Aunque dice que de la música uruguaya se identifica con el palo del rock –Eliu y Mónica Navarro, particularmente–, en su voz vibra también ese estuario rioplatense que reúne a Fernando Cabrera, Ana Prada o Jorge Drexler, en sus composiciones, y dela orilla argentina, una interpretación honda y grave, al estilo Gata Varela. Pero yendo hacia arriba en el mapa y buscando raíces melódicas en la disidencia, podríamos decir que una tal Tracy Chapman dejó huellas en estx negrx y torta nacida en 1990 en Montevideo, bajo el signo de Géminis. Porque diga lo que diga Luciana Mocchi, en sus canciones se advierte la innegable influencia de quienes saben contar historias a través de la poesía, de quienes cultivan un decir franco, distinguible, personal, y también de quienes se enamoran en la sombra y fracasan triunfando, todo el tiempo.“Perdón si me meto demás/ se cosas que nunca diré/ prefiero aclararte que mis cigarrillos/ quemaron tu ropa una vez/ Yo soy la de luces prendidas/ después de las veintitrés/ trabajo en un diario de Asia/ y vivo en el dos de la calle Cané (...) Respiro cuando vos fumas/ un poco de tu libertad/yo se que es jodido vivir escondido/ y también que vos nunca me ves”, dice en “Vecina”, el tema que, apoyándose en rimas agudas y aparentemente ingenuas, habla de un amor lesbiano voyerista que pasó rápido, pero terminó integrando su segundo disco.“Yo se la compuse a una vecina, posta –dice Luciana–.Me enamoré a través de la ventana de mi casa. El arte del disco lo hizo ella”.

¿Te correspondió?

No, no. Nos conocimos después, gracias a la canción. El disco se vende mucho y creo que en parte por las acuarelas de café que hizo para la tapa. Fue correspondido el vínculo, aunque no el amor. Igual cuando empezamos a hablar yo ya me había enamorado de otra gente. Yo me enamoro todo el rato.

¿Cómo se enteró de la canción? 

Yo había subido el tema que le dediqué a Internet, en ese momento se llamaba “Block 3 Torre 6 apartamento 204”, y se empezó a compartir y compartir y lo encontró su papá. Le dijo: el título es tu dirección, a no ser que ahora vivas en otro lado. Y ahí me dijo: hija de puta, vos me quemaste la ropa.

Esa canción, “Vecina”, está en Mañana será otro disco, el trabajo que viniste a presentar a Buenos Aires...

Vine a presentar canciones inéditas en su mayoría y muchas de ese disco. Pero sobre todo canciones inéditas. Estoy como con un viaje militando la canción desde otro lugar, que no estén grabadas, que la gente que quiere escucharlas venga a ver el show. Las canciones se van registrando solas de todos modos. Y si alguien quiere grabar un disco con mis canciones y lo quiere vender, que lo venda. No me quiero encargar de eso. Una cosa es que haces lo que te gusta y otra convencer a alguien de que está bueno. Me cansé de hacer eso y desde que me cansé me va mucho mejor. No le vendo humo a nadie.

Desde muy joven te va bien, eras casi una adolescente cuando tuviste la oportunidad de tocar con músicos ultrafamosos…

Yo llegué a Estados Unidos por una cuestión familiar y antes de irme conocí al batero de Lila Downs, Yayo (Serka). De casualidad lo volví a encontrar en el aeropuerto. Yo tenía 18 años. Nos hicimos súper amigos y ahora somos hermanos casi, yo voy todo el tiempo para allá. Y tengo muchos otros amigos, como Jason Lindner, que tocó con David Bowie. El año pasado viajamos con la banda a Estados Unidos y el batero de Lila nos armó para grabar con músicos. Yo pensaba, ¿quién se va a copar en grabar conmigo? Y de repente cayó el bajista de Roger Waters. Grabamos canciones sueltas

