Sergio Massa tiene su propio relato legislativo. Su partido, el Frente Renovador, rindió un informe de gestión en modo electoral bajo el lema “un año de oposición legislativa” y difundido en las redes sociales con los hashtags “defendiendo la Argentina” y “hay alternativa”. El líder renovador resaltó la labor en el año que, disminuido en fuerzas parlamentarias, dejó de ser un interlocutor privilegiado por el oficialismo –que prefirió acordar con el bloque del peronismo federal que responde a los gobernadores– y pasó a resistir algunas de las políticas de la Casa Rosada, luego de haber acompañado sus principales proyectos en los primeros dos años del gobierno macrista. El informe que describe las características generales los 410 proyectos presentados por sus “16 diputados” nacionales –en verdad, tres legisladores abandonaron este año su bancada con críticas a su política conciliadora con el Gobierno–, ninguno de los cuales llegó al recinto de la Cámara baja. Una plataforma desde donde Massa revive sus aspiraciones presidenciales mostrándose como opositor al macrismo dentro del peronismo no kirchnerista. 

“Durante los últimos 3 años los argentinos hemos sufrido duramente las políticas impuestas por el gobierno nacional, con derechos básicos que han sido atacados, recortados o directamente suprimidos”, dice el primer párrafo del informa de gestión legislativa del massismo y agrega: “En 2018 las decisiones del Poder Ejecutivo han generado un descenso más que notorio en la calidad de vida de todos los argentinos: salarios bajos, desocupación, inflación, tarifazos, crecimiento de la pobreza, etc”. Un discurso que creció en el massismo durante el último año, abandonando la postura colaboracionista con el Gobierno en sus primeros dos años.

Otros de los párrafos destacados del informe están redactados de modo electoral. “Somos un espacio que, desde sus 16 bancas en el Congreso Nacional, ha elegido no quedarse de brazos cruzados; conformamos una fuerza que, con humildad y constancia, ha tomado partido por cada uno de los 44 millones de argentinos.” Luego describe temáticamente los 410 proyectos que su bancada presentó en la Cámara baja, aunque ninguna llegó al recinto ni fue convertida en ley. 

Aunque el conteo del propio massismo no da exacto. El interbloque del Frente Renovador-UNA que preside Graciela Camaño cuenta en realidad con 15 diputados. Otros cinco diputados emigraron en medio de la discusión por el presupuesto 2019 bajo los designios del FMI con duras críticas a la postura dialoguista de Massa con la gestión de Mauricio Macri y de su propuesta de “unidad selectiva” del peronismo. Un éxodo que incluyó a referentes renovadores como Felipe Solá, Facundo Moyano y Daniel Arroyo.     

Las elecciones legislativas de 2017 dejaron al massismo debilitado y el Gobierno privilegió como interlocutor al peronismo federal, la fuerza parlamentaria que responde a buena parte de los gobernadores peronistas, capaz de garantizarle al oficialismo los votos necesarios para aprobar sus proyectos.  

Atrás quedaron los tiempos en que el por entonces flamante presidente Macri llevó a Massa como invitado especial a Suiza y donde lo presentó ante la crema empresarial reunida en el Foro Económico Mundial de Davos como el “futuro líder del PJ”. Massa aseguraba que desde la “oposición” garantizaría la continuidad de la política que implementaría el gobierno de Cambiemos. 

El jefe del Frente Renovador asumió el papel del opositor “dialoguista y responsable”, que le garantizó a Macri las principales leyes de sus dos primeros años de Gobierno. Entre ellas, el pago a los fondos buitre que habilitó el brutal endeudamiento externo que aplicó el macrismo. También la llamada “reparación histórica” a jubilados y pensionados que incluyó el blanqueo de capital sin necesidad de repatriación de los mismos. El entonces massista Solá, impuso para su acompañamiento la exclusión del blanqueo para familiares del Presidente y sus funcionarios. Un texto que Macri borró de un plumazo con un decreto simple, con lo que parientes y funcionarios blanquearon cifras millonarias antes refugiadas en guaridas fiscales. El reclamo está en este momento en la Corte Suprema.

Otras leyes se terminaron acordando con el Gobierno en la casa del propio Massa, con fotos retocadas para eliminar de la mesa el sushi que compartieron durante la velada. Varios acuerdos tuvieron como contrapartida el compromiso de acompañar proyectos massistas de endurecimiento de penas, como la ley del “arrepentido” o la “extinción de dominio” para delitos de narcotráfico y corrupción.

En el último año el massismo comenzó a experimentar su rol opositor. Se opuso a la reforma provisional de diciembre de 2017 y votó en contra del presupuesto para el año próximo, pero no se acopló al reclamo del grueso de la oposición para que el acuerdo con el FMI pasara por el Congreso. La proximidad de la campaña, y al compás de las encuestas que empezaron a marcar un desplome de la imagen de la gestión macrista, Massa busca explotar una postura opositora que alimente sus ambiciones presidenciales. El informe del trabajo legislativo de su raleada bancada es una muestra.