Pasadas las primeras semanas de febrero, los inversores empezaron de nuevo a hacer las apuestas para los próximos meses. Los que arriesgaron en octubre que el programa monetario y cambiario negociado con el Fondo Monetario Internacional iba a permitir estabilizar el tipo de cambio embolsaron ganancias extraordinarias. Las colocaciones a plazo fijo en los últimos 4 meses y medio ofrecieron un retorno de más del 20 por ciento en moneda dura: la tasa de interés llegó a ser casi 5 mensual y el tipo de cambio se mantuvo debajo de los 40 pesos. Los que fueron moderados y prefirieron mantener las posiciones en moneda extranjera perdieron por el costo de oportunidad. Pero lo pasado es pasado y ahora la apuesta se concentra en qué pasará en lo que resta de este año.

Inversores de la city saben que una parte importante de la evolución del tipo de cambio en los próximos meses estará explicada por las condiciones financieras del mundo. Se trata de una variable azarosa sobre la que es imposible incidir. Lo que les queda es revisar los elementos locales que pueden generar presión sobre la divisa. Por eso analizan las tendencias de las cuentas externas y de los indicadores monetarios. 

El tipo de cambio real es el primer dato que consideran. Tres números son suficientes para ver el estado de situación. El indicador de paridad cambiaria en abril de 2018, cuando comenzó la corrida con el desarme de las inversiones en Lebac, se ubicó en 100 puntos. La cifra era casi idéntica respecto de la paridad de diciembre de 2015 y de diciembre de 2001. En septiembre pasado el indicador de tipo de cambio real saltó a 170 puntos y al cierre de la segunda semana de febrero descendió hasta los 140 puntos. 

La interpretación que hacen inversores optimistas para seguir apostando a la tasa de interés en pesos es que todavía hay margen para segur apreciando. Plantean que el tipo de cambio real promedio de los últimos diez años se ubica en 118 puntos y que por lo menos faltan 20 puntos más de apreciación para empezar a preocuparse. Inversores más conservadores, quienes mantiene su cartera en moneda extranjera o empiezan a dolarizarla, piensan la situación con otra perspectiva. Mencionan que lo importante es el promedio del tipo de cambio real de los últimos 20 años. El índice es de 148 puntos e implica que otra vez la paridad real está apreciada respecto de la media.

El movimiento de las Leliq es otro de los datos que revisan en detalle. De nuevo unos pocos números alcanzan para ver el panorama. Las tasas de referencia descendieron fuerte este año y pasaron de 60 a 43 por ciento anual. Las tasas de interés pagadas en los plazos fijos registraron el impacto y retrocedieron del 47 al 33 por ciento anual. El stock de deuda en letras de corto plazo del Central siguió en aumento y ya se acerca al billón de pesos. El dato registrado en el informe monetario diario del organismo precisó que la semana pasada el monto de Leliq en manos de los bancos se ubicó en 945 mil millones de pesos.

Inversores optimistas no encuentran un problema en la acumulación de los pasivos monetarios ni el retroceso de las tasas de interés. Plantean que es una tendencia lógica por la caída de las expectativas de devaluación y la política monetaria de emisión cero. Creen que la cosecha del campo a partir de marzo y el saldo de dólares del Tesoro disponible para vender en el mercado cambiario permitirían mantener el dólar quieto. 

Los conservadores piensan lo contrario. La interpretación es que el Central se quedó sin margen para seguir bajando la tasa de interés y que un billón de pesos en Leliq colocados a más del 40 por ciento tendrá más temprano que tarde un efecto desarme tipo Lebac. El argumento que brinda no parece descabellado. Mencionan que la inflación de enero anualizada es del 41 por ciento y que la expectativa de inflación para 2019 se ubica en torno del 30 por ciento. Consideran que no hay incentivos para colocarse en plazos fijos a tasas cercanas al 33 por ciento. El rendimiento no garantiza ganancias contra la inflación ni contra la suba del dólar. La diferencia entre el piso y el techo de la banda cambiaria es cercana al 30 por ciento y el Central se comprometió a no intervenir en esa zona.

Inversores optimistas y conservadores tienen argumentos encontrados. No hay duda de que los que mejor interpreten las tendencias de las variables macro serán los ganadores financieros de este año. Pero hay una advertencia. La tarea de apostar a que el dólar se quede quieto o vuelva a dar un salto no debe confundirse con la futurología. En estas apuestas juega el azar. El que asegura tener la verdad sobre cómo se moverá la divisa y pretende adivinar su valor a final de este año avanza en una dirección equivocada. La frase del economista de Cambridge John Galbraith es una alerta maravillosa: “La única función de los pronósticos económicos es hacer que la astrología sea respetable”.