Como parte de la agenda del G-20, el presidente de argentina y su par chino se reunirán mañana para firmar varios acuerdos. Entre ellos, podrían ratificarse protocolos para aumentar el comercio de materias primas, y además debatir respecto de la introducción de Argentina en el proyecto de infraestructura “La franja y la ruta”. Proyecto que Gustavo Girado, economista experto en China, considera que podría beneficiar a Argentina.  Director del posgrado de Estudios en China Contemporánea de la Universidad Nacional de Lanús y autor del libro “¿Cómo hicieron los chinos?” (Astrea, 2017) Girado analizó, en diálogo con PáginaI12, la relación sino-argentina bajo la luz de estos acuerdos e iniciativas. También abordó el tema que tiene en vilo a los principales participantes de la cumbre de los poderosos: el conflicto comercial entre Estados Unidos y el gigante asiático. 

–Mañana el presidente argentino se reunirá con su par Xi Jinping y firmarán varios acuerdos, Principalmente, ¿qué es lo que se discutirá?

–Se especuló bastante sobre la firma de varios acuerdos. Por un lado el acuerdo para la construcción de la central nuclear Atucha III con tecnología de China. Al final parece que esta propuesta no va a ser firmada.  Por otro lado se ha hablado sobre si Argentina entraría a la ruta de la seda, un proyecto al que países como Brasil y México no suscribieron. Entonces, a partir de esta poca información que tenemos, yo creo que lo que va a pasar mañana (por hoy) será nomás una ratificación de algunos acuerdos preestablecidos.

–¿Por ejemplo fortalecer la compra de materias primas argentinas?

–Claro, se podrían fortalecer o aprobar algunos protocolos que ya están en discusión. Por ejemplo ayer el ministro Etchevehere firmó con una industria china que es comercializadora de oleaginosas el aumento de las compras de soja y de aceite de soja. Es decir, en la reunión de mañana se puede ver un aumento del compromiso bilateral.

–¿Entonces no habrá grandes sorpresas?

–Yo creo que con la visita de Xi Argentina, que además es una visita de Estado, se va a avanzar con el protocolo de acceso de algún producto. Sin embargo hay que tener en cuenta que en el encuentro se podría acordar que nuestro país pase a formar parte de la infraestructura “la franja y la ruta”.

–¿Cómo se beneficiaría Argentina de la participación en ese proyecto?

–Este proyecto es el desarrollo más grande del mundo. Conectó a Beijing con Lisboa, por ejemplo. Es un proyecto que tiene despliegue sobre 60 países y que apareció en Latinoamérica hace dos años y que se explica, en parte, por la retracción de Estados Unidos con la asunción de Donald Trump al poder. Primero, Argentina se beneficiaría porque son proyectos de infraestructura que se realizarían con capitales chinos que además incluyen tecnología y desarrollo de infraestructura. Además se espera la participación de capitales argentinos que es lo que siempre pretende la otra parte del acuerdo. Sin embargo, la parte más importante sería quien gestiona luego la obra. Y esto, cuando fue puesto en práctica en Pakistán tuvo algunas resistencias y en Filipinas también. Digamos, son proyectos abiertamente políticos que China vislumbra en función de sus intereses.  

–¿Cómo evalúa los dichos que hizo la vocera de Trump ayer (tildó de “rapaz” a la economía china)? ¿Podrían influir en las relaciones bilaterales entre Argentina y China?

–Para mí fue muy brutal, es como si la reunión entre Macri y Trump hubiese sido para decirle a Macri qué es lo qué tiene que decir. Es algo burdo. Me da la impresión de que puede haber sido una jugada para condicionar la reunión bilateral de mañana, incorporando a Argentina a una pelea de gigantes. Sin embargo, desde la mañana de ayer se están desmintiendo los dichos, pero no hay manera de saber si efectivamente fue así. Si es verdad, es un exabrupto y puede haber sido una forma de marcar la cancha.

–¿Cómo ve la guerra comercial entre Estados Unidos y China?

–Desde hace tiempo sostengo que esto no tiene que ver con una guerra comercial, sino que tiene que ver con una disputa feroz de hegemonía donde se disputa en que idioma van a hablar las próximas plataformas tecnológicas, como por ejemplo, los sistemas armamentísticos. Desde que llegó a la Casa Blanca, la propuesta de Trump es ir contra el proyecto de China 2030. Un proyecto con el cual el gobierno chino desea ser uno de los principales líderes a nivel global en el desarrollo de tecnología de punta y competir de igual a igual con Silicon Valley.

–Sin embargo los últimos días se estuvo hablando de un acuerdo. ¿Lo ve posible?

 –La verdad es que el problema escaló mucho y pienso que ésta es una muy buena opción porque a raíz de ello los dos estarían obligados a encontrarse. Los  desplantes recientes de Trump en los organismos multilaterales y en otras agrupaciones con socios comerciales históricos han traído consecuencias importantes. De hecho ayer Trump se salió de las reuniones bilaterales. Yo creo que es una muy buena instancia para bajar un poco de tono, bajar de precio. Tienen que alcanzar algún grado de convergencia de intereses como para no seguir afectando la enconomía global. Siendo moderadamente optimista, si se van a sentar a conversar es porque algo tienen para decirse.

–¿Hay alguna línea sobre cómo serán las relaciones chinas con el nuevo gobierno de Brasil?

–Hasta el momento es poco lo que se sabe. Ni siquiera Jair Bolsonaro terminó de nombrar a todo su gabinete. Sin embargo podemos deducir que no podrá ser muy distinto a Mauricio Macri porque tendrá las mismas presiones para detener el avance China.

–¿Cómo ve la continuidad de las relaciones bilaterales luego del G-20?

–A lo largo de muchos años, la dinámica de las relaciones bilaterales entre Argentina y China dependió de nuestros ciclos económicos. Si Argentina necesitaba financiamiento, recurríamos al gigante asiático porque no imponía restricciones que otros países sí. Entonces, en cuanto a financiamiento, suponemos que la relación seguirá siendo propositiva. Es más, podría haber una ampliación de acuerdo por el Swap de monedas, algo que ya sucede desde que Redrado estaba a la cabeza del Banco Central. Y en cuanto a las exportaciones, lo que vendemos está estancado. No podemos expandirnos más. Sólo dependemos de la voluntad de China de comerciar con nosotros.