Cuando John Hodge vio por primera vez T2: Trainspotting, de la cual escribió el guión, no pudo sino notar cuántas de las figuras del deporte y la música que aparecen en el film habían muerto. Johan Cruyff, a quien se puede ver realizando su famoso quiebre de cintura al comienzo de la película, muerto; George Best, sobre quien Renton y Sick Boy hablan adulatoriamente por su vida amorosa y por haber interpretado brevemente a Hibs, muerto; Lou Reed, cuya “Perfect Day” se escucha unos instantes en la banda sonora, muerto; Joe Strummer de The Clash, muerto; David Bowie, cuyos álbumes Renton atesora, muerto. La lista sigue. “No se me había ocurrido hasta después, la mortalidad... Hay tanta gente muerte en la película”, reflexiona Hodge. “Esta es la gente que Renton y Simon (Sick Boy) ha idolatrado toda la vida y está desapareciendo. Para mí, las pérdidas son parte del film. Es de lo que habla Renton, de la gente que amás y... desaparece”.

Tal como lo sugieren los comentarios de Hodge, cualquiera que vaya a ver T2  –que aquí se estrenará el 2 de marzo– esperando simplemente una comedia podría ser tomado por sorpresa. El film retrata la masculinidad y la mediana edad de manera tan desesperanzada como cómica. “La gente joven tiende a ser más temeraria y autodestructiva. En el cine sabemos que ver a personas siendo temerarias y autodestructivas puede ser realmente entretenido... pero cuando llegás a los 40 o los 50 ya no sos tan temerario ni autodestructivo. Si lo sos, no es tan admirable. Es más bien trágico. Ése es el desplazamiento”, explica Hodge. “La vida puede ser terrible cuando tenés veintipico y todavía hay esperanza. ¡La vida puede estar OK cuando tenés cincuenta y pico pero no hay esperanza!

En T2, a los cuatro personajes principales se les recuerda continuamente su pasado. Hodge, que también tiene 50 y pico, insiste en que esto no es simplemente un intento de invocar a los mejores momentos de la primera película: “No se puede separar quiénes son de quienes fueron y qué hicieron”. Hodge, el calificado médico convertido en guionista, admite libremente que, veinte años atrás, ni siquiera consideró la posibilidad de que hubiera otra película de Trainspotting. “En esos días, especialmente en Gran Bretaña, uno no pensaba automáticamente en ‘secuela’”, recuerda. Fue recién en 2002, cuando Irvine Welsh escribió Porno, su continuación de Trainspotting, que el director Danny Boyle pensó que podía haber otra película. Hodge intentó una primera versión de guión. “No era muy buena. Creo que el problema era que era demasiado rápido como para hacer algo con el material”, dice. El equipo no quería hacer simplemente otra película sobre sexo, drogas y violencia en el centro de Leith. “No había suficiente distancia como para hacer algo nuevo. Simplemente lo abandonamos”, recuerda.

Tampoco ayudó que el actor Ewan McGregor, quien interpretó a Renton, se peleara durante un tiempo con Danny Boyle después de no ser considerado para el protagónico de La playa (2000). Hodge había pensado que revivir a Trainspotting era un proyecto difícil, de todos modos, y estaba feliz de “simplemente dejarlo irse”. Fue Boyle quien, hace dos o tres años, sugirió que lo intentaran nuevamente. Todos los actores estaban comprometidos y era cuestión de Hodge escribir un guión con el que todos estuvieran satisfechos.

