El megaacuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur quedó a la espera de la dirección que tomará el nuevo gobierno de Brasil encabezado por Jair Bolsonaro, sobre la cual todavía no hay muchas certezas. La marcha del acuerdo por el lado sudamericano depende tanto de la política comercial del país vecino como en relación al posicionamiento frente al Acuerdo de París sobre cambio climático, que Bolsonaro amaga con desconocer. Por el lado europeo, el principal opositor es Francia, que ofrece fuerte resistencia frente a la apertura del mercado de carnes y las indicaciones geográficas para denominar productos según su procedencia. La Argentina, a pesar de la oposición del sector industrial, sigue firme en la búsqueda de articular el acuerdo.

 “Los europeos siguen demandando mayor flexibilidad arancelaria y Brasil ya no se quiere mover ni un centímetro. Esto fue así hasta la elección de Bolsonaro. Ahora vamos a ver qué postura tiene Brasil”, cuenta a PáginaI12 una fuente del gobierno argentino. Todavía hay mucha incertidumbre sobre la política económica del gobierno de Bolsonaro y la agenda de comercio exterior no escapa a esa lógica. Si bien el jefe del nuevo equipo económico, Paulo Guedes, es un ultraliberal y ya se manifestó a favor de una mayor apertura comercial entre Brasil y los países desarrollados, el propio Bolsonaro proviene de una tradición más nacionalista en lo económico y la poderosa burguesía paulista es un actor de peso a la hora de defender los intereses industriales.

 “No hay alternativa al multilateralismo”, dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien fue recibido por el presidente argentino, Mauricio Macri, junto al titular del Consejo Europeo, Donald Tusk. La Comisión Europea es a nivel global uno de los principales organismos de impulso a la liberalización comercial, papel que asumió en forma casi protagónica con el giro proteccionista del gobierno de Donald Trump. Sin embargo, a escala nacional en Europa persisten nichos de resistencia al acuerdo de libre comercio con el Mercosur. Se trata de sectores de la agroindustria que muestran rechazo a la posibilidad de tener que resignar mercado ante la competencia sudamericana. A la inversa, los industriales argentinos lanzaron múltiples advertencias al gobierno de Macri sobre el daño que podría generar la apertura llana a la competencia europea en el terreno de la manufactura.

 “A nivel técnico está prácticamente todo acordado. O sea, las partes involucrados llegamos a acuerdos. Ahora falta que los ministros y las máximas autoridades políticas se sienten y definan algunos de los grandes temas para llegar a la firma”, explica una fuente oficial. Esos “grandes temas” consisten en los plazos de desgravación arancelaria para autos y autopartes y las cuotas de ingreso libre de arancel que la UE permitirá en el sector agrícola.

 No hay todavía acuerdo en relación a la regla de origen del sector de maquinaria. La regla de origen consiste en cuánto valor agregado extrarregional se admite en una máquina para que se pueda comerciar entre ambos bloques sin aranceles. Como la UE tiene fuerte integración con Asia y otros países fuera del bloque, quiere que el componente no europeo permitido sea alto. En cambio, los países del Mercosur no quieren que se filtre producción de Asia en la industria europea y por lo tanto no quieren avalar un componente alto de valor agregado extra europeo. El transporte marítimo es otro tema sensible para Brasil y también para la UE que tampoco está resuelto. Por último,  el sector del vino representa un problema porque Brasil está en una posición defensiva mientras que la Argentina está a la ofensiva en relación a la baja de aranceles. “La gran pregunta es qué opina Bolsonaro”, dice otro negociador.

 Además de la incertidumbre comercial sobre la política de Bolsonaro, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, advirtió desde la cumbre sobre otro punto del futuro programa del nuevo gobierno de Brasil. Macron dijo que no quiere firmar “acuerdos comerciales amplios con potencias que no respetan el acuerdo de París y que lo anunciaron así”, en referencia a las declaraciones de Bolsonaro en contra de ese programa. “Yo me coloco en una posición que le pido a mis actores económicos y a mis trabajadores esfuerzos para adaptarse, pero iríamos a firmar acuerdos comerciales con países que no respetarían el acuerdo. Así no se puede avanzar”, dijo el gobernante francés.