Desde mañana podrá verse por Netflix la última temporada   de Lemony Snicket - Una serie de eventos desafortunados. Esta producción, basada en los trece libros que ya lleva vendidos más de 50 millones de ejemplares en todo el mundo, contó con una versión cinematográfica en el 2004 protagonizada por Jim Carrey. Los siete episodios finales cierran con la adaptación de los últimos cuatro libros del bestseller. ¿Los nombres de esas obras? “La pendiente resbaladiza”, “La gruta sombría”, “El penúltimo peligro y “El fin”. Por algo el propio Snicket (interpretado por Patrick Warburton) al comienzo de la entrega declaraba: “Si están interesados en historias con finales felices, mejor que se vayan a otra parte, esta historia no tiene un final feliz, tampoco un comienzo feliz, y pasan muy pocas cosas felices en el medio”. 

La ficción trata sobre los hermanos Baudelaire, quienes quedaron huérfanos tras un voraz y misterioso incendio que extinguió su mansión y a sus padres. Quien marca el tono de ese pathos –por momentos grotesco, en otros refinado, siempre sórdido– es el Conde Olaf (Neil Patrick Harris). El trío debe apelar a su ingenio para frustrar cada uno de sus planes y llegar a la verdad sobre lo que sucedió con sus padres. Vale recalcar el rol clave que cumple Snicket en el relato: interactúa con la puesta en escena, tiene a su cargo un recitado gracioso y devastador, e hila los acontecimientos y giros que tienen cuerda para rato. El director Barry Sonnenfeld, a su vez, recreó el pulido trabajo del ilustrador Brett Helquist. No por nada la narrativa y la imaginería de la serie se asimilan con un perverso sistema de relojería. Daniel Handler –el verdadero hombre detrás del alias de Lemony Snicket– está entre los productores.