No es ninguna novedad que las películas de Hollywood dominen las carteleras comerciales de los cines de todo el mundo. Tampoco que las series norteamericanas sean las reinas del consumo hogareño desde la explosión del streaming. Pero el Zur también existe y tiene cosas para decir. El Festival Internacional de Cine de los Países del Sur del Mundo (Ficsur) nació el año pasado con la idea de dar lugar a esas voces mediante una programación compuesta íntegramente por producciones de América del Sur, Africa y Oceanía. Su directora artística, la cineasta Paula de Luque, afirma que muy pronto habrá anuncios oficiales sobre la segunda edición (“Será en una provincia y será muy grande”, adelanta). Mientras tanto, el Ficsur abrirá una nueva ventana de exhibición: hasta el próximo domingo se realizará online y de manera gratuita en el sitio Octubre TV, la flamante plataforma de difusión de contenidos audiovisuales del Grupo Octubre (ver recuadro). Los espectadores podrán votar su película favorita a través de www.pagina12.com.ar.

“El año pasado lanzamos el Ficsur y nos fue muy bien: las películas tuvieron mucho público en sus cinco sedes, la clase magistral de Sonia Braga, que vino como Madrina oficial, generó un gran interés y los talleres fueron muy concurridos. Con la enorme oferta cultural de la Ciudad de Buenos Aires, creíamos que iba a tomar más tiempo posicionarnos, y sin embargo tuvimos la grata sorpresa de que fuera un éxito”, evalúa la realizadora. Aquella experiencia fue el puntapié tanto para repetir Ficsur como para generar Octubre TV, un nuevo espacio gratuito de difusión de contenidos audiovisuales locales e internacionales. También dirigido por De Luque, “Octubre TV es el modo de mantener una ventana abierta durante todo el año al cine del sur del mundo”. “La idea fue creciendo, y estoy muy orgullosa de la plataforma VoD que es hoy. Ficsur online agrupa una buena parte de los 300 contenidos que tiene el sitio en su lanzamiento, algo así como un plus en un formato de 50 películas de 18 países”, explica.

El cambio de plataforma no implica grandes cambios en una estructura de programación que mantendrá sus competencias internacionales –serán tres: ficción, documental y cortos–, un puñado de focos, un Panorama con films sudamericanos y un eje temático atravesando todas las secciones. Un eje acorde a los tiempos que corren: Mujeres y cine. “El eje del año pasado, Cine y moda, fue un modo de observar cómo el cuerpo femenino es intervenido por eso llamado ‘moda’. Pero ese eje derivó en otros: el cuerpo como objeto de consumo, las modas en el cine, las películas de moda, la moda como recurso de belleza, la profundidad de la belleza, los cuestionamientos acerca de qué es la belleza…”, recuerda De Luque, y sigue: “Que este año sea ‘Mujeres y Cine’ no significa que haya solo películas dirigidas por mujeres, sino que se intenta abarcar la mayor cantidad posible de miradas sobre las mujeres en el sur del mundo, ya sean miradas femeninas, masculinas o de otros géneros. Porque hay mucho para decir sobre mujeres y cine. Cómo somos miradas, para qué, para quién. Cuáles son las revoluciones que nos identifican, cómo miramos el mundo, qué supone la maternidad, qué es el feminismo, cómo se diferencian las mujeres en Occidente y en Oriente, cómo nos diferenciamos según edades, condición social o acceso a la educación y a la cultura”.

Disponibles para su visionado solo durante el fin de semana, los focos dialogan directamente con ese eje temático. El primero está dedicado a la documentalista egipcia Amal Ramsis, con tres trabajos -Athar El Farasha (La estela de la mariposa, 2015), Mamnou (Prohibido, 2011) y Bass Ahlam (Solo sueños, 2005)- que radiografían el rol de la mujer en una sociedad atravesada por la discriminación de género y el machismo: “Es una intelectual del cine que precisamente habla de aquello sobre lo que piensa: ser mujer, ser egipcia y ser cineasta”, sintetiza De Luque. El segundo gravita alrededor del realizador José Luis Torres Leiva, de quien se verán de siete trabajos, entre cortos y largos, entre ficciones y documentales: Ningún lugar en ninguna parte (2004), Obreras saliendo de la fábrica (2005), El cielo, la tierra y la lluvia (2008), Tres semanas después (2010), Verano (2011), Ver y escuchar (2013) y El viento sabe que vuelvo a casa (2016). Otra vez De Luque: “Su filmografía mira a las mujeres. Es interesante comparar puntos de vista, yo creo que de eso se trata esta otra manera de ver que proponemos”. El tercer y último foco apunta a Paraguay, con la idea de que cada edición destaque la filmografía de un país del sur. La elección se debe a que la producción guaraní viene robusteciéndose y ganando espacios en grandes festivales desde Siete cajas (2012), pero se mantiene “inaccesible para el gran público”.

Ficciones y documentales sureños

La Competencia Internacional de Ficción tendrá diez títulos provenientes de toda la región que podrán verse desde el jueves 25 hasta la medianoche del viernes 26. Aquí habrá tres películas argentinas y otra coproducida con Uruguay. Es Las olas, de Adrián Biniez (Gigante y El 5 de Talleres), que sigue un hombre (Alfonso Tort, visto recientemente en La noche de 12 años) que comienza un viaje fantástico por diferentes veranos y balnearios en los que estuvo a lo largo de su vida. Otra de las representantes nacionales será La educación del rey, de Santiago Esteves, cruza de western y policial negro al pie de la cordillera mendocina mediante la historia de un joven que durante la huida de un robo fallido cae en el patio de un guardia de seguridad retirado (Germán de Silva) que le ofrece la posibilidad de arreglar los daños a cambio de no entregarlo a la policía. Desde Mendoza también llegará Los ojos llorosos, de Cristian Pellegrini, sobre un periodista portador de VIH que debe iniciar el tratamiento justo el mismo día que cumple años. La selección nacional se completa con Vergel, de Kris Niklison, centrada en los avatares -burocráticos, pero también internos- de una turista brasileña en pleno proceso de duelo por la inesperada muerte de su marido durante la luna de miel en la Argentina.

