En el ECuNHi funciona un taller de percusión conducido por Luciano Molina que lleva el nombre de “Tamborcitos del ECuNHi”. Es abierto a la comunidad, y asisten chicos de entre 5 y 12 años aproximadamente. Próximamente se editará el primer disco de la agrupación, Tamborcitos de Gulubú, un homenaje a las Madres y a María Elena Walsh, ya que incluye diez temas de la compositora. Los pequeños artistas lo presentarán en el marco del festival, con la presencia de músicos de Arbolito y Paloma del Cerro, que participaron del álbum. “Fue grabado íntegramente por pibes y pibas”, dice Molina. Cuenta también con la participación de Lula y Teresa Parodi, Tonolec y Hebe de Bonafini, que grabó una poesía. “Las de Walsh son poesías increíbles, en sentido de todo lo que dicen. Y la música es increíble. Tiene mucha vigencia y las canciones se dejan hacer solas. Las versionamos todas; por ejemplo, hay cumbia y samba-reggae. Se dejaban versionar porque la esencia es tremenda”, detalla el docente. “Adivina adivinador”, “Manuelita”, “Canción del jardinero” y “El reino del revés” son algunos de los temas que aparecen. “La mayoría de los pibes y pibas ya conocían la obra, así que fue algo muy natural”, describe Molina, exprofesor de la escuela La Chilinguita. Para él, cada vez más personas se acercan al aprendizaje de hacer sonar los tambores: “Siempre estuvieron relacionados con la lucha. Con La Chilinga, todos los 24 de marzo estábamos en Plaza de Mayo con las organizaciones de derechos humanos. Creo que la situación actual del país hace que toda esta historia se reflote. Siento que la percusión está en boga y que, a la vez, es algo muy primitivo: vas a una primera clase y te llevás algo, a diferencia de lo que ocurre con otros instrumentos. Es que tiene que ver con el pulso interno. El del corazón”.