Como su predecesora, T2 celebra y ridiculiza a la vez a Escocia y a los escoceses. Ambos films son producciones de bandera para la industria cinematográfica escocesa y Hodge sugiere que el humor punzante debería ser tomado con pinzas. “La ambivalencia con respecto a Escocia es simplemente honesta. Pienso en los hinchas de fútbol escoceses que han sufrido durante años. Ahora hay un fantástico cinismo acerca de la selección nacional y existe desde hace mucho tiempo. Es gracioso y desesperanzado”. Hodge agrega que uno debería tener un saludable cinismo respecto de su propio país y aprender a “recibir con los brazos abiertos sus errores y no tener ninguna clase de ilusiones”. Es muy posible estar de acuerdo con la famosa frase de Welsh “es una mierda ser escocés” y todavía ser un escocés patriótico. La puesta en escena de Hodge incluye algunas referencias a recientes maravillas escocesas como el elefante blanco de un tranvía de Edinburgo (Renton es una de las pocas personas que viajó en él) y el Parlamento escocés. El guión fue escrito antes del Brexit y hay una escena irónica en la que Renton y Sick Boy piden que la Unión Europea instale un sauna/ burdel para ayudar a regenerar Leith. 

Hay ciertas áreas de conocimiento de Hodge que ni siquiera Welsh puede empardar. Por ejemplo, gracias a sus años practicando la medicina como residente, primero en el Old Church Hospital de Romford y luego en el St. George Hospital de Tooting, Hodge tiene mucho mejor idea de los detalles médicos que el guionista promedio de Hollywood. En T2, un personaje que está en la cárcel se hace apuñalar para que lo transfieran al hospital y luego poder escapar. Poco tiempo después de escribir la escena, Hodge estaba en una librería, hojeando un volumen sobre “los británicos más duros” y se sintió gratificado de encontrar el relato de un prisionero de la unidad especial de Balinnie, en Glasgow, que había conseguido que un amigo rompiera un espejo y lo apuñalara en la espalda para poder ir al hospital. “El plan había salido mal y casi había muerto. Me gustó ver que inconscientemente yo había imitado a la vida real”. Hodge visitó la prisión Saughton en Edinburgo y rápidamente se dio cuenta de que es casi imposible escapar de las prisiones modernas. Hacer que te apuñalen es una de las pocas opciones.

Pese a su éxito como guionista y dramaturgo, Hodge tiene uno o dos yerros en el trayecto. A fines de los ‘90, por ejemplo, escribió el guión de una película sobre un conductor de programas de juegos llamada The Final Curtain que apenas llegó a estrenarse. Al menos pudo pasar algún tiempo con la estrella del film, Peter O’Toole. Hay historias sobre O’Toole desnudo en su camarín con una copa de vino después de un día de filmación y que el staff de producción le ofreciera si podía conseguirle algo. “Sí, una costurera de 18 años”, respondió el actor. Cuando Hodge le habló en la fiesta de fin de rodaje, O’Toole le dijo que quería que se fueran a escribir un guión sobre un tema del que nadie había hablado antes en el cine, “una relación entre un hombre mayor y una mujer joven, una relación completa que sea emocional, espiritual y sexual”. Hodge tuvo que responderle: “Peter, todo Hollywood se afirma en esa idea”.

Otro guión reciente de Hodge fue para The Program, de Stephen Frears, acerca de ciclista estadounidense Lance Armstrong. Cuando se le pregunta a Hodge acerca de la reciente controversia alrededor de Team Sky y el uso de “exenciones de uso terapéutico” del ciclista británico Bradley Wiggins para tomar drogas prohibidas, no puede sino expresar su consternación. Hodges se pregunta por qué Wiggins nunca mencionó antes que había estado enfermo y por qué los periodistas no le preguntaron más sobre su necesidad de medicación. “Me hubiera gustado saber quién le diagnosticó el asma, si había intentado antes con otros tratamientos como un inhalador, por ejemplo. ¿Por qué el doctor fue directo a prescribirle el esteroide más poderoso que se consigue, que sólo he visto prescribirse a gente que está a punto de ser ventilada porque tiene fallas respiratorias?”

Durante un momento, mientras no para de hablar, Hodge suena como el médico que alguna vez fue. De regreso al tema de Trainspotting, ¿puede imaginar una tercera película (con el permiso de Irvine Welsh, quizás en el estilo de Last of the Summer Wine con Renton y compañía como viejos desagradables que todavía se portan mal? “Dios, espero que no. El dolor de cabeza de tratar de pensar lo que podrían hacer...”, dice Hodges, pero enseguida da marcha atrás: “No lo descartaría, supongo”.

* The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.