“La transformación depende de todes. No solamente de nosotras las actrices que tenemos visibilidad”. Dice Laura Azcurra, la actriz que tuvo la responsabilidad de conducir la conferencia de prensa en la que Thelma Fardin denunció a Juan Darthes rodeada del Colectivo de Actrices Argentinas; un grupo reunido al calor de la lucha por conseguir el aborto legal, seguro y gratuito, que sigue abrazando la amplitud de causas que engloba el feminismo. En esta entrevista, Azcurra repasa el antes y el después de la denuncia y propone que toda la sociedad se haga cargo del cambio: “Ya no se puede patear la pelota. Ni a los diputados, ni solo a los jueces... sino que individualmente y personalmente, desde cada rincón como ciudadano, humano e inquilino del mundo, es una decisión y una responsabilidad propia”.

Laura Azcurra llega apurada a la vermutería La esperanza de los Ascurra, ubicada en Palermo. Es de unos “primos falsos”, comenta, mientras se disculpa por llegar unos minutos tarde y se dispone a posar para las fotos. “¡Cómo está la calle!”, dice, sin dejar de mirar a la cámara, “te paran y te abrazan, mujeres, hombres, todes”. Semana intensa para ella y quienes conforman el Colectivo. La denuncia tuvo una repercusión que las arrojó a días de dormir cuatro horas, llorar, hablar, dar notas acá y en el exterior. Azcurra igual se muestra bien dispuesta y con el pañuelo verde en la muñeca izquierda. 

El martes, en el Multiteatro ella fue una especie de anfitriona – “tal vez porque es como mi casa, hasta el domingo hacía TocToc”–, porque lo decidieron sus compañeras de la Comisión de Prensa del Colectivo, que ella integra y que estos días estuvo “prendida fuego”. 

La actriz se reconoce sin militancia política y recién llegada al feminismo. “Nunca lo había sentido tan  fuerte como fue al visibilizar la situación del aborto. Se hizo un click profundo adentro mío, donde empezó mi desprogramación y empecé a rever comportamientos, creencias, pensamientos, mismo las palabras, los insultos... es un laburo muy fino personal donde meterse adentro de uno, lleva a espacios que son oscuros y que también son dolorosos pero que son necesarios porque si no, no hay crecimiento”.

–¿Cómo llegó Thelma al colectivo?

–Por unas compañeras. Algunas sabían lo que había pasado. Lo guardaban en secreto y en silencio como hacemos las mujeres. Entonces la invitamos a una asamblea. Vino y dijo a mí me pasó esto. Todas en la asamblea llorando agarradas de las manos. Porque Thelma es muy lúcida y dulce, y la entereza que tiene. Tiene 26 años y es una minisabia. Entonces nos dice que quiere hacer la denuncia pero no tiene los recursos para hacerla en Nicaragua: “Puede expirar el tiempo y necesito hacerlo. No me animo a hacerlo sola”. Entonces empezamos a pensar de qué manera Thelma podía comunicar esto, además de armar una colecta entre todo el colectivo. Se armaron comisiones: Comisión Conferencia, Comisión Nicaragua... Y también empezamos a pensar cómo iba a ser la conferencia.

–Hubo críticas a que estaba demasiado armado todo. Imagino que fue una estrategia.

–Fue una decisión. Conociendo como son los medios, sabiendo en las aguas que estábamos nadando, que conocemos muy bien por nuestro trabajo... decidimos hacer algo muy serio y contundente.

–¿Cómo vive la repercusión?

–Todavía no paramos de llorar, se abrió un canal, una canilla de verdades, de empatía con otras mujeres con necesidad de hablar. Esto sí lo linkeo con el aborto porque también cuando empezamos con el pañuelo las mujeres nos empezaban a contar sus historias de aborto. Las personales, la de la hermana, la de la tía, la clínica clandestina que era el lugar donde se hacían los abortos clandestinos en el pueblo. En eso también empezó a abrirse una puerta de por qué no podemos hablar de esto, por qué hemos sido tan juzgadas, estigmatizadas... La misoginia, que define la no confianza en la mujer. Por eso se organizó. En el comunicado queríamos denunciar lo que sucede en este medio, el espacio donde trabajamos, porque somos mujeres y somos trabajadoras en un medio en que estamos muy expuestas, muy juzgadas por esa misma exposición.

–¿La sorprendió la denuncia contra Darthes?

