El Likud del primer ministro, Benjamín Netanyahu, aventaja a la coalición centrista Azul y Blanco de Benny Gantz con cerca del 20 por ciento de los votos escrutados de los comicios celebrados ayer en Israel. Según el Comité Central Electoral, con 825.205 votos emitidos (un 18,3 por ciento escrutado), el Likud obtendría un 29,15 por ciento de las papeletas, frente a un 25,27 por ciento de Azul y Blanco. Más de 6,3 millones de electores fueron convocados el martes para elegir los 120 diputados que los representarán en el Knéset y decidir si Benjamin Netanyahu continuará su largo mandato o si llegó la hora del cambio  con el exmilitar Benny Gantz, candidato por primera vez.

Tanto Netanyahu como Gantz se dieron como ganadores de los comicios al cerrar las urnas, con los primeros datos de las encuestas a pie de urna en esta muy reñida jornada electoral. La mayoría de los sondeos daban al Azul y Blanco como el partido más votado, con una diferencia de entre tres y seis escaños del Likud del jefe del gobierno, lo que sin embargo no le garantizaba el encargo de la formación del próximo Ejecutivo.

“Ganamos. ¡El pueblo de Israel ha hablado! Gracias a miles de activistas y más de un millón de votantes. En estas elecciones hay un claro ganador y un claro perdedor. Bibi prometió 40 asientos y perdió a lo grande”, dijeron en un mensaje Gantz y Yair Lapid, cabezas de lista de Azul y Blanco, tras conocerse las encuestas.

Netanyahu, por su parte, hizo cuentas y proclamó que “el bloque de la derecha liderado por el Likud ha ganado una victoria definitiva”. “Agradezco a los ciudadanos de Israel la confianza. Empezaré a formar una coalición de gobierno con nuestros socios naturales esta noche”, anunció en su cuenta de Twitter.

De hecho, ambos están lejos de quedarse con la mayoría absoluta (61 de 120) y tendrán que aliarse con otras formaciones para gobernar. Por eso el jefe del gobierno se puso en contacto en cuanto comenzó el recuento con los líderes de Kulanu (Moshe Kahlon), Israel Nuestro Hogar (Avigdor Lieberman) y del religioso Shas (Aryeh Deri), para asegurarse que le recomiendan al presidente, Reuvén Rivlin (también del Likud) para la tarea de formar el próximo Ejecutivo. Las encuestas indican como más probable la formación de un gobierno de derechas, al calcular al bloque de centro e izquierda entre 56 y 60 escaños y a la derecha entre 60 y 66. Pero los resultados están muy ajustados y nada será definitivo hasta el recuento final, del que no se espera tener una imagen clara hasta la mañana de hoy. Rivlin tiene que elegir al candidato que más posibilidades tenga de unir una coalición y que más represente el voto popular, pero no necesariamente tiene que entregarle el encargo al líder más votado.

Benjamin Netanyahu, que acumula 13 años en el cargo de primer ministro, busca un quinto mandato que le permitiría establecer un récord de longevidad en el poder. En tanto, Gantz, de 59 años, general, y ex paracaidista, lleva la experiencia de haber sido comandante de una unidad de fuerzas especiales y ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa. Pero hace seis meses Israel no lo identificaba como un político.

“Bibi estuvo en el poder mucho tiempo”, dijo Ronit Kampf, profesora universitaria de 45 años al votar en Jerusalén y utilizando el apodo con el que se llama a Netanyahu. “Habrá un gran cambio. ¿Cuál? No lo sé exactamente, pero habrá un cambio”.

Desde que cerraron las urnas, los candidatos de la coalición centrista Azul y Blanco, sus equipos de campaña y simpatizantes celebraron en una sede habilitada para ello en Tel Aviv los prometedores resultados. “Estamos muy felices. Es una victoria clara. Es muy difícil crear una coalición en Israel, pero estos resultados prueban de que el país expresó muy claramente que no quiere a Benjamín Netanyahu”, dijo un seguidor del grupo centrista, Guy Levy, en un ambiente festivo. “Nos sentimos libres. Es posible. Tenemos una larga noche para hasta los resultados finales, pero por primera vez se puede sentir un aire de cambio”, agregó Uri Shapira, miembro de la campaña de esta formación.

Gantz se presentó en su primer discurso como el primer ministro de todos los israelíes, no solo de los que le votaron y calificó el día de histórico. “Nuestra gente votó la unidad y rechazó la división”, declaró en referencia a lo que considera representa Netanyahu.

En la cercana sede de celebración del Likud, menos concurrida y festiva a primera hora de la noche, Uzi Dayan, número 33 de la lista aseguró: “El Likud se siente bien con los resultados (preliminares). La buena noticia es que tenemos todos los ingredientes para crear un nuevo gobierno de coalición”, aseguró.

Sin diferencias significativas en los programas de gobierno entre los dos candidatos, la campaña se transformó en un plebiscito sobre la persona de Netanyahu, adorado y detestado por igual. De su lado el presidente palestino Mahmud Abbas expresó el martes su deseo de que estas elecciones traigan paz y dijo que estaba preparado a retomar las negociaciones si se respeta el derecho internacional.  Pero ante los resultados que daban ventaja a Netanyahu, un responsable palestino dijo que los israelíes dijeron en las urnas “no a la paz”.

Gantz considera que esta elección se trata fundamentalmente de poner fin a años de divisiones y de corrupción que encarna el primer ministro saliente.

Para Netanyahu, en cambio, se trata de reiterar que nadie está mejor capacitado que él mismo para garantizar la seguridad y la prosperidad del país. En febrero, el fiscal general anunció la intención de inculpar formalmente a Netanyahu por corrupción, fraude y abuso de confianza, y las encuestas empezaron a variar. 

La jornada, feriado nacional, estuvo marcada por un alto abstencionismo en las localidades árabes de Israel, que habían sido llamadas a boicotear las elecciones. Finalmente la participación fue de un 71,4 por ciento según el Comité Electoral Central, una cifra muy similar al 71,8 de los anteriores comicios (2015). La falta de voto en el sector árabe podría dejar afuera del parlamento a una de las dos listas de partidos árabes, Ram-Tal, que debe llegar al 3,25 por ciento de los para obtener escaños.

Los incidentes más graves ayer tuvieron lugar en centros de voto de ciudades árabes, donde observadores y apoderados del Likud fueron descubiertos con cámaras ocultas, lo que obligó a la Policía a intervenir, retirando hasta 1.200 cámaras, en un suceso que el Comité Central Electoral calificó de ilegal.