La democracia que se abrió tras la caída de la dictadura está perdiendo varios de los constituyentes que la definen como tal, lo que la lleva a definirla en categorías de autoritarismos de nuevo tipo. Al mostrarse intolerante con los procesos democráticos de transformación y profundización democrática, el gobierno de Cambiemos muestra la esencia de las sociedades autoritarias, donde el autoritarismo no es el fin, sino el medio para reprimir esas políticas y silenciar voces disidentes. Uno de los marcadores más significativos de ese proceso regresivo es el peligro permanente de PáginaI12 de desaparición después de sostenerse durante más de 30 años.

Se ha dicho hasta el cansancio y es cierto, que cuando salió PáginaI12 a la calle, la idea inicial era que se trataba de un medio alternativo. La idea de todos era que cualquier medio que planteara una mirada diferente a la del sentido común hegemónico se tenía que plantear como tal porque el sistema de medios se definía por esa homogeneidad base, transmisora de los valores dominantes, y no por la diversidad.

Otra idea fuerte de esa época era que cualquier medio que planteara una mirada diferente a ese sentido común, duraría poco tiempo en la calle. El final devendría por varios motivos, desde el más grueso, como sería la censura o la represión, hasta los más mercadistas como baja circulación o pauta insuficiente. Más que ideas abstractas, las dos cuestiones eran conclusiones que provenían de numerosas experiencias en los treinta y más años previos a la salida de PáginaI12. No había medios de este tipo que hubieran sobrevivido después de cinco o seis años.

En todo ese tiempo no hubo democracia real, a lo sumo gobiernos civiles esporádicos bajo la forma de democracias tuteladas por las fuerzas armadas y el sistema de medios tan homogéneo se estructuró a imagen y semejanza de ese proceso. La irrupción sorpresiva de PáginaI12 en el sistema de medios fue una señal muy positiva del proceso de transición democrática que se abría en los años '80. Y con el paso del tiempo, la sobrevivencia de un medio que sostuvo contra viento y marea una voz diferente al sentido común hegemónico que expresa la mayoría de los medios tradicionales se convirtió en uno de los marcadores diferenciales de ese proceso democrático.

Hubo muchos argumentos profesionales para que Página se sostuviera esos años. Pero el dato decisivo fue que la sociedad lo percibió como otra expresión del fenómeno más importante de la transición democrática. Ese factor distintivo de la transición en Argentina fue el lugar protagónico que tuvieron los organismos de derechos humanos y sus luchas. PáginaI12 se convirtió naturalmente en vocero y amplificador de ese fenómeno.

La lucha por justicia para las víctimas y castigo para los represores de la dictadura así como por la vigencia y el respeto a los derechos humanos en general, además de su importancia específica, funcionó con un valor agregado. Y se convirtió en aguijón permanente y cuestionador de las tendencias autoritarias que trataba de reintroducir y defender el sentido común hegemónico, desde el planteo de los dos demonios, hasta el del gatillo fácil. Todos temas que son emblemáticos del gobierno de Cambiemos y que tienen su máxima expresión en la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

Parece un rulo de la historia. El medio que es visualizado por la sociedad como expresión de la defensa de los derechos humanos y crítico de las políticas autoritarias y represivas, está en peligro de extinción desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri, que es un baluarte de esas políticas que el diario critica. No es el único ni mucho menos. Hay numerosas situaciones alarmantes que tienden a mostrar a un gobierno que usa una formalidad democrática para instalar una esencia autoritaria.

PáginaI12 está ligado a la historia de la democracia que se abrió a fines de 1983. Su suerte es un marcador de la suerte de esa democracia que sería muy diferente si el diario no hubiera existido.