“Metámosle, que tengo que ir a buscar a mi hijo”. En 1982, Juan Carlos Baglietto no tenía ese apuro. No tenía hijos. Tampoco lo aceleraba esta selva urbana, plagada de tensiones, torsiones, ruidazos y basuras. Vivía en una Rosario atravesada, sí, por la violencia dictatorial, pero aún algo cándida. Romántica y melancólica. Atrapada por la magia de sus calles, por el sonido de sus bares; por una mística que cruzaba al fútbol, el Che y la resistencia peronista; y por en un crisol de músicas que él y los suyos (a los que se denominó La Trova Rosarina) sabrían cómo resolver con sensibilidad a través de un disco impecable y exitoso: Tiempos difíciles. En 1982, entonces, ese barbón pelilargo, de enterito blanco y boina, tenía horas de sobra para resolver esa obra que debía su título al libro de Charles Dickens, cuyo significado esencial iba atado al estado de cosas de entonces: la guerra de Malvinas, los efectos desastrosos de la dictadura cívico-militar, las tristezas que perforaban el inconsciente colectivo. Y algunos atisbos de esperanza, claro.

Traducido a canciones, Tiempos difíciles daba “Mirta de regreso”, “Dulce pájaro”, “La vida es una moneda” y “Era en abril”. Un puñado de temas hermosos que fluían de las plumas de otros tipos que tampoco tenían tanto apuro: Adrián Abonizio, Rubén Goldín, Fito Páez y Jorge Fandermole. Por eso, en ese rezago de minutos que le queda a Baglietto entre el final de la conferencia de prensa en el Teatro Colón (donde La Trova tocará mañana a las 19), elige hablar de esa dimensión histórica y sus devenires vivenciales. “Creo que hemos hecho una reconciliación con nuestro pasado, porque nuestras relaciones personales pasaron por distintas situaciones, en las cuáles de repente éramos recontra amigos y de repente no. Hubo cuestiones de celos, de boludeces de la vida misma, que nos llevaron a tomar distancias, o a malinterpretar con mucha facilidad cuestiones que bien explicadas y en frío podían resolverse. No sé, éramos muy jóvenes y estábamos bastante confundidos, porque lo que nos tocaba vivir nos provocaba eso... Subíamos a los colectivos o íbamos al almacén, escuchábamos nuestros temas e íntimamente vivíamos una realidad que no tenía nada que ver con eso”, evoca el cantor ante PáginaI12, mientras cuenta los minutos. 

Y sigue: “Este retorno es posible porque, como decía, nos reconciliamos con ese pasado y con los roles que hemos jugado cada uno dentro de esta historia. Creo que hasta se ha resignificado la música”, dice Baglietto, mientras condensa esa resignificación en uno de los temas fundacionales. “‘Era en abril’ es un muy buen ejemplo de lo que digo, porque durante un tiempo estuve hinchado los huevos de cantarla. Como decía, tiene que pasar el tiempo y uno tiene que reconciliarse con las canciones. Lo que me pasó con ésta fue que, de cantarla con mucha convicción, pasé a dejar de creer en ella, casi por desgaste, y también para que la gente no siga obsesionada con pedirme solamente ésa”.

–O fantasear con una historia que no era...

Juan Carlos Baglietto: –No solamente eso, sino porque muchas veces hay personas que no han tenido la suerte de poder despegar de un éxito, y quedaron en la memoria colectiva como el tipo que cantó esas canciones hace cuarenta años y después no le pasó más nada. Creo que algún rasgo de inteligencia tuvo el hecho de poder mostrar otras cosas y abordarlas en el momento que no lo hacés con reticencia.