–No, porque muchas actrices conocíamos distintas historias. Como también conocemos muchas historias de otras personas, que no vamos a hablar. Nuestra intención no es escrachar, queremos poner de manifiesto cómo están las cosas en nuestros medios, cómo funciona el modus operandi de muchas situaciones vinculadas con nuestro trabajo y sí estamos dispuestas a acompañar a cualquier compañera que diga “quiero hacer esta denuncia legalmente”, que no sea un rumor; que la justicia esté al tanto de esta denuncia. Porque hacerlo sola genera miedo. Además, Calu (Rivero) habló y no le creyeron, a otras compañeras tampoco les creyeron y las silenciaron.

–Las cuestionaron.

–Sí, no les dieron el espacio a seguir hablando. Ponele que fuera porque no habían hecho una denuncia legal. Entonces Thelma dijo “yo no quiero que me pase eso, no quiero quedar expuesta porque no quiero laburar nunca más”. Todo el miedo que tenemos las mujeres siempre cuando pasa una situación de injusticia y de abuso que decidimos naturalizar o silenciar o nosotras mismas negar o justificar también con antiguas creencias y pensamientos en que hemos sido educados todos. Por eso creo que es tan contundente y tan fuerte que haya pasado esto a nivel social porque de alguna manera toca a todes en sus experiencias de abuso. También en esto incluyo a los hombres. Porque también han sido abusados de niños y también entre ellos hay situaciones de abusos de poder. Y me encanta que paradójicamente seamos las actrices las que proponemos sacarnos la careta para no seguir sosteniendo la hipocresía.

–Decía que la paran en la calle.

–Me paran en la calle las mujeres, me abrazan, agradecen lo que está haciendo el colectivo, lloran, hablan de sus abusos, de sus enojos por tanto tiempo de silencio. Por eso me interesa transmitir que el cambio va a ser inevitable pero es un cambio en que todos somos responsables. Nosotras le dimos luz a esto, contención y una clara acción pero a partir de ahora cada uno se hace responsable desde su lugar. Claramente está acompañado de la enorme fortaleza de este año que fue el movimiento de mujeres. Creo que hubo una rampa que disparó esto hacia arriba que fue la marcha de las 30 mil minas por Lucía, o sea, pidiendo y exigiendo justicia. 

–¿Escuchó a Darthes después de la denuncia?

–Más o menos era de manual. Es típico de un negador y de un abusador dar vuelta, el clásico modus operandi de dar vuelta la tortilla. Ahora estamos muy unidas y muy fortalecidas, entonces no nos vamos a comer ese bocadito de vuelta.

–Hay gente más preocupada por resguardar la supuesta presunción de inocencia de Darthes, que en creerle a la víctima, ¿por qué?

–Hay una idea en el inconsciente colectivo de creencias muy antiguas. Entonces se activan esos programas, que son los conocidos. Por eso este cambio tiene que ver con un escaneo de cada uno. Porque en este país donde todos están señalando con el dedito al otro, lo que está bien y lo que está mal, lo que corresponde y lo que no... Me parece que es momento de guardar ese dedito y empezar a empatizar. 

Azcurra cita a un maestro y actor del siglo pasado, (Frederik) Alexander, para enfatizar su idea: “El hablaba de que nosotros tenemos dolores en el cuerpo porque vamos adquiriendo a lo largo de la vida malos hábitos que nos producen las contracturas, los dolores, las enfermedades. Entonces un lema que tiene, muy fuerte y muy genial, es ‘inhibir hábitos’. Esa es la clave. Inhibir los hábitos, cuestionarlos y estar en un escaner permanente de esas malas posturas que nos llevan al dolor, al bloqueo, a no fluir y a no ser honestos, principalmente con nosotros mismos. Así uno puede encontrarse con otro para armar un cambio en la totalidad pero el cambio es personal y empieza con cada uno”.

–Lo que están haciendo como colectivo de actrices es histórico, ¿hubo algo parecido antes?

–No. Podíamos estar unidas con el gremio y también con los compañeros en advertir algunas injusticias a nivel cultura, presupuesto, educación, cierres de teatro, recortes de presupuestos anuales del instituto nacional del teatro, cosas que estaban vinculadas con nuestra fuente de laburo. Por ahí un poco más politizado con banderas políticas. Pero ahora somos realmente muy diversas y aun así convivimos con esas diferencias y crecemos en esas diferencias. Como asamblea vamos buscando una forma nuestra porque hay formas que responden a una única forma que propuso siempre el patriarcado.  

–¿Cuáles son las reglas básicas del colectivo?

–La empatía con la mujer y con la necesidad de conquistar nuestros derechos. Es una construcción que va de a poco. Trabajamos también con mucha humildad, de a veces no saber. Esta colectiva tiene un foco rotundo que es lograr que sea ley el aborto. Ese es nuestro objetivo principal, en el medio van apareciendo otras cosas.