Un nene, de no más de 7 años, mueve sus brazos inquietos de un lado al otro, mientras tararea una canción por lo bajo. “Guardate la coreo, así los sorprendés”, le dice una maestra con complicidad mientras lo abraza. Está haciendo la fila, junto a sus compañeros y docentes, para ingresar al Teatro Coliseo, donde minutos más tarde será aplaudido por el público hasta las lágrimas. Es que ayer, por decimoséptima vez, se realizó la Feria de Artes y Ciencias de la Educación Especial, evento en el que más de 700 chicos pertenecientes a distintas escuelas de educación especial mostraron las producciones artísticas que vienen ensayando desde hace meses.  El evento fue organizado por la Fundación Infancias para conmemorar el aniversario 29° de la Declaración de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.

Este año, el evento –declarado de interés por la Cámara de Diputados–  ofreció tres funciones: una a las 11, en la que participaron escuelas de todo el país, y otras dos a las 14 y a las 17, con alumnos de la Fundación Infancias, institución que desde 1986 trabaja con niños con síndrome de Down o deterioro de sus funciones mentales.  

La función de las 11 tardó en comenzar. La fila de alumnos que debían entrar para el show de las 14, por lo tanto, tuvo que esperar. Con muchos nervios, pero con la sonrisa permanente, los nenes fueron contenidos por sus docentes frente a la puerta del teatro. Sus padres, que formaban fila en otro lado, se escapaban cada tanto al sector de los pequeños a sacarles fotos, terminar de peinarlos, robarles un beso a la pasada. 

“Si te vas a tu casa, ¿quién va a hacer de puente en el baile con sus manos?”, le dice una maestra a un adolescente que estaba a punto de arrepentirse. Más tarde, lo mirará con alegría sobre el escenario, cuando se agarre de las manos con otra alumna y el resto de sus compañeros pasen agachados entre sus brazos en forma de puente. 

“Hace ya 9 años que venimos participando de esta feria y nos gusta muchísimo. Porque vemos todo el esfuerzo que ponen los chicos y es muy emocionante. Este evento lo ayuda a expresarse, cosa que normalmente se le dificulta mucho”, dice Sandra, mamá de Nahuel, desde la fila. Yanina, mamá de Lautaro, un adolescente de 16 años con retraso madurativo y epilepsia refractaria, también lo vivió con mucha alegría. “Es un día de fiesta, lo viven con mucha expectativa. Para nosotros es como un aire, un recreo para todo el año”.

Después de 40 minutos de espera, la función finalmente comenzó. El conductor del acto, después del aplauso inicial, agradeció a los auspiciantes: el Ministerio de Educación de la Nación y de la Ciudad de Buenos Aires, Unicef Argentina y Unesco. Luego, la titular de la Fundación, Susana Ré, ofreció algunas palabras y se proyectó en la pantalla un video del ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro, y otro del papa Francisco, enviando sus saludos. 

“Tenemos cinco módulos: una primaria de recuperación, una primaria especial, una primaria con salida laboral, un secundario y una escuela de formación laboral”, explicó a PáginaI12 Susana Ré, titular de la Fundación Infancias. “La idea del evento es que nuestros alumnos puedan mostrar al resto de la sociedad qué se hace dentro del contexto de la educación especial. Se logra ver que hay una inclusión que es posible cuando se destacan las posibilidades de ellos, no las imposibilidades”, agregó. Y contó: “El año pasado no pudimos hacer la feria porque el Cervantes nos negó la sala. Esta gestión entiende que el teatro nacional no es público. Lo entiende como una empresa privada. Se ve que estos chicos representan un sector que a ellos no les interesa cuidar”.

Luego de los videos proyectados, se cantó el himno con lenguaje de señas y se proyectó una filmación que hizo de hilo conductor entre los distintos números: un nene del futuro anuncia que en los próximos años la gente solo se va a comunicar por celular. La misión, entonces, es repasar la importancia del baile. 

Empezaron las coreografías y con ellas las sonrisas y lágrimas de los padres, orgullosos de cómo sus hijas se pasearon de un lado al otro moviendo sus polleras de cancán, cómo sus hijos bailaron swing con tiradores rojos, cómo giraron con cintas de colores al ritmo de “La Bikina” y cómo les dedicaron, al final de cada canción, un beso dirigido o una mirada cómplice. Cómo demostraron, todos, las capacidades que la sociedad, que los discrimina diariamiente, insiste en desconocer.

informe: Azul Tejada.