FUERA DE LA LEY

A los pocos minutos de conocernos, la entrevista para la que nos encontramos se va volviendo una relajada charla de café. Nuestras risotadas –las de ellx mucho mas sonoras que las mías– llaman la atención de la fotógrafa con la que trabaja, quien, de pronto, se nos acerca, corre mi cartera de la mesa, los pocillos, y empieza a disparar el flash. A Luciana le encanta la situación fotográfica, es obvio, aunque en varios videos de YouTube no lo parezca. Por ejemplo, en “Días sin vos” o en “Gimena” se la puede ver cantar con los parpados bajos, como si para sacar de su pecho esa gran potencia le fuera necesario apagarse ante los ojos de lxs otrxs, descansar su mirar chispeante, despierto, a veces oculto tras sus lentes cuadrados. Unos días después, mi compañero Sebastián Freire me manda un mensaje de whassapp contándome lo fácil y divertido que fue retratarla, que ellx misma impuso su sello a la cámara del Soy envolviéndose con cables y mostrando las tetas. Es que, para estx cantante y productorx de cine, que no se afinca en ningún género de nada, la vida es el relato permanente de una aventura. Esa biografía poco común y sobresaltada, que porta como un rostro inconveniente-sudaca, no binario, tuvo su semilla en la pregunta por la legalidad: “Yo trabajo con migrantes en Estados Unidos hace años. Desde los diecisiete. Mi padre migró a Estados Unidos cuando yo tenía nueve. Él me decía que era ilegal y yo me preguntaba si había robado. Cuando empecé a viajar allá para tocar, me hice un grupo de amigos latinos y entendí muchas cosas. Todo lo que ahí vi derivó en una película que después hice, Botijas de mi país. Y empecé a trabajar con mexicanos de Puebla en Staten Island, con esa corriente migratoria que es rarísima. Después me puse a escribir y a filmar cosas, hasta que ganó Trump y se me cortó todo”.

¿No podés seguir haciéndolo?

Como poder puedo. Pero expongo un montón de gente a cosas que no están buenas. Ahí está también ver cuál es el límite. No quiero publicar algo y que deporten a un amigo.

¡Qué mundo! Uruguay tiene ahora vecinos tremendos...

Sí, con Brasil y con Argentina estamos rodeados, la verdad. Somos una isla por ahora, pero va a durar muy poco porque va a ganar la derecha, te lo firmo. Igual, somos muchas personas luchando contra esto. Es un país muy chico. Somos todos primxs, de verdad. En la política también, todos tenemos un amigo que está sentado en la Cámara de Senadores. De la corrupción que escuchas en otros países te darías cuenta porque el político que se compra de un día para el otro una mansión es tu vecino. Las cuestiones perversas son muy perversas y nadie se da cuenta, o sino es todo más transparente. De todos modos, pueblo chico infierno grande. Hay muchas cuestiones patriarcales, son machistas por lo bajo. Cosas más como de viejo, de sociedad envejecida. 

Pero pese a eso, parece realmente importante el movimiento de música de mujeres y de lesbianas de Uruguay en los últimos años...

Yo no me siento parte de nada. Muchas de esas músicas no se consideran feministas. Qué loco que cantes todo esto y me digas que no sos feminista. O no te diste cuenta que lo sos y estás en el clóset del feminismo o está re loca. El otro día tuve una reunión de un grupo de músicas y yo intenté explicar un poco mi postura. No sé si soy mujer, posta. Estoy totalmente en construcción. Además necesitaba saber la postura política de esas personas y nadie supo decir nada. Para ponerme a cantar, me junto con la gente que me junto. Y me va súper. 

Leí en una entrevista que decías que tu música no tenía género, como vos no lo tenés tampoco...

Sí. Me pasa cuando voy a algún lugar y me tratan de chabón y está todo bien. No me importa. En otro momento si, pero ahora mismo me da igual. Voy perdiendo cosas. Voy siendo cada vez más libre y de eso se trata, la vida va por ahí. No me identifico con casi nada. Lo único que sé es que hago canciones, la música para mí es una excusa: yo en realidad quiero cambiar el mundo. Ese es mi objetivo. En realidad, es todo una mentira para que nos encontremos. Yo hago canciones y tengo la suerte de poder llevar un mensaje que no siempre es mío. A veces, es el de un grupo y alguien lo tiene que cantar. Las canciones bajan. Estoy en un bondi y escucho una frase de alguien y se transforma en un tema. Obviamente, si no estoy de acuerdo no lo canto porque soy muy cuidadosa con eso. No le quiero dar nada malo al mundo...

