España se sumergió ayer en una dura campaña hacia las legislativas del 28 de abril, cuando las encuestas predicen que ganarán los socialistas pero sin mayoría para gobernar y el partido de extrema derecha Vox irrumpirá con fuerza en el Parlamento. La primera jornada de campaña electoral fue agitada por la publicación en internet de una fotografía de las hijas del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, mientras los candidatos fijaron posiciones en busca del voto indeciso.

La polémica comenzó temprano con la publicación en los medios de comunicación de la campaña “Falcon viajes”, una agencia ubicada físicamente a escasos minutos de la sede del Partido Socialista (PSOE) en Madrid, creada por el Partido Popular (PP, centroderecha), para denunciar los supuestos abusos de Sánchez en el uso del avión oficial (un Falcon) para asuntos particulares. Supuestamente formando parte de esa campaña fue difundido en Twitter un cartel en el que aparecían las hijas del presidente del Gobierno español con la cara pixelada, un hecho que no evitó que el PSOE denunciara el caso ante la Fiscalía. Fuentes del PP explicaron después que la campaña oficial, un vídeo en tono irónico que ofrece distintas posibilidades para viajar en el Falcon, es la que se ha dio a conocer en los medios de comunicación y negaron haber utilizado fotos de las hijas de Sánchez.

“De hecho ya hemos ganado, ya no van a poder volver a meter el genio en la lámpara otra vez”, se congratuló el líder de Vox, Santiago Abascal, al lanzar su campaña en la Plaza de Colón de Madrid la noche del jueves.

Arrancan dos semanas de intensa campaña para unas terceras elecciones en menos de cuatro años en España, objeto de una creciente fragmentación política desde que en 2015 quedara enterrado el bipartidismo. Los partidos multiplicaban sus actos por todo el país antes del asueto por la Semana Santa.

“Estas elecciones son un plebiscito entre avanzar y retroceder”, clamó el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, la noche del jueves en un acto en Dos Hermanas, Andalucía.  Lugar simbólico, Sánchez oficializó allí una improbable carrera que le permitió reconquistar en primarias en 2017 el liderazgo socialista que había perdido en una rebelión interna. En junio de 2018, este profesor de economía de 47 años llegó al poder mediante una moción de censura que destronó a Mariano Rajoy del conservador Partido Popular.

“Si la derecha suma, se van a entender para hacer lo mismo que en Andalucía”, advirtió Sánchez, en referencia al acuerdo entre PP, los liberales de Ciudadanos y Vox, que en enero sacó del poder a los socialistas de su feudo histórico. 

“Lo fundamental que está pasando, más que una polarización es una rotunda división en dos bloques” de izquierda y derecha, apunta Cristina Monge, politóloga de la Universidad de Zaragoza. Conocedor de esta situación, Sánchez, quien participará solo en un debate televisivo, el 23 de abril, advierte de una “involución” en el país si se impone una mayoría conservadora. Dicha posibilidad, que una alianza de los tres partidos obtenga los 176 escaños –sobre 350– necesarios para gobernar, es descartada por varias encuestas.

Un sondeo del público Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) divulgado el martes proyecta un triunfo del PSOE con un 30,2 por ciento de los votos (entre 123 y 138 diputados), y posibilidad de formar gobierno con la izquierda radical de Unidas Podemos (entre 33 y 41 escaños) y algún otro partido pequeño.

Estos números permitirían a Sánchez evitar depender de los independentistas catalanes, quienes luego de respaldarlo en la moción de censura se negaron, en un ambiente tenso por el juicio a 12 líderes separatistas en Madrid, a apoyar sus presupuestos, abocando al adelanto de las elecciones.

El resultado se muestra muy abierto: según el CIS, un 41,6 por ciento de los españoles no han decidido aún por quién. “Si el debate se centra en torno al tema catalán, la derecha tiene el viento de cara, y si es en temas sociales es un escenario favorable a la izquierda”, resume Cristina Monge.