Resulta por lo menos paradójico que el máximo premio literario de Australia haya sido este año para un refugiado al que el propio país no solo le niega asilo: por intentar ingresar a la nación por agua, en bote, lo han confinado a una isla del Pacífico desde hace ya seis años, contra su voluntad. Los primeros cinco, en un campo de detención al que sus detractores llamaban “el Guantánamo australiano”, cerrado en 2017; luego, hasta hoy, en un edificio alternativo. Fue precisamente en el inhumano centro de la Isla Manus, de Papúa Nueva Guinea, donde el periodista iraní-kurdo Behrouz Boochani escribió No friend but the mountains, por el que acaba de recibir el premio Victorian de Literatura, dotado con más de 70 mil dólares: libro donde describe las penurias que ha padecido –o visto padecer– tras ser detenido. Abandono y horror devinieron infames musas para el autor, que escribió el laureado título en su celular, enviando extracto tras extracto a su traductor, Omid Tofighian, por WhatsApp, temiendo que los guardias incautaran sus papeles durante las periódicas revisiones. No escapa a Boochani la ironía de haber escapado de una prisión (temía por su vida en Irán por su labor como periodista) para acabar en otra… “Una impresionante obra de arte y una teoría crítica que va más allá de la simple descripción”, precisó el jurado del premio Victorian al encumbrar la obra del artista, tras hacer tamaña excepción para que su libro pudiera recibir el laurel: solo ciudadanos australianos o residentes permanentes pueden participar. “La escritura es hermosa y precisa, y combina tradiciones literarias de distintas partes del mundo, pero sobre todo kurdas”, determinaron los expertos, subrayando el uso de “distintas formaciones narrativas, desde el análisis crítico hasta las descripciones densas; de la poesía al surrealismo distópico”. Sobra decir que, bajo las estrictas leyes migratorias de Australia, Boochani no pudo asistir a la premiación en Melbourne. De hecho, aún no sabe qué será de él, cuando se podrá marchar.