¿Hay una canción tuya que habla de un suicidio, de dónde sale? 

Mucha gente pregunta por eso. Es una frase muy directa: Gimena se suicidó. Y creo que lo que yo buscaba era la desmitificación del suicidio. A vos cuando te dicen fulanita se suicida, sentís algo en el pecho. En realidad, ¿quién no pensó en morir alguna vez? ¿porqué nos hace tanto ruido? 

Según la letra parece que fuera un amante tuya que se suicidó, decís que estuviste en su cuerpo. ¿Pero es tan literal la anécdota que hay debajo? 

Una vez escuché decir a un pibe trans: Gimena ya no existe más, ¿entendés? Y esa frase me quedó en la cabeza. Eso puede morir. Puede estar en tu cabeza, convivir contigo, pero también puede morir. El cuerpo es algo que tiene muchas dimensiones y cada dimensión es inclasificable. Hay gente que decide: esto no existe más. Y hay una parte de vos que se va. Yo sé lo que hubo en su espejo, dice la canción. Yo sé lo que hubo en su cuerpo. No me gusta dar las cosas digeridas sino que la gente se haga la cabeza de que la canción está hablando de cualquier otra cosa. La realidad del suicidio es algo que viví muy cerca y al día de hoy tengo una visión de no juzgarlo. Si no quieres vivir te extrañaré, pero no por eso está mal y voy a juzgarte.

RECUERDOS DE INFANCIA

“En mi casa estaban todas las paredes rayadas porque había que expresarse –cuenta Luciana, lx que nunca tuvo aros–. Nunca nos perforaron las orejas porque íbamos a hacer lo que quisiéramos. Había mucha libertad en el discurso, pero los hechos no eran tan abiertos. Si nadie te dice que podés transformar tu cuerpo, así te digan que podés hacer lo que quieras, si sos un niñx, no tenés herramientas para manejarte dentro de la libertad. Aunque mi vieja trabajo en la primera operación de un varón transen Uruguay, en un implante fálico, porque es psicóloga y siempre estuvo muy vinculada al tema, a mí nunca me dijeron: Che, mira si querés existe también esto”.

¿No hablaban de sexualidad? 

Sí, pero dentro de esa libertad... No sé si existía un lugar en sus cabezas donde eso fuera posible. Yo hace un tiempo me di cuenta –de hecho lo dije en un show donde estaban mis padres– qué me pasaba esto: en la escuela decían “los varones traigan bebida, las mujeres traigan comidas” y yo en mi cabeza, de verdad, desde lo más profundo, no sabía qué llevar. Es una estupidez, pero cuando fui consciente de eso me di cuenta que a mí género lo cuestioné siempre. En ese entonces tenía seis años. 

¿Vos transmitías esto a alguien? Tal vez te daba vergüenza decir que no sabías qué llevar, a mi me daba vergüenza admitir que no sabia cual era la derecha y la izquierda...

Seguramente lo comenté. En mi casa era todo muy abierto. De repente me despertaba y tenía una hermana que era una niña que mis padres habían conocido en el supermercado y no tenía dónde vivir. De hecho, tengo una hermana mayor que así se quedó a vivir en mi casa por quince años. Nos llevamos súper bien, a veces tenemos discusiones filosóficas. Fue mi hermana mayor y nos cuidaba. Yo nací y ella ya estaba ahí. Era de Maldonado o Rocha. 

O sea en toda tu vida, desde siempre se desnaturalizó todo, desde el género a los lazos biológicos o la pertenencia a un país o un lugar...