Mientras Baglietto huye raudamente hacia las afueras, Abonizio, Fandermole, Goldín, Silvina Garré y Fabián Gallardo se acomodan alrededor de la mesa redonda del salón blanco y se dispone a decir lo suyo sobre la presencia de La Trova Rosarina en el Festival Únicos. En la conferencia general, en la cual habló también María de los Ángeles “Chiqui” González (Ministra de Innovación y Cultura de Santa Fe y artífice del concierto), los músicos se habían referido al repertorio, de la interacción del grupo con la orquesta dirigida por Gerardo Gardelin, de un posible nuevo disco, del encuentro en Cosquín y en movidas solidarias, y del papel magro que cumplen los grandes medios de comunicación respecto de la música. Luego, ante PáginaI12 suman rémoras y pareceres. A Garré, igual que a Baglietto, el alma se le dispara hacia “Era en abril”. “Para mí, fue el comienzo de muchas cosas. Además de parecerme una hermosísima canción desde que la conocí, cuando Juan me la cantó para mí, fue la primera que canté a dúo con él y tiene condimentos emotivos de cariño y amor, relacionadas con el vínculo que tenía con Juan en aquel entonces”, dice ella.

Abonizio, en tanto, se lamenta de haber perdido el simple en vinilo que tenía “Mirta, de regreso” en una cara y “Era en abril” en la otra. Son las dos que considera inevitables. “Me gusta que estén las puntas de un mismo lazo, como dice Fito. Y estos dos temas tienen que estar sí o sí, aunque esto no significa que prevalezcan sobre el resto. Lo que sí pasa es que uno, como autor, se siente una especie de guionista de un gran actor como Juan, y de dos arregladores formidables como Fito y Rubén. Pensar que ‘Mirta...’ lo hice con dos acordes y una guitarrita, y ellos lo hicieron sonar como el Fleetwood Mac de Peter Green. Son todos mejoradores de lo que uno hace como como compositor”, manifiesta el también creador de “Historia del mate cocido”.

“No sé qué va a pasar con este tema”, se pliega Goldín, hacedor de aquella gema escondida llamada “En la cruz de los días”. “Tengo que tener cuidado con lo que toco, porque va a haber una orquesta detrás. Incluso tuve que hablar con Gardelin para preguntarle qué hago con todas las cositas que había hecho en la versión original. La idea es hacer poco”. El guitarrista y compositor hace hincapié en que quedaron temas afuera de la lista. “Yo hubiese querido hacer ‘Actuar para vivir’, que es un temazo, pero quedó afuera. Por suerte no fue así con ‘La vida es una moneda’, porque disfruto de todo lo que sucede con el tema, con las voces, los arreglos. Fander, por su parte, va por ‘El témpano’ (de Abonizio), porque es un tema insignia, emblema... Como dice Chiqui González, ese tema deviene de una poética muy profunda. Temas así son inevitables”, dice él.

–¿Cómo incide el factor histórico, la reminiscencia de ese pasado tan vertiginoso, breve y popular, en el presente? ¿Qué aparece desde lo emocional, desde lo artístico, en este sentido?

Jorge Fandermole: –Es difícil la pregunta. Le van a dar cinco respuestas distintas, pero en principio yo creo que la emergencia de la Trova fue corta en cuanto a lo emergente en sí, pero permanente en el tiempo, porque pasaron treinta y seis años y todos los que estamos acá seguimos sacando discos, haciendo cosas. No fue una emergencia y un apagón. Esto por un lado. Por otro, la reminiscencia fuerte en cada uno sobre una época clave en la que se estaba saliendo de un gobierno militar en plena guerra de Malvinas, en fin, y el lazo con una época como la de hoy, nos lleva a preguntarnos: ¿no es que otra vez estaremos saliendo de otra etapa compleja, casi terminal? Si tengo que hacer una asociación entre pasado y presente, se me ocurre ésa.

–Dos coyunturas pesadas en las que la Trova tuvo y tiene algo para decir...

Adrián Abonizo: –Es que cuando ocurre algo galáctico, político, un revuelo en el que se mueve la tierra, la gente elije interlocutores para pintar eso. A nosotros nos tocó aparecer en un momento así, bravo, en que la tierra se movía, y hoy la cosa está bastante parecida. Las condiciones son bastante parecidas, quiero decir. Nuestra respuesta, lógico, no tiene que ver con protestar en vano ni jugar con las palabras, sino con otorgarle una profundidad a las canciones. Una profundidad que subyace al hecho histórico. En aquel ‘82, una parte de la prensa decía que éramos moda y otra que decíamos lo que otros callaron, y no fue así.

