El próximo domingo a las 22, HBO estrenará la tercera temporada de True Detective (compuesta por ocho episodios de una hora). La serie de antología policial, si bien trata un nuevo caso, vendría a reordenar las cosas para la creación de Nic Pizzolato. Tras una temporada inicial llena de elogios (¿desmedidos?), la siguiente fue lapidada (¿injustamente?) al punto que el producto quedó en stand by durante un buen tiempo. “Aprendí y entendí que había muchas cosas que la gente realmente no quería ver de True Detective. Pero estoy muy orgulloso del trabajo que hizo todo el mundo”, dijo recientemente Pizzolato quien además de los guiones dirigió uno de los episodios. Esta nueva entrega, por su parte, trata sobre un macabro crimen en el corazón de los Ozarks, un misterio que se acrecienta y se desarrolla en tres líneas de tiempo. Como en las otras dos versiones, además del caso a desentrañar, el interés es el de introducirse en ese ecosistema degradado, en este caso, en la región montañosa de Misuri. 

Quizá Pizzolato recogió el guante de una de las mayores críticas con nula participación de afroamericanos y le cedió la pole actoral a Mahershala Ali. El ganador del Oscar por Moonlight interpreta a Wayne Hayes, un detective de la policía estatal de noroeste de Arkansas que quedó signado por la desaparición de dos chicos hacia 1980. En una de esas líneas temporales trabajó junto a Roland West (Stephen Dorff) otro investigador marcado por ese homicidio feroz. Con el eco narrativo de la primera, un foco mayor en la sensibilidad de los detectives, su fotogenia oscura, y un retrato seco del cosmos social, discurre esta historia que, según Hayes, aparece en su cerebro como “una colección de piezas perdidas”.