“Me ofrezco, sin pedir ningún beneficio a cambio, a colaborar con ustedes señores de la Cámara de Casación y/o Corte Suprema para esclarecer los hechos, no sólo en palabras, sino con la verdad. Repito, no cometí delito alguno. No tengo de qué arrepentirme ni echarle culpas al que no se puede defender ni a Julio De Vido ni a Cristina Fernández. Y no pido ningún régimen especial ni libertad previa. Pido que la ley sea la misma para todos”. Con estas palabras, el ex número 2 del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta, se ofreció a colaborar en la causa de las fotocopias de los cuadernos, pero para demostrar lo que el considera que son mentiras de los empresarios. 

A lo largo de 17 páginas, Baratta, con la asistencia de su abogado, Juan Pablo Salas, se ofrece a desnudar la trama de los empresarios en la obra pública, pero también apunta contra un par de ex funcionarios públicos, en especial José López y el financista Ernesto Clarens. Como lo dijo desde un principio, Baratta afirma que no cobró ni un peso de coimas y que hubo una trama en que cobraron López, Clarens y ejecutivos de algunas empresas que, hacia adentro, dijeron que pagaban coimas y que se quedaron con la plata, blanqueándola en 2016.

El escrito de Baratta aporta una gran cantidad de evidencias. Por ejemplo, menciona como se contradijeron en sus declaraciones los ejecutivos de Techint, incluso como obstruyeron la causa, pese a lo cual –dice– Paolo Rocca no sólo está en libertad sino que se le permitió viajar al extranjero. 

Enumera Baratta: “el arrepentido Héctor Zavaleta, uno de los principales ejecutivos de Techint, relató las exigencias de dinero, ‘con la clara finalidad de que se le sigan adjudicando obras públicas a la firma que representaba’. Ahora, ¿no era que pagaron por Venezuela? ¿No era porque si no pagaban yo le mandaba a cortar el gas?”, contrasta Baratta. “Carlos Bacher y Daniel Novegill, ejecutivos de Techint en Venezuela, blanquearon grandes sumas de dinero. Su principal ingreso era los premios e ingresos de Techint, es decir que el dinero del blanqueo venía de corrupción privada”. Lo que señala Baratta es que estos ejecutivos, así como Luis Betnaza y Héctor Zavaleta, dijeron que pagaban coimas, se quedaron con el dinero y luego lo blanquearon. 

“Otro empresario que mintió es Aldo Roggio –agrega Baratta–, en principio diciendo que me dio dinero a mí, cosa que es falsa. Surge de la declaración del financista Clarens quien admite haber recibido 11 pagos de Roggio por un total de un millón de dólares. Clarens relata que en las reuniones de la Cámara Vial había 30 empresarios, entre las cuales estaba Roggio. Por orden de López el dinero a cambio de obras se le entregó a Clarens. ¿Cómo es posible que la Ciudad de Buenos Aires no le quite el servicio de subte a Roggio después de estas confesiones? ¿Con semejante poder de dinero e influencia no tiene él muchísimas más posibilidades de obstruir la causa que yo? ¿Y cómo puede ser que él este libre y yo preso?”.

Baratta continuó con varios ejemplos. Cita a Eduardo Gutiérrez, dueño de Farallón: “aparece como testaferro de José López en la causa de los bolsos en el convento. No lo citaron ni a indagatoria en esta causa pese a que recibió grandes obras y estaba en la cartelización de la obra pública”.

Baratta recuerda un dato clave: Carlos Wagner dijo que se reunían a repartirse las obras y se calcula que las reuniones fueron unas 50 en total. “¿No se trata de cada reunión, cada obra, un delito contra el Estado Nacional y la libre competencia? ¿Cómo es que eso no se investigó ni fueron los empresarios llamados a indagatoria por cada obra?”. 

El ex funcionario pone el acento en la disparidad de la Justicia, que sólo manda presos a quienes revistaban o simpatizaban con el kirchnerismo. Menciona por ejemplo que está preso Gerardo Ferreyra, pero están en libertad Carlos Wagner quien organizó el reparto de las obras, Juan Chediack, que también participó de esa organización y ambos digitaron el pago de coimas o Clarens que recaudaba en nombre de López. “A mi o a Julio De Vido nos ponen como organizadores, cuando queda claro que quienes organizaron los hechos ilícitos fueron ellos”, sintetiza Baratta. 

En todo momento, el ex funcionario exhibe un conocimiento de las licitaciones, obras y el contenido de la causa de las fotocopias de los cuadernos. Está claro que se ofrece para desnudar maniobras de los empresarios y algún ex funcionario, pero jura una y otra vez su inocencia, mencionando incluso la fortuna que se le encontró a unos y el hecho de que él y tampoco De Vido tienen dinero ni sociedades ni bienes, ni en la Argentina ni el exterior. El escrito termina con una frase llamativa: “rendirse no es una opción”.