"Raspaduras y manchas forman la textura de la pintura", contó el pintor Daniel García (Rosario, 1957) en una entrevista realizada en 2014 en su taller del barrio de Fisherton. Allí contó cómo pinta, siguiendo un proceso tripartito de "construcción, destrucción y reconstrucción" de la imagen. Cada etapa de pintado y despintado, de trazo y borradura, "deja rastros visibles" en la superficie del cuadro. Estos rastros aluden, dijo García, "a lo que es tema común a mis obras: la relación de la pintura con el tiempo y la memoria".

La "relación de la pintura con el tiempo y la memoria" está implícita en la técnica y explícita en los temas de su producción. Pescador de imágenes, Daniel García navega largas horas en Internet. Guiado por la brújula de su subconsciente, se interna en aguas nostálgicas. Se detiene en la belleza melancólica de unos carteles vintage, en la elegancia pasada de moda de unas chicas chinas del siglo pasado, con sus sonrisas límpidas y su peinado banana al spray. La palabra mágica, que abre un mundo al copiarla en la ventana del buscador, es yuenfepai. Significa "afiche calendario". Son tres palabras, tres ideogramas: yuen fe pai. Para poder crear, Daniel García tiene que encontrarse con una clase de imágenes, con un conjunto potencialmente infinito de imágenes, que hagan serie. La sordidez de los archivos policiales que consultó para sus montajes videográficos y pinturas en blanco y negro (sus "Sirenas") dejó lugar a la seducción de las chicas chinas de almanaque y sus atuendos con estampados florales.

Yuenfepai es un género de arte gráfico publicitario y comercial muy buscado por coleccionistas y muy comentado en los estudios culturales, de género y poscoloniales. Tuvo su apogeo, cuenta García, en las décadas de 1920 y 1930. Su lugar de origen es Shangai. Vuelve así el pintor desde otro continente, otra cultura, otro grado de decoro y un lugar ideológico más actual, a la figura de "mujer fatal" que exploró hace unos años a través de la iconografía de Betty Page.

El arte decorativo chino está trabajado con exactitud.

El resultado a la vista de su reciente trabajo de pesquisa y pintura son las 46 obras (30 dibujos blanco y negro en acrílico sobre papel, 10 pinturas en acrílico sobre lienzo en pequeño formato y 6 pinturas en acrílico sobre lienzo en gran formato) que integran su muestra Damas de Shangai. Las 6 pinturas pequeñas se apartan del tema predominante, que es el rostro femenino, para representar en cambio con exactitud casi hiperrealista piezas de arte decorativo chino, tales como jarrones y urnas funerarias en cerámica esmaltada. La exposición puede visitarse hasta el 9 de diciembre en el sexto piso del Espacio de Arte de la Fundación OSDE Rosario (bulevar Oroño 973), donde se inauguró el 23 del mes pasado. Las paredes de la sala fueron cubiertas temporalmente de un majestuoso color rojo que realza la elegancia y la gracia de las figuras y de sus atavíos y decoraciones.

La relación con la memoria está implícita en la técnica.

La belleza, en la obra de Daniel García, siempre tiene un toque siniestro, que aquí es muy sutil. Lo aportan por un lado las descomunales medidas de las 6 pinturas grandes, que otorgan a las lindas y discretas damiselas un grado de presencia monstruoso, y por otro la cualidad fantasmal que surge de esos rostros al calcular, no sin vértigo, por la edad de las modas que lucen en ropa y maquillaje, la distancia que nos separa de su época: una vida, décadas, las mismas que se interponen entre el acto presente de hojear un álbum familiar y aquellas fotos de solteras de tías abuelas ya fallecidas.

Suman a semejante efecto los colores: verdes desteñidos, ocres de óxido. Sin embargo, el rojo de las flores artificiales estampadas en las telas de los vestidos resiste como el recuerdo de un perfume. Es con estas ficciones de piezas gráficas o cerámicas ausentes, el espesor arqueológico de cuya materia la pintura repone y recrea, que el virtuosismo y la obsesión del pintor hablan de lo femenino. Como él mismo explica en su propio texto de catálogo (rico en perlas encontradas), se trata de un homenaje a las mujeres de ayer y de hoy.