–¿Qué fue, entonces?

A. A.: –Que apareció un catalizador como Juan y se armó la cosa. Lo que pasa es que confunde un poco el imaginario de la gente, que hace que uno proyecte cosas que no eran. O no fueron tan así.

Fabián Gallardo: –Yo creo que la gente necesitaba un Baglietto cantando cosas así. Surgió él, se rodeó de una banda, tuvo el aporte compositivo de Fander, de Rubén, de Adrián y de Fito, y a partir de ahí se generó un árbol que empezó a dar frutos que no pararon más. Pero en el momento, lo central fue Baglietto.

A. A.: –Yo lamentablemente tengo una enfermedad terminal: soy muy futbolero. ¿Qué quiero decir con esto? Que todo equipo necesita una mística que se da en el vestuario. Los partidos se ganan en el vestuario, a base de fe. Traducido a la Trova, en nosotros todavía prevalece esa mística, pese a errores conceptuales como haber grabado temas que particularmente no me gustaban y esas cosas. Estamos bien posicionados.  

Silvina Garré: –A mí me parece que es muy importante la permanencia de estas canciones en el tiempo. Si bien el grupo original fue breve, un año, un año y pico, hasta que nos fuimos Fito, Rubén y yo, no fueron breves ni la comunicación ni las canciones. Si no hubiesen existido Malvinas o la prohibición de pasar música inglesa, la Trova hubiese ocurrido igual. Fue y es mucho más que una coyuntura. Fue y es que apreció un encantador como Juan junto a un grupo que supo de qué se trataba.

J. F.: –Está bien lo del “es”, porque Juan no tiene más el enterito blanco, está pelado, pero sigue siendo el tipo poderoso, el convocante.

–Pero no autosuficiente...

Rubén Goldín: –De hecho, acá en el celular tengo todas ideas de canciones, mire. Hay mucho en nosotros de buscar las canciones, de trabajarlas, de hurgar en cosas nuevas. Como dice Paul McCartney, tenemos 60 años y todavía no sabemos si escribimos la mejor canción. Salvando las distancias, tenemos algo parecido a Paul. No estamos durmiendo en los laureles de “Mirta, de regreso”.

A. A: –Y esto tiene que ver con un fervor que no se pierde. Capaz que estoy en casa sacando una canción y ese momento no lo interrumpo por nada... suena el teléfono y no atiendo, me estoy meando y no voy al baño. Esto quiere decir que las cosas no han cambiado. Que nos morimos con la nuestra.

–¿Por qué no está Fito?

J. F.: –En principio, estaba de gira y no tenía disponibilidad. 

R. G.: –Igual, el otro día me llamó bromeando y me dijo “Eh, me echaron de la Trova (risas)”. No faltará oportunidad, Fito.

–¿Piensan un disco a futuro? 

A. A.: –Juan me dijo algo al pasar, así como un mozo que pasa y te dice algo... “Quiero hacer otro Tiempos difíciles”.

–Otra vez la comparación de contextos

A. A.: –Sí, porque la gente se mata todos los días a cuchillazos, se caga de hambre... Yo le rompía las pelotas a Juan para grabe otro Tiempos difíciles, tan contundente como aquel. Es cierto que ha cambiado mucho el lenguaje y hacen falta discos como ése, hoy. Falta algo que cuente lo que está pasando en el mundo, que es un gran quilombo... Creo que estamos casi al borde del apocalipsis. Estamos hechos mierda, todo es un gran quilombo, hay minas explosivas en todos lados, y esto hay que catalizarlo antes de morirnos. Transformarlo en música.

–Se viene un Tiempos difíciles II, entonces

A. A.: –Pero con otro nombre. Yo pondría en la tapa a Marlon Brando o a Juan saliendo del agua y diciendo “El horror”.