María José, que es esta hermana mía mayor, dice que entraba a mi casa y estaba yo en pañales sentada sobre la mesa tirando tallarines contra el techo. Mi padre, sentado al lado leyendo el diario. Dice que le preguntó: Walter, ¿qué onda? Y le dijo: Me parece que está haciendo un acto performático. Madre siempre fue un poco más rígida y le contestó: habrá que ver qué está queriendo expresar. Mientras tanto, todas las paredes llenas de tallarines. Pero eso también me trajo muchos problemas. Porque si a vos te dan un montón de libertad, pero no te enseñan un poco los límites del otro y hasta dónde puede llegar... Tuve problemas, desde las drogas, a ir a la casa de un amigo y pintarle las paredes con un lápiz. Cuando me hablaban de la autoridad en el Liceo no entendía nada. 

Te debe costar horrores esta época tan autoritaria entonces...

Además a mí me pasa eso que me pasó en México: viene la policía a hablarme y termino presa. Yo venía en un taxi del aeropuerto con la plata justa para pagar eso, porque allá vos compras con ticket y sabes exactamente lo que te va a salir. Tenía que ir a un hotel cerca del Zócalo y a presentar mi película en la Cineteca Nacional. Estábamos llegando y el taxista me dice: no sé dónde es el lugar, no me sale en el GPS. Yo no sabía porque era la primera vez que iba a México y me dijo que no me podía llevar y yo no tenía más plata, le exigí que me llevara destino. En un momento me abrió la puerta para que bajara y me quedó la guitarra adentro y ahí le pegué una patada al auto. Cayeron ocho policías, me pidieron documentos y una coima de $400. Les dije: no puedo creer que sean tan corruptos y me empecé a reír. Terminé de decir eso y se me vino la noche. Torturas psicológicas y físicas. Me colgaron de un fierro esposada, en puntas de pie. Cada vez más guita me pedían y no tenía. Estuve quince minutos colgada y vino alguien, me abrió la llavecita, me caí al piso y me tiraron agua en la cara. Yo no quería que se quedaran con el pasaporte y esta persona me decía que se los entregara. Yo ya sé cómo es la jugada porque trabajo con migrantes. Le sacan la visa a los pasaportes y la venden en Juárez. Miedo total. Me decían: va a venir la policía judicial (la que te juzga en el momento) a llevarte a la cárcel de Oaxaca. Cuando se dieron cuenta que era uruguaya fue peor. Todo lo que les decía era peor. De casualidad me había anotado el nombre de una sonidista en el brazo y la llamé. Le di la tarjeta de débito, y pagué una multa por desacato al otro día. Denuncié en la Embajada de Uruguay en México y ahí me dijeron: la verdad es que nosotras tenemos tanto miedo como vos siempre. Esto fue en 2014.

¿Por qué peor que le dijeras que sos uruguaya?

Porque pocos meses antes Mujica había dicho que el gobierno de Peña Nieto era el triunfo de la derrota al sistema educativo y que era una dictadura democrática. En ese momento en que Mujica dijo eso, fueron militares a la embajada y la desalojaron, ahora es un tiene departamento pequeñisimo. Ahí me dijeron: Si querés hacer la denuncia,hacela, pero yo no lo haría. 

El documental que ibas a presentar era justamente sobre la situación de lxs migrantes...

Lo que me dijo la agregada cultural es:  ahora anda la Cineteca Nacional, el edificio del cual México se siente tan orgulloso, y mostrales cómo tenés los brazos. Fui a presentar la película y me puse a llorar. Dije que no había podido conocer nada de México porque apenas podía caminar. Yo pensaba que iban a ir muchos uruguayos y la peli de repente se estaba mostrando para un montón de mexicanos que se sentían muy avergonzados de todo lo que estaba pasando. 

¿Vos dirigiste la película?

Hicimos medio todo, todos. Fuimos cinco personas y la investigación la hice yo, que es mucho más larga que la película. Trata sobre la influencia de las corrientes migratorias en la música. Es decir, trata de cómo se van transformando todos los géneros. l

Luciana Mocchi se presenta el viernes 23 de noviembre a las 22.30 en Santos 4040, Santos Dumont 4040.