Donald Trump declaro la Emergencia Nacional para viabilizar la construcción del muro fronterizo con México. De esta forma, procura poder acceder a los recursos que demandará su construcción (de 12 a 15 mil millones de dólares). Esta decisión presidencial ha generado bastante revuelo en Estados Unidos por diversas razones. Una de las más destacadas, los que cuestionan su legalidad. Pero muchos apuntan a que se trata de un gasto innecesario y que podría tener mejores destinos. Nicholas Kristof en el New York Times expuso “Cómo gastaría el dinero del muro de Trump”. Parte apunta a mejorar una realidad que es cada más evidente: la creciente pobreza de la mayoría de los estadounidenses. 

Krishna Kumar, director de Investigación Internacional en RAND corporation —think tank con vínculo con las Fuerzas Armadas de Estados Unidos— presentó un alarmante análisis de la fragilidad económica en que viven gran parte de los estadounidenses. Afirma que el reciente shutdown del gobierno puso en evidencia esta realidad por las penurias que pasaron muchos trabajadores que recibieron vacaciones no pagas o debieron trabajar sin cobrar. Con dos datos estadísticos: 40 por ciento de los trabajadores -según un informe de la Reserva Federal (2019)— no pueden afrontar un gasto inesperado de 400 dólares sin endeudarse o vender un bien y 78 por ciento vive “sueldo a sueldo”. Es decir, al día.

Kumar amplía el efecto shutdown a otros comunes que afectan a los demás trabajadores (pérdida de empleo, enfermedad) para destacar la crisis que padece la “clase media” en Estados Unidos, lo que contraría la visión que se tiene de ésta en ese país. Mientras se la toma como una locomotora del consumo, gran parte de ella tiene dificultad hasta en acceder a servicios de salud. Particularmente, significa que estas personas no tienen capacidad de ahorro para afrontar gastos luego de jubilarse. Kumar señala que la clase media estadounidense viene perdiendo terreno desde hace décadas. Pero en este siglo se acentuó considerablemente, en particular luego de la Crisis financiera de 2008. la crisis de 2008 significó una caída de 3 por ciento de los trabajadores en el producto total. Esta tendencia ha sido particularmente fuerte sobre el trabajo de menor cualificación. 

Según datos de la CIA, en base al Índice de Gini, entre 157 países, Estados Unidos, en base a datos de 2007, era el 39° del mundo (Argentina, con estimaciones de 2017, 54°). La Comisión de Presupuesto Parlamentaria (CBO) en un informe de 2011 encuentra que entre 1979—2007, el ingreso del 1 por ciento de los hogares más ricos creció en 275 por ciento; 65 por ciento para el siguiente 19 por ciento; poco menos del 40 por ciento para el siguiente 60 por ciento; y 18 por ciento para el restante más pobre. En consecuencia, sostiene que la proporción de los ingresos recibidos por el 1 por ciento superior aumentó de 8 a 17 por ciento, mientras que el 19 por ciento de los siguientes hogares de más altos ingresos pasó de 35 a 36 por ciento.  

La desigualdad es más brutal cuando se analiza la distribución dentro de los más ricos. De acuerdo al “Chicago Booth Review”, en base al estudio liderado por Thomas Piketty, afirma que el ingreso del 50 por ciento más pobre en Estados Unidos desde 1980 se estancó, mientras que el crecimiento del 1 por ciento más rico creció para pasar a ser 81 veces más en 2014 que el de los primeros, cuando en 1980 era de 27. Piketty explicó la victoria electoral de Trump como una consecuencia de esta tendencia de aumento de desigualdad económica en Estados Unidos. Luego de una visita en 2017, Philip Alston, relator especial de las Naciones Unidas sobre la pobreza extrema y los derechos humanos, afirmó que se está impulsando un paquete de reforma fiscal que “es esencialmente una apuesta para convertir a Estados Unidos en el campeón mundial de la desigualdad extrema”.

Profesor Ufrgs (Brasil).

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