El líder norcoreano, Kim Jong-un y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegaron ayer a Hanoi (Vietnam) para su segunda cumbre. Luego del histórico encuentro de junio en Singapur ambos mandatarios mantendrán hoy y mañana algunas reuniones de las que se esperan medidas superadoras al comunicado sobre la desnuclearización que firmaron meses atrás. 

La agenda de Trump en Vietnam comenzará hoy con varias reuniones con las autoridades vietnamitas, y su cumbre con Kim arrancará a última hora de la tarde, con una cena de trabajo privada con el líder norcoreano. Al bajar del avión Trump no hizo declaraciones a la prensa y según afirma la cadena CNN sólo intercambió breves comentarios con la delegación vietnamita que lo recibió en el aeropuerto. A continuación se subió a su limusina blindada, conocida popularmente como “La Bestia”, para dirigirse hacia su hotel en Hanoi. Trump quiso mostrarse optimista respecto de la cita y el lunes aseguró en la red social Twitter que espera con impaciencia una cumbre muy productiva. El encargado de la Casa Blanca llegó a Hanoi diez horas después que Kim, quien cruzó a primera hora la frontera entre China y Vietnam en su tren blindado, después de tres días de viaje desde la capital norcoreana. Kim evitó cualquier aparición en público en la capital vietnamita, y únicamente se desplazó a la embajada norcoreana en Hanoi nuevamente escoltado por un pequeño ejército privado. El de Kim es el primer viaje de un dirigente norcoreano a Vietnam después del que hizo su abuelo, Kim II Song, en 1964. 

Kim y Trump mantuvieron el año pasado una reunión en Singapur que terminó con un comunicado donde Pyongyang se comprometía a avanzar hacia un desarme nuclear, pero sin plazos ni metas establecidas. Stephen Biegun, emisario de Estados Unidos para el Norte, reconoció recientemente que Washington y Pyongyang no se habían puesto de acuerdo sobre el significado de la desnuclearización. La Casa Blanca, por su parte, reclamó en varias ocasiones un desarme nuclear completo, verificable e irreversible de Corea del Norte. Pero para Pyongyang, el desmantelamiento de su programa nuclear debe venir acompañado del levantamiento de las sanciones internacionales. 

Durante una ceremonia celebrada el domingo en la Casa Blanca, Trump pareció querer reducir las expectativas de un acuerdo global. “Las sanciones siguen. Todo sigue como está. Pero tenemos un sentimiento especial y pienso que conducirá a algo bueno. Pero tal vez no”, comentó. Y repitió que no tiene apuro en convencer a Corea del Norte de que renuncie a su arsenal nuclear, mientras el país siga sin realizar disparos de misiles. No obstante, desde el Congreso no cesan las presiones para que el jefe de la Casa Blanca adopte una postura más firme. 

Pyongyang afirma en tanto que ya tomó medidas, como la suspensión de sus pruebas de misiles o artefactos nucleares durante más de un año, además de destruir las vías de acceso a sus campos de pruebas atómicas. Según informes de la prensa surcoreana, la cita podría concluir  mañana con la firma de una declaración de paz en la península coreana, un documento político y no vinculante pero que tendría un peso simbólico claro en una región que sigue técnicamente en guerra desde el armisticio de 1953. También es probable que EE.UU. y Corea del Norte establezcan oficinas de enlace en sus respectivas capitales, un primer paso para iniciar relaciones diplomáticas.