La previa a la Cumbre del G20 configuró un escenario propicio para los desacoples de la organización de Cambiemos. La vicepresidenta Gabriela Michetti dio la nota al llegar tarde para recibir al presidente de Francia, Emmanuel Macron, que arribó al país en la noche del miércoles, y apurada por subsanar el contratiempo intentó entablar un diálogo inentendible con el mandatario francés y su esposa Brigitte. “Très bon reunión, a très bon nivel”, lanzó Michetti en un idioma desconocido para resaltar la importancia del encuentro de los máximos líderes globales. Pero eso no fue todo: tras la desinteligencia –que tuvo tufillo a interna oficial–, la funcionaria se mostró molesta por no poder participar del cónclave dado que debe reemplazar al presidente Mauricio Macri en la ceremonia de asunción del mexicano Andrés Manuel López Obrador. “Me toca a mí lamentablemente”, se quejó.

 

Cuando Macron bajó del avión oficial junto a la primera dama, no encontró a nadie que lo recibiera en la pista del aeropuerto internacional de Ezeiza. Apenas dos trabajadores de la terminal aeroportuaria, uno de ellos con chaleco amarillo –símbolo de las protestas en Francia por el aumento en el combustible que acorralan a su gobierno– y se acercó para saludarlos. La vicepresidenta apareció abruptamente en la escena junto con el secretario de Relaciones Exteriores, Daniel Raimondi, y el embajador francés en la Argentina, Pierre Henri Guignard, recién cuando el mandatario ya estaba por subirse al auto que lo llevaría al Hotel Intercontinental, en el barrio de San Telmo. Allí Michetti se esforzó por congraciarse en un improvisado francés, en el que intentó comentarle una reciente visita suya a París en la que había mantenido “très bon reunión, a très bon nivel”, que podría descifrarse como que había conseguido armar encuentros de alto nivel.

“Salí temprano de casa, teníamos tiempo de sobra. Cuando ponen la alfombra roja y arranco con la silla como para ir, una persona de protocolo me dice: ‘No, no, la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria) nos dice que esperemos, Macron no está bajando’. Bajó primero un grupito de seis o siete personas. En ese momento el vicecanciller y el embajador dicen que estaba bajando Macron. Serían unos 20 metros, ahí arrancamos volando. ¡Salimos no sabés cómo! Casi me mato, me enganché el pantalón en la rueda y enseguida lo agarramos cuando se subía al auto”, se exculpó Michetti más tarde en declaraciones televisivas. La vicepresidenta calificó de “horrible” la situación y responsabilizó de la desprolijidad a “la gente de protocolo”, en referencia a los trabajadores de la Dirección Nacional de Ceremonial que forma parte del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

Por otro lado, junto con la explicación sobre el papelón, Michetti deslizó algunas frases que dejaron entrever su malestar por no poder participar de la Cumbre, ya que debe asistir a la asunción del presidente electo de México. “Después me voy a México. Me toca a mí lamentablemente, porque me hubiera encantado estar en todas las actividades del G-20, pero me toca reemplazar al presidente y representar a Argentina en la asunción de López Obrador”, protestó. 

Lo de la vicepresidenta no es nuevo. Sus desprolijidades protocolares ya son moneda corriente en el Senado, donde preside las sesiones y suele cometer errores en la aplicación del reglamento parlamentario. Hace algunos meses, durante el debate histórico de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, insultó al jefe del interbloque de Cambiemos, Luis Naidenoff, sin darse cuenta de que estaba con el micrófono abierto. “Es un pelotudo, que no rompa las pelotas”, disparó.