No asistir con polleras que no alcancen o sobrepasen el límite de las rodillas o prendas que dejen al descubierto el abdomen. La orden era clara: no mostrar las piernas ni la panza. No mostrar. No exhibirse. No ser libres. La respuesta a las demandas de igualdad laboral y de trabajos libres de violencia sexual no se hicieron esperar: no provoquen si no quieren ser acosadas. Porque –cuando no– la culpa no es del machismo, sino de las polleritas cortas. 

El intendente de La Plata, Julio Garro (Cambiemos), dio marcha atrás cuando la medida tuvo un efecto negativo en las redes sociales y alegó que “tenía una redacción desacertada”. El secretario de Coordinación de La Plata, Oscar Negrelli, argumentó que el texto que se difundió fue firmado por un secretario y no por el intendente Garro y justificó que se había redactado hace más de un año, en mayo del 2018, en paritarias con los gremios. Negrelli explicitó: “Esto fue una circular interna, en un área determinada, si bien buscamos que los empleados se vistan acordes al empleo y la atención al público y no en bermudas o con camisetas de fútbol, no hay una norma del intendente o de la Secretaría de Coordinación en la que cual se estipule un largo de pollera o algo que se le parezca”. Los ejemplos que dio fueron todos masculinos. Y si bien exigir corbata o pantalones largos también tiene que ver con mandatos de género sobre los hombres (ser acotados en sus sentimientos con el nudo en la cuello como símbolo de sobriedad emocional y seriedad y los pantalones largos como mito del paso de la infancia a la adultez) la camiseta de fútbol no porque sería para respetar las diferencias y esquivar el conflicto. Pero los mandatos sobre la ropa de mujeres o trans tiene que ver con culpabilizar a las portadoras de cuerpos feminizados de las violencias que pueden recibir y no a quienes las acosan o incomodan. 

La circular volvió a foja cero pero estuvo firmada por el Secretario de Convivencia y Control Ciudadano de La Plata, Roberto Di Grazia e implicaba que una minifalda podía llevar a un ausente (y por lo tanto a perder una parte del salario por presentismo). La moral que culpabiliza a las mujeres siempre se mete con su libertad. Y su bolsillo. La concejala de Unidad Ciudadana Victoria Tolosa Paz ligó la difusión de la circular con que Garro tuvo que remover de su cargo al presidente del Concejo Deliberante por denuncias de abuso y maltrato. “En medio del escándalo de (Fernando) Ponce en La Plata lanzan esa solicitud de la vestimenta, Garro está queriendo decir que lo que pasó en el Concejo Deliberante fue culpa de la vestimenta de las mujeres”, afirmó Tolosa en una entrevista con Radio 10.

Aunque el expediente administrativo tenga fecha anterior -y ordene que no se vaya en ojotas o con la remera de Estudiantes o Platense- los códigos de vestimenta se ensañan particularmente con las piernas sueltas de las mujeres. Y señalarles lo que pueden y no pueden hacer no es solo una forma de prohibición, sino, también, de culparlas por lo que los varones pueden hacer contra ellas como si se tratara de un instinto incontrolable que las polleras solo atraen como un imán o la fuerza de gravedad baja los objetos al piso. 

Los argumentos culpabilizadores sobre la ropa de las mujeres provienen, en este caso, de una gestión embanderada como liberal pero conservadora para decidir prohibir los tops y las minifaldas. No es un argumento aislado. La ex CEO de Aerolíneas Argentinas Isela Costantini: “Si te pusiste el escote, hacete cargo de lo que va a generar”. Tras la difusión de varias denuncias por violencia sexual y en medio de un fuerte debate público, la ex CEO de Aerolíneas Argentinas y General Motors (GM), Isela Costantini se convirtió en una gurú de la meritocracia de la que puede llegar a ser jefa y de la desmeritocracia de la que muestra mucho para hacer poco. “Si uno quiere ser respetado en el trabajo, tenés que ir vestido para que te respeten profesionalmente. Si te ven un escote naturalmente los ojos se les van a ir. Será tu habilidad (para contrarrestarlo) tener una voz o hacer una presentación más fuerte”, aseguró en una entrevista realizada en el canal LN+ y conducida por el periodista Pablo Sirvén. Isela continuó: “La insinuación es parte de un juego de la sensualidad que es normal. Es obvio que uno quiere salir a la calle y que no le anden chiflando. Me pasó el otro día, ojalá hubiese tenido el SMS para denunciar la situación de acoso. Me silbaron, iba caminando a las .de la noche; tenía tacos, medias finas y un vestido por arriba de las rodillas, no estaba extravagante. Y una se siente como si fuera una cosa. Obviamente es una sensación muy fea, no estaba vestida para llamar la atención, pero creo que hay lugares y lugares y vestimentas y vestimentas”. Isela no pudo esquivar ser discriminada en la calle, dar explicaciones por si tenía medias, tacos o hasta donde llegaba su dobladillo, pero, de todos modos, alego contra la libertad de vestir. “Hay personas que se sienten más cómodas y les encantan usarlos. En vez de decir lo que tiene que hacer uno y el otro, yo lo que digo en mi libro es qué imagen tenés”, en relación a su libro Un líder en vos, un trabajo sobre liderazgo corporativo en donde alega que el liderazgo femenino tiene que esconder las dotes y los escotes para no dar una imagen que entorpezca un ascenso. 

Sirven le retrucó al aire sobre si coincidía con la frase del conductor Nicolás Repetto. “Yo sé que no es excusa lo que te voy a decir. Hay que abrir el paraguas porque hay mucha sensibilidad con todo. No es ninguna excusa, pero la pregunta es: ¿estabas vestida de manera sexy? Aclaro una y mil veces que no es que justifique ningún tipo de acoso. Estás en todo tu derecho de ir vestida como quieras. Lo que queremos empezar a investigar es si vas de noche vestida muy sexy, si conviene hacerlo o no conviene. Sería útil saberlo”, le pidió explicaciones Repetto a Débora Garay que había grabado a un hombre masturbándose delante de ella en el subte durante una entrevista para “El noticiero de la gente”, en Telefé, en febrero del 2018. La pregunta de Repetto tuvo la respuesta de la compañera de aire Milva Castellini que aclaró: “Es que me parece que el hombre que comete ese tipo de abusos, Nico, toca a una mujer sea cual sea el estado. El problema lo tiene él, no la mujer según la ropa”. 

Mientras estudiaba para ser abogada a la primera jueza nombrada en la Corte Suprema de Justicia de la Nación (ya fallecida) Carmen Argibay le pasaba lo mismo, pero al revés. Tenía que subir las escaleras de la Facultad de Derecho con el frío entre sus piernas porque las mujeres no podían usar pantalones que eran cosa de hombres. La libertad también. No es la pollerita corta. Es el control sobre cómo nos ponemos.