Kevin Dunn y Gary Cole, los actores con más experiencia de Veep –al margen de Julia Louis-Dreyfus, claro–, ya habían tenido roles en películas y series que mostraban el mundo de la política, como Dave y The West Wing, respectivamente. “Una vez bromeé con que eran los mismos muebles, pero otra clase de animal”, afirma Cole. “Sí, es el Salón Oval de la Casa Blanca, pero el tono de Veep es totalmente distinto al de The West Wing. Ese programa era casi una versión idealista del gobierno estadounidense y este va ciertamente en la dirección opuesta (se ríe)”.

–¿Creen que los políticos reales están en un punto medio entre Veep y The West Wing?

Kevin Dunn: –No, creo que los políticos son como los de Veep (risas).

Gary Cole: –O más cercanos a los de Veep, al menos.

K. D.: –Son personas capaces de hacer cualquier cosa para mantenerse en el juego. No hay toma de partido per se sino ganas de seguir involucrados, por eso cambian sin problemas. Lo que les importa, en primer lugar, es de dónde viene el dinero, y quiénes son sus votantes. Por ahí, en las primarias están en un estado a favor de la tenencia de armas y se la pasan reclamando eso, pero si el clima cambia, ellos cambian sus opiniones. Los políticos ya no son idealistas ni se mantienen cerca de una filosofía.

–¿Las metidas de pata reales de los políticos no son una competencia injusta para los comediantes?

K. D.: –Bueno, ellos sí hacen desastres a cada rato y creo que es porque muchos son un desastre en sí mismos, pero también es cierto que están bajo escrutinio todo el tiempo. Les hacen preguntas todo el tiempo, por ejemplo. Y si eso te pasara a vos, terminarías contradiciéndote un millón de veces. Es un escrutinio constante, pero, bueno, creo que lo merecen.