oro. Después vino otra etapa de no darle mayor pelota al fútbol, cuando aparecen las minitas, y demás, y en las vueltas de la vida me encuentro con que ahora es mi mano la que sostiene la de mis hijitos y que la cara del 2 de Oro es de ellos”.

 

Andres Macera
La tapa del libro editado por Homo Sapiens.

 

En retrospectiva, este abogado canaya recupera imágenes de la infancia y de su abuelo. Y es en eso proceso de intimidad y soledad es donde germina Cuentos Canayescos: “Los cuentos han tenido muy distintos procesos de gestación. Yo  emprendí un camino de tratar  escribir mejor técnicamente hace cinco años, por más que siempre leí mucho. Pero lo de escribir empezó a partir de que me divorcié, vivo solo y empecé a tener una introspección que es común en el homo sapiens a los 40 años, porque los masculinos somos de manual. Y en ese momento Central fue generoso conmigo en tenderme un puente para refundar la relación con mis hijos a partir de sentir lo mismo y compartir una pasión”, resalta Dogliani.

“Es muy difícil en Rosario no caer en el fútbol como un microscopio para ver otras cosas. Y es bastante común que la gente tenga en la cabeza a Fontanarrosa”, asume el escritor, como prólogo a una defensa cerrada para los tópicos de sus relatos: “Pero (Roberto) Bolaño (escritor chileno fallecido en 2003), que es la expresión literaria contemporánea probablemente más prestigiosa que tengamos en Sudamérica, ha escrito sobre fútbol en el cuento del africano que en un club de Europa empieza a ganar partidos insospechados, y encuentra que el negro se manda unos sacrificios de sangre en el baño (relato publicado en el libro de cuentos Putas Asesinas). El fútbol es bastante tentador para la literatura, aunque en realidad uno no está hablando de fútbol, está hablando de otra cosa, de la fe, de la devoción a veces absurda que tenemos los hinchas y también de la hipocresía social que tenemos al rasgarnos las vestiduras por la violencia y si el equipo pega lo celebramos todos”.

Cuentos Canayescos tiene relatos breves que pueden leerse en una pausa en el trabajo y en pleno viaje si se consiguió asiento en el colectivo. “No quería hacer algo breve, pero tampoco un libro extenso”, resalta el escritor. Pero incluso con la habilidad de la escritura sucinta, Dogliani asume que la sensación de derrota tras el trabajo concluido nunca se espanta: “La literatura es siempre una tentativa –explica--. Las palabras pueden querer acercarse pero siempre vamos a quedar frustrados y en grado de tentativa. Por lo menos los que se toman demasiado en serio la literatura y no soy uno de ellos, el libro no es pretencioso. Busca el efecto de la carcajada, de la risa y de plantearse algunos temas. En general son crónicas exageradas, pintorescas y el fútbol y Central sintetizan mucho eso. Si en el Sindicato de Arqueros (es el nombre de uno de los cuentos) digo ‘bautizado en su pueblo natal Horacio Angel, todos lo conocimos como Petaco’, ya puedo ir a la vuelta de rosca y no hace falta que cuente más nada: es el Sindicato de Arqueros que no quiere que Petaco patee más tiros libros. Central siempre es una fuente de inspiración. En la cancha presto atención a la gente y por ahí vez a un señor con camisa cuadrada y lentes que canta ‘vamo a mata’, y el tipo no recibió un bife en su vida. Siempre me quedan disparadores. Veo que usan la clonación y me pregunto por qué no lo hacen con (Mario) Kempes, Poy y Petaco”.

Dogliani se reúne con la familia canaya el próximo miércoles 17 para presentar Cuentos Canayescos desde las 19 en la Sede Fundacional del club (Alberdi 115). Lo hace el Día de la Lealtad, por casualidad. En verdad no. “En los cuentos no hay una lectura política –aclara--, pero Central y Perón un solo corazón decía la canción. Yo fui un disertador y pontificador durante muchos años del federalismo fiscal (es abogado especializado en tributos) y por no serlo somos un país subdesarrollado. Hay un cuento, El día que me salvó el referí, que habla de eso, de la falta de federalismo, que más allá del partido político que gobierne se trasgreden las pautas del federalismo y lo que quiere es quedarse con todo el poder. El paradigma del populismo es superado por una visión de los últimos 200 años donde hemos vivido engañados por el racionalismo. Y la vida tiene sentido si es sentido. Central y el Peronismo trascienden cualquier especulación racionalista, se siente”.