En esta competencia también estará la coproducción franco-chilena Rey, de Niles Atallah. Su protagonista es un abogado francés, llamado Orllie-Antoine de Tonnens, que llegó a Sudamérica a mediados del siglo XIX atribuyéndose el título de Rey de la Patagonia. Si la historia suena conocida se debe a que este personaje fue abordado lateramente por Carlos Sorín en La película del Rey (1985). Desde Costa Rica llegarán Medea y Atrás hay relámpagos. La primera es la ópera prima de Alexandra Latishev. De buena performance por festivales internacionales (pasó por San Sebastián y Bafici, entre otros), el film centra su narración en María José, una chica de veinticinco años que juega al rugby y vive con sus padres mientras explora su vida sexual con máxima libertad. Así hasta que conoce a Javier, con quien intenta tener una relación formal. La segunda también pasó por el Bafici y es el último largometraje de Julio Hernaìndez Cordoìn (Gasolina, 2008; Te prometo anarquía, 2015), un retrato generacional sobre dos jóvenes que investigan autos abandonados con la idea de ponerse una compañía de taxi. Otra vieja conocida del festival porteño es la hipnótica Viejo calavera, del boliviano Kiro Russo, protagonizada por un minero caído en desgracia luego de la muerte de su padre. La nómina de contendientes cierra con dos producciones provienes de Cuba. Una es Los buenos demonios, de Gerardo Chijona, y la otra, la coproducción con Nicaragua El techo, de Patricia Ramos.

El apartado competitivo documental albergará una decena de títulos y su franja de disponibilidad coincide con el de ficción: desde el jueves 25 hasta la medianoche del viernes 26. La Argentina estará representada por tres películas, una de ellas en coproducción con Colombia. Se trata de Juntas, en la que las realizadoras Nadina Marquisio y Laura Martínez Duque abordan la historia de Norma y Cachita, quienes a los 68 años se convirtieron en las primeras mujeres casadas por ley en Latinoamérica. Y si se habla de mujeres fuertes, resulta más que recomendable atender a No viajaré escondida, el film de Pablo Hernán Zubizarreta que indaga en la misteriosa vida de Blanca Luz Brum. “Participó activamente en los movimientos de vanguardia intelectuales, políticos y artísticos de Uruguay, Chile, Argentina, Perú y México. Discípula del filósofo peruano José Carlos Mariátegui, amante y musa del muralista David Alfaro Siqueiros y admirada por Perón y Pinochet, Blanca Luz se ha convertido en un símbolo de la emancipación femenina en el continente”, describe la sinopsis oficial.

El tercer largometraje nacional también indaga en los pliegues de una personalidad de la cultura, en este caso Manuel Puig. Regreso a Coronel Vallejos, de Carlos Castro, propone un viaje hasta la localidad bonaerense de General Villegas, de donde era oriundo el escritor, para analizar la relación de amor y odio, de bronca y ninguneo, que une a los villeguenses con el autor de Boquitas pintadas. Hay más documentales sobre personajes. En Ejercicios de memoria, la paraguaya Paz Encina se propone reconstruir la figura de Agustín Goiburú –el oponente político más importante del régimen de Stroessner en Paraguay, desaparecido en Paraná luego de su exilio– a través de los recuerdos de sus tres hijos. Algo similar, pero con materiales de archivo, intenta Mauricio Ovando en Algo quema. La particularidad es que el protagonista no es otro que su abuelo, el general Alfredo Ovando Candia, tres veces presidente de facto en Bolivia y una figura ambigua que persiguió a dirigentes comunistas pero del cantautor melódico más importante que tuvo Uruguay, Eduardo Franco, creador y líder también nacionalizó el petróleo. ¿Más personajes? Un tal Eduardo, de Aldo Garay, es un retrato protagonizado por fans de Los Iracundos.

La producción chilena de documentales ha sido una de las más dinámicas y atractivas de la región de la última década. Tres exponentes llegarán al Ficsur. En La directiva, la realizadora Lorena Giachino Torréns introduce su cámara en la Federación de Árbitros de Fútbol Amateur para mostrar el día a día de la entidad bajo el mandato de una nueva comisión integrada por veteranos del arbitraje. Por su parte, Robar a Rodin, de Cristóbal Valenzuela Berríos, narra los pormenores de un hecho digno de la ficción: en junio de 2005, una escultura de Auguste Rodin fue robada del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile por un joven estudiante de arte que la devolvió al otro día argumentando que la había robado como parte de un proyecto artístico. La vida en el desierto costero y su relación con el progreso económico genera una tensión representada por los cambios en cotidianeidad de las dos jubiladas sobre las que la realizadora Nathaly Cano Reyes posa la atención en la última representante trasandina, Desierto no cierto. La Selección de documentales se completa con la panameña La felicidad del sonido, en la que Ana Endara Mislov propone una exploración sensorial y una reflexión sobre la naturaleza de la mano de tres personajes particulares. Una muestra de la variedad y riqueza del universo audiovisual del sur. Todo a apenas un click de distancia. 

* La información completa y el acceso a los contenidos del Ficsur están disponibles en https://octubretv.com/