No sorprende que para referirse a su trabajo la diseñadora y artista argentina radicada desde hace más de 18 años en San Pablo, Brasil, haga referencia a semillas, germinación y nuevos brotes. Trabaja con papel de un modo muy particular, a través de una técnica que ella misma re-versionó del papel maché pero reciclando filtros de café. Con ella da vida a todo un universo de seres y de objetos como salidos de cuentos, que encantan a chicos y grandes. La mayoría tienen que ver con el universo femenino y la naturaleza que tan bien sabe concebir. De hecho tiene varias colecciones de muñecas apodadas ‘Dona vida’ con polleras que florecen, o ‘Las florecidas’ que cargan semillas que brotarán en cualquier momento. También son hermosas sus guirnaldas y coronas de flores y sus ‘Tipos y tipas’, y sus ‘Coquetas’.

Juliana Bollini estudió artes plásticas con especialización en grabado en Buenos Aires, y desde los años noventa el papel se convirtió en su fetiche y vehículo de expresión. Mucho tuvo que ver una abuela costurera a la que amaba ver cortando moldes con el papel del diario. Y su necesidad de contar historias desde una materialidad cercana y accesible. “Cada pieza que creo tiene una carga emocional. Muchas series están relacionadas directamente conmigo. Las inspiraciones son diversas, desde el circo y los juguetes antiguos, los títeres, las ilustraciones para chicos y especialmente las flores y los árboles”, adelanta.   

–¿Por qué te fuiste a vivir a Brasil y desde cuándo?

–En el 94 estaba terminando una beca de especialización en grabado otorgada por el Fondo Nacional de las Artes y me fui a conocer la Bienal de San Pablo. Me gustó la ciudad, la calidez y simplicidad del brasileño, me sentí en casa. Volví otras veces, entre idas y vueltas termine casándome con un brasileño y tengo un hijo que hoy ya es grande. Me establecí en esta metrópoli loca, pero también muy rica en posibilidades.

–¿Cómo das con el papel?

–Estaba en la facultad cursando el último año de artes visuales. La propuesta era hacer un autorretrato, un busto. Yo no tenía dinero para pagar un material caro y el profesor me propuso hacer la escultura en papel. Yo pensé ¿papel? ¿Cómo? Si el papel es frágil, pensé. Pero empecé y no pare más. Después mi madre me dio un libro de máscaras venecianas que son hechas con la técnica italiana de cartapesta, camadas de papel y tela de algodón con cola, y me enamoré de las posibilidades del material, me encanta investigar y probar técnicas. Cada día aprendo algo nuevo.

–¿Qué te gusto del papel como material?

–El papel para mí es transformación, es fuerte y delicado al mismo tiempo. Es como una piel que recubre un cuerpo, una estructura. Este material tan fácil de encontrar. Reutilizo muchísimo, lo que no sirve para mí siempre sirve. Me encantan los desafíos que este material me trae, es muy versátil. Amo todo tipo de papel, sobre todo los que veo en el día a día, los usados, con letras, con texturas, con historia... estos enriquecen mi trabajo. El papel es totalmente sociable, permitiendo la unión con otros materiales como alambre, madera, encajes y tejidos de algodón, entre otros.

–¿Cómo creaste esta técnica propia, en qué es original?

–En estos 22 años de experiencia con papel probé varias técnicas. Tengo algunas que me atraen más, que se adecuan más a mi expresión. Por ejemplo, en el caso de las flores, que es una de las técnicas que uso, empecé haciéndolas con otros papeles como el Kraft, también hice con botellas de PET recortadas y forradas con papel. Descubrí por casualidad el papel de filtro de café para mis flores, que es muy resistente y tiene su forma de reaccionar. Cada papel tiene una forma de secar, de absorber la tinta por ejemplo. El papel está vivo.

–¿Por qué el universo femenino?

–Desde mi lugar de mujer me gusta hablar a través de mi trabajo. El universo femenino es extremamente inspirador para mí. Tengo una serie que se llama “Dona vida” y otra “Las florecidas”, que son mujeres que brotan, florecen, llevan sus casas y jardines en sus polleras, ellas son su propio hogar. Las ramas siempre hacia arriba, para conectarse con el universo, y así se nutre de la tierra y crece en dirección al cielo. Entra el universo onírico, que conversa con lo femenino, estableciendo un diálogo con el público, y muchas veces son espejos donde podemos identificarnos. A veces puede llover o ser un día de primavera, ven sus polleras llevan sus hogares y sus jardines, en su cabeza, a veces sus casitas o una corona. Ella reina en su propio mundo, es un hogar ambulante. Las mujeres, para mí, llevamos todo dentro, la familia, el hogar, el ser.