Dos días después de hablar por teléfono con Donald Trump y acordar una reunión en Washington en febrero, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dio luz verde a un paquete de unidades residenciales que se construirán en su mayoría en grandes bloques de asentamientos judíos de Cisjordania. El gobierno del primer ministro israelí aprobó ayer la construcción de 2.500 nuevas viviendas en esa zona y advirtió que no prevé finalizar este tipo de iniciativas, a pesar de haber sido declaradas ilegales por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. 

Netanyahu y su ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, anunciaron que la mayoría de las viviendas autorizadas serán edificadas sobre asentamientos que ya existen, mientras que un centenar corresponden a Beit El, enclave que recibió fondos de Jared Kushner, yerno y asesor del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según medios de prensa de Israel. Según el periódico The Jerusalem Post, el ultraderechista Lieberman dijo, en alusión a la zona de Cisjordania anexada a Israel desde 1967: “Vamos a recuperar la vida normal en Judea y Samaria”. 

Para el ala dura del Ejecutivo israelí, la expansión de los asentamientos no es suficiente e insisten en la anexión de todo el área C de Cisjordania. “En el mejor de los escenarios, es un intento por evitar la extensión de la soberanía en Judea y Samaria; en el peor forma las bases para el establecimiento de algo menos que un estado palestino”, declaró Bezalel Smotrich, diputado del pro colonizador Hogar Judío al digital Israel National News.

Zeev Elkin, ministro de Medio Ambiente, sostuvo que las unidades residenciales serán destinadas a israelíes que ya residen en territorio ocupado y que, ante la falta de edificación en estos años, vivían en casas prefabricadas en asentamientos. El jefe del Consejo Yesha de Asentamientos Judíos, Oded Revivi, dijo que espera que las construcciones ordenadas por Netanyahu “sólo sean el comienzo de una oleada de nuevos edificios a lo largo de nuestra tierra ancestral después de ocho años muy difíciles”. Para la organización, que representa a 430.000 colonos, la construcción de “ciudades israelíes” en territorio ocupado es una respuesta a la paz al entender que permite a israelíes y palestinos vivir y trabajar juntos.

La respuesta palestina fue inmediata: Nabil Abu Rudaina, vocero del presidente de Palestina, Mahmoud Abbas, condenó la medida y calificó la decisión israelí de desafío y provocación. Abu Rudaina responsabilizó a la comunidad internacional por su indiferencia, por lo que pidió una reacción de Occidente ante esa decisión, que supone un obstáculo para restablecer la seguridad y la estabilidad y promueve el extremismo y el terrorismo, informó la agencia de noticias palestina Wafa.

La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ve en esta escalada de construcciones “un crimen de guerra y una flagrante violación de las leyes y convenciones internacionales”, especialmente de la reciente resolución 2334 de la ONU aprobada por la abstención de Estados Unidos, durante el último mes de presidencia de Obama. “Es evidente que Israel está aprovechando la inauguración de la nueva administración estadounidense para aumentar estas violaciones e impedir la existencia de un Estado palestino”, aseguró la dirigente de la OLP, Hanan Ashraw.

Netanyahu adelantó el lunes a los principales miembros del gobierno que se retomarían las construcciones. Las edificaciones serán inminentes en Ariel, donde se construirán 900 unidades; en Maalé Adumim se levantarán 90 casas, en Efrat 21; 18 en Elkana; 166 en Inmanuel; 86 en Migrón; 20 en Beit El; 150 en Oranit; y 100 en Givat Zeev; señaló el diario Haaretz. “Estamos construyendo y seguiremos construyendo”, aseguró Netanyahu. La nota oficial afirma que también se desarrollará una zona industrial cerca de Hebrón, que será una de las infraestructuras más grandes previstas hasta ahora, según un comunicado del gobierno.

El domingo, Netanyahu anunció que levantará las restricciones para ampliar asentamientos en Jerusalén Este, donde hasta ahora se habían limitado por la presión internacional, después de que la Alcaldía aprobara la construcción de 566 casas en la zona ocupada de la ciudad. Desde que Donald Trump fue elegido presidente, aumentaron las voces que piden la extensión de las colonias y la anexión del área C, bajo control militar exclusivo y control civil casi total de Israel, desde los Acuerdos de Oslo.