Tras varios años de estancamiento o caída de sus exportaciones y sus saldos comerciales, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe ha repuntado esas dos variables en 2017 y 2018. Esto se debió en parte por la recuperación de algunos precios de commodities hasta mitad del año pasado, en especial de energía, minerales y metales (la mejora ha sido más por precios que por volúmenes en las exportaciones), por las devaluaciones de sus monedas nacionales respecto del dólar y del euro y por el escenario internacional en el cual se mueve el comercio exterior. Argentina no ha sido excepción, aunque con resultados magros. Por ejemplo, el año pasado la principal mejora exportadora la tuvo Bolivia, cuyos éxitos en el plano económico son invisibilizados por la prensa dominante, con casi 17 por ciento de ventas más robustas respecto de 2017, y toda la región aumentando a casi 10 por ciento promedio (9,7 por ciento según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe). Otros países como Ecuador, Chile, Brasil, Perú y Colombia incrementaron sus exportaciones a un ritmo de dos dígitos. Argentina, sólo al 5,7 por ciento.

A fines de 2018, cuando la Cepal anunció ese cuadro general más aliviado, su secretaria ejecutiva Alicia Bárcena señaló, sin embargo, que el incremento se descomponía en un alza de 7,6 por ciento en los precios y 2,1 por ciento en el volumen, ítem que crecía a menos de la mitad que el de los envíos del conjunto de las economías en desarrollo, o sea de Asia y África.  Es decir, el panorama sigue siendo no muy alentador y dentro de él, Argentina va detrás, pese a las mejoras temporales que ha logrado con las devaluaciones recientes. 

Déficits

La “inserción inteligente” o el “volver al mundo”, dos consignas huecas del gobierno a juzgar por su resultado en el primer caso y por lo absurdo en el segundo, no se reflejan ni en volumen exportado ni en un superávit comercial cuando se coteja con los valores alcanzados durante el ciclo kirchnerista. Este año ha sido elegido por el gobierno de Mauricio Macri como “año de la exportación” y algún repunte se nota. Por ejemplo, el superávit con Brasil fue de 184 millones de dólares en marzo último y de 334 millones en el primer trimestre. ¿Se podrá mantener? Desde hace quince años que viene dando deficitario, apenas cerca de equilibrarse en períodos excepcionales como 2009, 2013 y 2015. Argentina es un caso curioso: tiene fuertes déficits en el intercambio de bienes y servicios con sus cuatro principales socios: Brasil, China, Estados Unidos y la Unión Europea.

En el comercio exterior latinoamericano y caribeño, el jugador más relevante de los últimos ha sido China. El año pasado, los envíos de la región al país asiático y segunda economía mundial crecieron 28 por ciento respecto de 2017, aunque se componen casi íntegramente de materias primas y manufacturas basadas en recursos naturales. Hay ahí una situación que refuerza la especialización exportadora de productos primarios, especialmente de Sudamérica (soja y derivados, mineral de hierro, cobre, petróleo). Y las compras a China del subcontinente americano, las segundas en relevancia luego de las importaciones desde Estados Unidos, también aumentaron, pero se componen casi en su totalidad de manufacturas que compiten con la producción regional en varios rubros, señaló la Cepal en su informe.

Respecto de la primarización, la edición de Cash del 24 de marzo pasado presentó un trabajo de Federico Vaccarezza y Santiago Fraschina, de la Universidad Nacional de Avellaneda, en el cual se concluye que si bien el año pasado las ventas externas volvieron a superar los 60 mil millones de dólares acercándose a las cifras alcanzadas durante el kirchnerismo –tras dos primeros años muy flacos del macrismo–, de los 99 capítulos de la nomenclatura arancelaria que agrupan todos los bienes que la economía argentina exporta, 66 lo hicieron en menor valor en 2018 que en 2015, y estos son mayoritariamente industriales, por lo que se advierte “un proceso de primarización y concentración de la actividad productiva exportadora”.

Las estadísticas de la oficial Agencia de Inversiones y Comercio Internacional varían levemente, dicen que son 57 de los 100 principales ítems que se envían al exterior los que abarcan productos primarios provenientes del campo, de las economías regionales, de la minería y de la pesca. Y también argumentan que si bien son de origen vegetal, mineral o animal, en muchos casos tienen detrás cadenas de valor.

Tendencia

Volviendo al conjunto de la región, dos puntos contradictorios que pueden modificar la tendencia son los siguientes. El dato bueno es que las negociaciones entre China y Estados Unidos, cuya tensión comercial asustó a todo el mundo en los últimos meses, están en una fase optimista según los voceros de las tratativas que todo el tiempo hacen cruzar a funcionarios entre Washington y Beijing, y algún tipo de acuerdo podría resultar en un repunte de los precios de productos básicos que exporta América latina. 

El dato malo es que, según un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional, el aumento de los precios primarios comentado al comienzo parece ir perdiendo fuerza en los últimos meses de 2018. Concretamente, el FMI afirma que en promedio mejoraron 55 por ciento entre enero de 2016 y junio de 2018, pero el índice disminuyó 9,7 por ciento durante los ocho meses siguientes, hasta febrero de este año. La caída la encabezaron los precios de la energía, que bajaron 17 por ciento, luego siguieron alimentos con 4,5 por ciento y metales con 0,6 por ciento. Esta debilidad puede ser mayor si se tiene en cuenta que, en paralelo al debilitamiento comercial y por lo tanto a la menor posibilidad de adquirir divisas por vía genuina, y no de hacerlo vía deuda externa, justamente esta última vino creciendo y vuelve a hacer vulnerable a la región.   

Otras dos cuestiones que plantea el mencionado estudio de la Cepal son la necesidad de mejorar el comercio electrónico, todavía de bajo caudal en la región frente al auge global que atraviesa; y lo “indispensable” que resultaría la integración regional “para avanzar en la diversificación de las exportaciones y en la transición hacia una canasta exportadora más intensiva en conocimiento, considerando el elevado contenido industrial del comercio intrarregional y su importancia para las pymes exportadoras”, según dijo Bárcena al presentar el documento. Es un camino que el desarme integracionista de la mayoría de los gobiernos actuales no hace vislumbrar por ahora.