El Producto Interno Bruto (PIB) sufrió en el cuarto trimestre del 2018 una caída del 6,2 por ciento frente al mismo período del 2017, con lo cual cerró el año con una baja del 2,5 por ciento. El resultado del cuarto trimestre es el más negativo desde el segundo trimestre de 2009, en pleno estallido de la crisis de las hipotecas subprime, mientras que la caída del 2,5 por ciento en el año iguala al dato del 2014 (aunque queda mejor parado que el 2009) como los peores de la serie desde la salida de la convertibilidad. El cuarto trimestre registró una caída del 25 por ciento en la inversión empresaria y del 9,5 por ciento en el consumo privado, mientras que las importaciones, afectadas por la caída del poder adquisitivo y de la actividad económica, bajaron un 26,1 por ciento.

En 2016, con el inicio del gobierno de Mauricio Macri, la riqueza generada por la economía argentina medida en cantidades cayó 2,1 por ciento. Al año siguiente, el PIB tuvo una mejora del 2,7, que permitió recuperar lo perdido en términos agregados (más allá de la continuidad en el deterioro de algunos sectores). Ayer se conoció que el 2018 terminó con una caída del 2,5. Sobre esa baja se va a montar una merma del 1,7 por ciento estimada por el FMI para 2019. Al término de su primer mandato, Macri dejará una economía al menos 4 puntos más pequeña que al comienzo.

El año pasado, el rendimiento de la economía argentina fue de mayor a menor. El primer trimestre anotó una suba del 4,1 por ciento en la comparación interanual, que se transformó en una merma del 3,8 en el segundo trimestre por efecto de la sequía y el comienzo de la corrida cambiaria. En el tercer trimestre, la merma fue del 3,7 y el cuarto terminó con una caída del 6,2 por ciento frente al mismo período de 2017.

El resultado del PIB en el período octubre–diciembre se debe en primer lugar a la baja del 9,5 en el consumo privado, la peor marca para este componente del PIB desde el segundo trimestre de 2009. El derrape del consumo se debe al deterioro del poder adquisitivo del salario y de otros ingresos de trabajadores activos y jubilaciones. Se estima que el salario real en promedio cayó más de un 12 por ciento el año pasado. Adicionalmente, se perdieron 400 mil puestos de trabajo sin incluir el empleo rural. Es decir que el descenso del consumo se debe tanto a caída del poder adquisitivo como a reducción de la cantidad de trabajadores activos.

Otro componente de la demanda que traccionó muy a la baja a la economía fue la inversión privada, que tuvo una caída del 25 por ciento en el cuarto trimestre. Ese deterioro se explica por la caída del sector de la construcción y por el desincentivo a la inversión productiva que se deriva del alicaído mercado interno y de las tasas de interés desorbitantes. En particular, la producción de maquinaria y equipo nacional cayó un 33 por ciento y equipo de transporte nacional bajó un 41 por ciento. En tanto, el consumo público se redujo en un 5,1 por ciento, lo cual constituye el peor resultado para este componente desde la salida de la convertibilidad y está relacionado con el grado de ajuste fiscal impuesto por el FMI.

Por el lado de la oferta, el sector del comercio fue el de peor desempeño, con una baja del 13,5 por ciento en el último trimestre, seguido por una caída del 11,9 por ciento en la industria manufacturera y del 9,5 por ciento en la construcción. En un escalón algo más alto quedó transporte y comunicaciones, con una caída del 4,9 por ciento, del 3,0 por ciento en hoteles y restaurantes y del 2,7 por ciento en electricidad, gas y agua. Sólo el sector agropecuario y pesca tuvieron subas interanuales.

En el acumulado del 2018, el PIB cerró con una baja del 2,5 por ciento. El consumo público tuvo una merma anual del 2,4 por ciento, mientras que el consumo privado terminó con una caída del 2,5 por ciento. Lejos de la “lluvia de inversiones” pronosticada por Macri en la campaña electoral, la inversión privada tuvo en 2018 una caída del 5,8 por ciento, el mismo resultado que registró en 2016, mientras que en 2017 subió 12 por ciento.

Otra variable que acusó recibo de la crisis económica es la importación de bienes. En el cuarto trimestre, la compra externa de bienes tuvo una caída interanual del 26,1 por ciento, el peor resultado desde el segundo trimestre de 2009. En tanto, el año cerró con una baja del 5,1 por ciento en las importaciones. Al mismo tiempo, hubo un alza de las exportaciones, aunque la mejora en el resultado comercial global se explica en primer lugar porque la merma de la actividad interna afecta a la compra de bienes finales, maquinaria y equipo e insumos provenientes del exterior. El déficit acumulado del comercio exterior el año pasado fue de 3820 millones, contra un rojo de 8309 millones del año pasado.